Cuando llega el verano, muchos padres nos preguntamos cómo hacer para que nuestros hijos puedan seguir aprendiendo en vacaciones. Después de los meses de colegio, nuestros pequeños tienen la necesidad de disfrutar del tiempo libre con la familia y los amigos.
Pero, ¿se pueden aprovechar los meses de verano para que los niños puedan seguir practicando lo aprendido en el cole? ¿Los juegos son una metodología de enseñanza adecuada? ¿Se puede realmente combinar el aprendizaje con el entretenimiento? La respuesta a todas estas preguntas es sí.
Los educadores sabemos que la forma natural de aprender de los niños es a través del juego, por eso la época de vacaciones es especialmente idónea para aprender jugando, ya que de esta forma desarrollan sus habilidades cognitivas, emocionales, sociales y físicas.
Artículo relacionado:
– Otras formas más divertidas de hacer deberes en verano
10 juegos divertidos para seguir aprendiendo en verano
El juego nos sirve de herramienta en la estimulación y en el reconocimiento del potencial que tienen cada uno de nuestros pequeños. Y es que los beneficios que aporta son indiscutibles, por ello, si lo fomentamos en el aprendizaje, lograremos que los niños aprendan de verdad.
1. Lectura compartida. Leer es fundamental para el desarrollo del lenguaje oral y escrito de los niños, por eso es tan importante leer también durante el verano. En este caso proponemos dos ejercicios muy amenos, el primero consististe en que lo que lean los más pequeños lo compartan con nosotros, con el objetivo de desarrollar su memoria; y el segundo se basa en reconocer con ellos letras, palabras o frases (dependiendo de la edad) en carteles o folletos publicitarios, para que aprendan a diferenciar las mismas.
2. Representaciones ficticias. Los juegos simbólicos estimulan la comunicación interpersonal y mejoran la expresión corporal. Jugar a representar actores, animales o personajes de dibujos animados o simplemente contar lo que han hecho en el día, conlleva a un mayor desarrollo de sus habilidades sociales, sin contar con lo bien que se lo pasan realizando este tipo de actividades.
3. Juegos cooperativos. Es imprescindible que nuestros hijos jueguen con otros niños para fomentar las habilidades sociales. A través del aprendizaje cooperativo, los niños aprenden a respetar, a compartir y a cooperar. También esto supone la aceptación de sí mismos; así como, de los demás, lo que favorece la empatía. Llevarles al parque a jugar, a la playa, a la piscina o invitar a amigos o primos a casa, para que puedan compartir tiempo juntos, es una muy buena idea.
4. Estimulación de la creatividad. Aunque no hay acuerdo en si la creatividad es innata o adquirida, lo cierto es que los padres debemos estimular esta capacidad en nuestros hijos y existen diversas estrategias para ello, que podemos introducir en nuestra rutina veraniega. Podemos llevarles a museos, exposiciones o sugerirles juegos que ejerciten sus destrezas manuales y su imaginación, desde dibujos, pasando por figuras con plastilina, hasta cuadros con legumbres.
5. Resolución de problemas. Que nuestros pequeños aprendan a examinar y obtener el control sobre una actividad, es muy relevante a la hora de que lleguen a saber que son ellos los que dominan el proceso y los responsables del resultado final. Hacer castillos de arena, jugar a encajar piezas o hacer puzles son actividades muy divertidas que también ayudan a mejorar su coordinación visual y manual.
6. Cocinar juntos. Implicar a nuestros hijos en nuestras tareas diarias, tales como elaborar cualquier receta culinaria, estimula todos sus sentidos al mismo tiempo que supone un aprendizaje matemático para ellos, por ejemplo podemos decirles cuánta cantidad necesitamos de un determinado ingrediente y ver si son capaces de dárnoslo.
7. Escuchar música. Desde las canciones más infantiles a las audiciones más clásicas, tanto en español como en inglés, a través de la música se estimula su sentido del oído, y con nuestra ayuda, les podemos enseñar a diferenciar instrumentos y al mismo tiempo que aprendan cómo se pronuncian las palabras en inglés. Una práctica con la que disfrutan mucho y que pueden acompañarla con el baile también. ¡Les encantará!
8. Realizar escapadas a la playa o montaña. Hacer excursiones cuando el tiempo lo permita también es una muy buena opción para que nuestros hijos empiecen a explorar todo lo que hay en el exterior y aprendan cuáles son las dimensiones de nuestro entorno. Podemos ir en bicicleta o jugar a las palas o a la pelota por ejemplo, ejercicios que les ayudan a mejorar la coordinación de sus movimientos.
9. Juegos de mesa. Cabe destacar que este tipo de juegos tradicionales son para los niños que tienen a partir de 6 o 8 años. Con ellas aprenderán a interiorizar las reglas del juego, a razonar y también a perder.
10. Escribir un diario de verano. Les ayuda a desarrollar su lenguaje escrito, escribiendo cada día lo que han hecho y cómo lo han pasado. Cuando acabe el verano podemos leerlo con ellos, de manera que también se potencie su memoria.
Gracias a las actividades que se llevan desarrollando toda la vida, se ha logrado crear un equilibrio en el modo de enseñanza y darle un enfoque didáctico al juego, que se posiciona como una de las herramientas más operativas que ayudan a que nuestros hijos aprendan nuevos conceptos y desarrollen sus vertientes intelectuales.
Emma Pérez Madorrán. Directora del Colegio Europeo de Madrid.
Te puede interesar:
– Un verano de libro: lectura infantil, algo más que una afción
– La creatividad en el desarrollo de los niños
– 10 rutas de senderismo para disfrutar de la naturaleza en familia