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Fernando Alberca: «La sobreprotección es el peor mal educativo en el primer mundo»

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Con 20 libros en su haber, de su amplia colección de títulos en materia educativa destacan algunos como Todos los niños pueden ser Einstein, Aprender a interpretar a un niño o el último Pequeños grandes lectores. Experto en pedagogía, sabe lo que sabe no solo porque investiga sino porque sus años de experiencia lo certifican. Ha sido profesor en todas las etapas educativas, desde Primaria a la Universidad y está considerado por diferentes organismos internacionales como uno de los mayores expertos en Educación del mundo.

Cree en el potencial de los niños y quiere enseñar a los padres a interpretar todo eso que no nos dicen con palabras pero que es imprescindible para llegar a entenderlos. Con la experiencia que le ha dado ser padre de 8 hijos, nos ha recibido para ayudarnos a ser mejores padres.

Porque aprender a ser feliz y educar es cosa de todos

P. ¿Por qué es tan importante que sepamos leer más allá en el comportamiento de los niños?
R. En conducta, el comportamiento de un niño siempre tiene una causa. Y es muy previsible. Y esto nos debe llenar de esperanza a los adultos. Porque el adulto es el que tiene experiencia, es el que debe saber cómo tiene que educar a un niño. Y si no, debe poder aprender cómo educarlo. Es muy importante que aprendamos a educar a los hijos.

P. Pero, ¿ahora los niños están peor educados?
R. Ahora los niños están especialmente mal educados por padres que no han sido bien educados y que no saben cómo educarlos. Están los pobres perdidos, desorientados; oyen distintas teorías y formas de educar y experimentan porque no tienen la propia experiencia. Esto se puede evitar acudiendo a quienes puedan formarnos mejor, a quien pueda tener experiencia. Es más necesaria que nunca la formación de los padres para poder educar bien.

P. ¿Estamos a tiempo de rectificar?
R. Fruto de esa educación buena aparece la buena experiencia y el buen comportamiento. Si encontramos una conducta en nuestro hijo que no nos agrada, que no nos gustaría que mantuviera en el tiempo, es que tenemos que cambiar algo en la educación. En educación lo bueno es que cualquier día es perfecto para educar en lo que tuvimos que educar y no educamos a tiempo. Se puede empezar tenga la edad que tenga. Pero hay que saber que es muy importante para la conducta el periodo que hay entre tres y siete años. En ese tiempo va a aprender cómo gobernar su libertad. Si se sale con la suya, si es un niño caprichoso, de los doce a los 19 años volverá a repetir la misma conducta. Es decir, de tres a siete años hay un ensayo de la adolescencia que suele repetir después. De 12 a 19 vuelve a sentir otro salto de libertad y lo que hace es actuar como actuó cuando sintió otro salto de libertad a los tres años.

P. La genialidad y talento de los niños, ¿cómo podemos descubrirlo? ¿Cabe en el actual sistema educativo?
R. El sistema educativo es de los peores que podemos encontrarnos respecto a la creatividad y el talento. La sucesión de leyes de los últimos años intentan proteger que haya más creatividad, que haya más diversidad, que se atienda mejor al alumno tal como es. Pero una cosa es la ley y otra la práctica. Y la realidad es que la escuela sigue tremendamente volcada hacia el hemisferio izquierdo, que es el de la razón, la lógica, la atención, la memoria, la concentración, el análisis… Todo está secuenciado: exámenes, por evaluaciones, los libros en tomos… todo es hemisferio izquierdo, propio del siglo XVIII. El racionalismo nos vendió que la razón era algo importante, cosa errónea. No es que lo sea el corazón sino la combinación de ambos.

P. ¿Y el hemisferio derecho?
R. El hemisferio derecho, que es el emotivo, el creativo, el de la intuición -que implica acertar con pocos datos, no de manera temeraria, sino con los que se necesitan-, los ideales, la motivación… todo está en ese lado del cerebro que no cuenta para nada en la escuela. De manera que si alguien se pone muy creativo en un examen, le suelen bajar la nota. Pero es la creatividad la que hace progresar al ser humano. Hay talento de sobra.

P. ¿Cómo es el sistema ideal?
R. Necesitamos que este siglo sea el de la combinación de hemisferio izquierdo y derecho. Que no prevalezca solo uno. Que no hay inteligencias múltiples si no hay una inteligencia rectora que gobierne las múltiples y que todo tiene que ser mucho más unificado en la vida que se vive realmente. Pero ahora mismo no lo hemos conseguido. Incluso cuando las editoriales plantean en los textos escolares ejercicios de aparente creatividad, son realmente de memorización o de repetición o de asociación de ideas pero no de creatividad. La creatividad consiste en generar una respuesta nueva a un problema de siempre o ser capaz de formular un problema nuevo que nadie había formulado.

P. ¿Dónde se percibe esa dualidad?
R. En matemáticas se ve de una forma muy clara. Un niño con predominancia del hemisferio derecho saca menos notas en matemáticas y en las asignaturas de la escuela primaria y secundaria. Y es una pena porque de mayor, profesionalmente, es muy buscado. Pero hasta que no termine la carrera no puede demostrar todo lo que vale. Porque todos los estudios están volcados siempre hacia el hemisferio izquierdo. Son esos casos en los que se escucha: «En el colegio pasó inadvertido pero es increíble». Ya era increíble en el colegio, pero no lo habían descubierto.

P. ¿Tenemos entonces pequeños genios en potencia?
R. Los niños son tremendamente geniales, pero hay que tocar la tecla que haga que suene bien el piano. El piano puede ser fantástico pero lo importante es el intérprete que puede hacer que un piano estupendo suene fatal o que alguno con una tecla rota suene muy bien porque ese fallo se suple con la destreza.

P. Toca hablar de sobreprotección. ¿Por qué somos tan hiperpadres, tan sobreprotectores ahora con nuestros hijos?
R. La sobreprotección es el peor mal educativo que se ha extendido en el primer mundo. Está relacionada con la sociedad del bienestar. Pero es algo difícil de tratar y difícil de aceptar. En una conferencia que estaba impartiendo sobre este tema, notaba que todos miraban hacia otro lado y solo llevaba cinco minutos. Entonces cambié el tono y dije: «Ya está bien de hablar de sobreprotección. Vamos a hablar de cómo conseguir que tu hijo sea feliz». Dije todo lo que tenía previsto y todo el mundo levantó la mirada con la felicidad.

P. ¿Por qué sobreprotegemos?
R. Ahora hay una sobreprotección porque los hijos que fueron protegidos ahora son padres y han dado una vuelta más. Siempre hubo niños mimados y eso no era una tragedia. Pero la sobreprotección es diferente que ser un niño mimado. Un niño blando, mimado, puede ser un niño que está desarmado, que se puede frustrar más. Pero la definición de sobreprotección es el hacer por él lo que él debe hacer y no enseñarle lo que ya debería haber aprendido. Es que los padres prefieren hacerlo porque queda mejor hecho. Al niño lo estamos haciendo inútil y lo estamos desarmando frente a una sociedad que va a ser hostil. Y él se va a frustrar, va a sufrir.

P. ¿Qué problemas genera la sobreprotección infantil?
R. Un niño sobreprotegido no solo no va a ser feliz, sino que además odia a la gente, especialmente a su madre. Culpa a su madre por que no le siga sobreprotegiendo: la culpa de haber tenido problemas en una relación afectiva, o con el jefe… Esto se agrava con una adolescencia extendida en el tiempo.Hay que tener en cuenta que la adolescencia ahora empieza a los nueve años y acaba a los 35 si acaba. Hay gente sobreprotegida a los treintaytantos que espera que sus padres les resuelvan los problemas laborales. Siguen recurriendo a su madre y siguen enfadados dirigiendo su odio hacia su madre por no haber hecho que el mundo sea distinto para él. Cuando él no ha puesto de su parte.

P. ¿Qué riesgos entraña la sobreprotección a largo plazo?
R.
La sobreprotección está dando muchísimos problemas, incluso está abriendo la puerta a muchas enfermedades psiquiátricas. La mala educación no genera enfermedades en sí, pero sí elementos funcionales: no es que un niño sea psicópata por estar sobreprotegido, pero se porta como un psicópata porque le importa muy poco lo que los demás sienten. No sienten las emociones de los demás, no sienten empatía. De modo que es un psicópata funcional. Alguien que no es un esquizofrénico puede comportarse como un esquizofrénico. Puede tener una esquizofrenia funcional. Puede tener varias vidas porque, como no le gustan los obstáculos de una, puede crearse una segunda y una tercera. No parten de una enfermedad esquizofrénica pero funcionan como si lo fueran.

P. ¿La sobreprotección puede dar lugar a depresiones infantiles?
R. Hay depresiones en niños de Primaria, que antes no se veían. Se están generando por la frustración ante cualquier circunstancia: los suspensos, o un ocho en lugar de un sobresaliente. Eso no ocurría antes. Estamos en una blandura que muchas veces nos hace sufrir más.

Marisol Nuevo Espín

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