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Primeros auxilios para los meses de verano

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El verano es una época donde cambiamos con frecuencia de lugar de residencia y de actividad. Esto unido al cambio de clima, de comidas y ambiente convierten al verano en una época especial, llena de diversión y descanso, pero también con riesgos nuevos ante los que debemos tomar precauciones para sacar un diez en salud.

En los meses de verano, las recomendaciones sanitarias están especialmente dirigidas a evitar ponernos enfermos por los riesgos relacionados con el sol, el aumento de las temperaturas y las actividades de ocio que se realizan durante esta época.

Según señala el doctor Ismael Said Criado, internista del Hospital La Milagrosa de Madrid, es importante y necesario conocer los síntomas que anteceden a alguna dolencia para saber cómo actuar e incluso cómo poder preverla. «A veces, resulta complicado prevenir ciertas situaciones relacionadas con la deshidratación, porque la propia aparición de los síntomas, ya supone una alteración establecida en el organismo», señala el facultativo.

«Nuestro organismo tiene capacidad para autorregularse de forma autónoma, sin que tengamos que estar pendientes, con mecanismos como la sed, el sudor (para enfriar la piel) o la disminución de la cantidad de orina (diuresis). Solo en situaciones extremas, el cuerpo se resiente, y es por ello conveniente evitar ciertos excesos».

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Patologías propias de los meses de verano

– Lipotimias o síncopes: en situaciones de más calor es frecuente notar episodios de mareo al cambiar de posición (de estar sentado a ponerse de pie rápidamente) o incluso pérdidas de conocimiento transitorias. Esta situación puede ocasionarse por cifras de tensión arterial por debajo de lo habitual, como consecuencia de una escasa hidratación. Durante los meses de verano se producen más pérdidas de líquidos por el sudor y es recomendable beber abundantes líquidos que mantengan el equilibrio hídrico en nuestro organismo.

Cortes de digestión: el cuerpo tiene mecanismos de regulación de su temperatura a través de la distribución de la sangre por las arterias, venas y capilares. En verano, se crean circunstancias en las que el contraste de temperaturas puede ser mayor, como por ejemplo, el aumento de la temperatura corporal con la exposición continua al sol y su disminución brusca al introducirse en el agua del mar o de piscinas.

Es entonces cuando se puede producir la hidrocución, término acuñado para definir el concepto de corte de digestión, que ocurre cuando se produce una bajada brusca de la temperatura externa, que hace que el organismo deba redistribuir rápidamente la sangre desde órganos internos a la piel.

Esto puede conllevar una caída de la tensión arterial y la consiguiente pérdida de conocimiento o síncope. Si esta situación ocurre durante una inmersión en mar, río o piscina, puede dar lugar a que la persona se ahogue. Por eso, los expertos recomiendan entrar poco a poco en el agua, dando tiempo así a que el cuerpo vaya adaptándose a la nueva temperatura.

– Sobreexposición al sol: el sol es necesario para sintetizar vitamina D en nuestro organismo y mantener la adecuada calcificación de los huesos pero también hay que tener en cuenta que los rayos de luz solar durante el verano incluyen radiaciones que pueden ser perjudiciales para la piel e incluso para la retina. Está comprobado que la acumulación de radiaciones solares predisponen a la persona a padecer diferentes cánceres de piel, incluido el melanoma y otras lesiones cutáneas. Puede ocurrir incluso que se produzcan quemaduras leves de la piel si no se realiza una correcta protección.

En relación a este tema, se debe señalar que la piel de los niños debe protegerse más aún, con productos de alto factor protector resistentes al agua y al sudor. Se recomienda evitar la exposición directa al sol en horas centrales del día y usar cremas con factor de protección suficiente para proteger nuestra piel del envejecimiento acelerado y la aparición de lesiones cancerígenas.

Por otro lado, los oftalmólogos recomiendan usar gafas de sol homologadas, con una buena protección frente a los rayos ultravioleta. El excesivo calentamiento de la cabeza por exposición al sol puede conllevar cefaleas intensas e incluso los llamados «golpes de calor» o «insolaciones», que son alteraciones en la regulación de la temperatura del calor corporal que puede producir hipertermia mantenida y otras consecuencias graves en todo el organismo.

– Conjuntivitis por uso de lentillas: para aquellos usuarios de lentillas de contacto que disfrutan del buceo, es muy recomendable el uso de gafas protectoras y evitar cualquier contacto del agua de piscinas o del mar con las lentillas. Es muy frecuente la aparición de infecciones de la conjuntiva, que pueden llegar a ser graves si no se tratan a tiempo.

– Problemas digestivos por alimentos mal refrigerados: durante los meses de verano se dan más casos de personas que sufren diarrea atribuible a la ingesta de alimentos como mayonesa, tortillas y huevos que son consumidos horas después de ser cocinados y no han sido adecuadamente refrigerados. Estos cuadros intestinales se deben a infecciones bacterianas y deben detectarse a tiempo y ser tratadas por un médico.

– Hongos: es frecuente la aparición de inflamación de pliegues de la piel durante la época de más calor porque el sudor predispone a la proliferación de hongos cutáneos. Si no desaparece la lesión o aumenta de forma progresiva, se debería buscar un tratamiento específico recomendado por un especialista.

– Picaduras de insectos: en verano, época de mayor proliferación de insectos, estamos más expuestos a picaduras que pueden provocarnos reacciones alérgicas o incluso transmisión de alguna enfermedad infecciosa. Es importante proteger a los niños con tratamientos antimosquitos adecuados. Ante cualquier síntoma diferente a la inflamación local de la piel, es conveniente consultar con un médico.

– Picaduras de medusas: son muy dolorosas aunque muy rara vez conllevan complicaciones graves. Se debe limpiar la zona afectada con agua salada de mar y aplicar frío local. Si el dolor es muy intenso o existen complicaciones, conviene que la picadura sea valorada por un médico.

Doctor Ismael Said Criado, internista del Hospital La Milagrosa de Madrid

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