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Niños precoces: causas y consecuencias

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La percepción de que la adolescencia empieza antes y acaba más tarde que hace años es real. Esto hace que actualmente la transición entre la infancia y la edad adulta sea la más larga de la historia. Esta duración es de difícil asimilación para muchos padres. Y si a ello se suma la nueva problemática que plantea tanto la adolescencia precoz como la ampliada, la tarea que tienen hoy los padres les puede resultar abrumadora, salvo que la consideren una ocasión para crecer en la virtud de la paciencia y para afrontar interesantes retos educativos.

A los padres les estimulará saber que la adolescencia no es una crisis de tipo patológico, una enfermedad, sino una necesaria crisis de crecimiento físico y psicosocial en la que se ponen los cimientos de la personalidad. Es una fase en la que se dan hechos tan trascendentales como el nacimiento de la intimidad y el desarrollo de la identidad personal.

Por ello es hora ya de desechar mitos como «rebeldes sin causa», «la edad difícil», «la edad ingrata»; son títulos de libros que plagian los lamentos de algunos padres pesimistas o poco informados. No tiene sentido «defenderse» de los adolescentes.

Tras el descubrimiento del ‘yo’, el adolescente vuelve la mirada hacia su naciente mundo interior para conocer e intentar comprender lo que sucede allí. Es «un yo hacia adentro». El ‘yo’ del niño, en cambio, surge simplemente por contraposición a lo que hay fuera de él; es «un yo hacia afuera». A diferencia del niño, el adolescente necesita espacios de silencio y de soledad para estar en sí mismo (ensimismamiento).

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Los niños precoces van en aumento

En las últimas décadas están aumentando mucho los casos de pubertad precoz, que se presenta uno o dos años antes de lo normal. Afecta diez veces más a las chicas que a los chicos. En España, este hecho lo ha confirmado la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). En Estados Unidos, el número de adolescentes precoces es aún mayor.

Actualmente, se observan muchos casos de precocidad en la aparición de los primeros síntomas de la pubertad. Hace años apenas ocurría. La pubertad se considera precoz cuando se manifiesta dos años antes de lo normal (antes de los nueve años en los chicos y de los ocho en las chicas). Se trata de un adelanto del desarrollo biológico que no se corresponde con un simultáneo adelanto del desarrollo psicosocial. Hay una mente infantil en un cuerpo adulto. Es una pubertad anormalmente temprana que, en algunos casos ha sido considerada -erróneamente? como una enfermedad.

Los síntomas de la pubertad precoz

El inesperado desarrollo físico se aprecia en dos síntomas prematuros: los ‘estirones’ de la estatura y la aparición de los caracteres sexuales secundarios. Estos últimos son signos físicos y fisiológicos de maduración sexual que distinguen entre los dos sexos de una especie, pero sin ser parte del sistema reproductor. En el varón: aumento de la masa muscular, vello facial, voz más grave; en la mujer: senos más grandes, caderas más anchas, vello púbico en la zona genital.

Las causas de la precocidad

La precocidad es efecto de una confluencia de posibles causas sistematizadas en diferentes teorías. Las más señalada por pediatras y endocrinos son el sobrepeso y la obesidad. La acumulación de tejido graso y el mayor índice de insulina predisponen a la pubertad precoz.

Otras probables causas: factores neuroendocrinos y hormonales; se da una activación prematura de las hormonas sexuales y del crecimiento; cambios en el cerebro, entre ellos tumores que segregan la hormona GCH; exposición a sustancias tóxicas ambientales. Se cree que con la lactancia materna hay menos casos de precocidad.

Las posibles consecuencias de la pubertad precoz

La pubertad precoz interrumpe de forma brusca la segunda infancia (seis a nueve años), por lo que altera el desarrollo evolutivo y constituye un factor de riesgo. Tanto al niño como a sus padres les resulta muy difícil atribuir una identidad al púber precoz.

Los padres que ignoran que su hijo sigue siendo psíquicamente un niño, le suelen conceder una autonomía que no es capaz de asumir y de administrar. Además, pueden crearse unas expectativas irreales sobre su rendimiento. Esas dos actitudes paternas predisponen al hijo a situaciones de fracaso de las que se siente culpable, con el consiguiente descenso de su autoestima y trastornos psicológicos, entre ellos estrés y ansiedad.

No menos preocupante es la relación del adolescente precoz con sus compañeros de aula, que le suelen ver como «diferente»; esto también afecta a su autoestima. A ello hay que añadir el riesgo de que se detenga el crecimiento, lo que suele originar estaturas adultas más reducidas de lo que se esperaba.

La prevención es fundamental, con el fin de detectar cuanto antes posibles síntomas de precocidad. Es muy importante controlar la alimentación desde la primera infancia. El tratamiento suele consistir en medicinas para detener la secreción de hormonas sexuales, junto a una posible cirugía para extirpar un hipotético tumor productor de ese tipo de hormonas.

Gerardo Castillo Ceballos. Profesor emérito de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

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