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El reto de la conciliación laboral y personal: 10 dudas resueltas

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Hablamos de conciliación porque la sociedad lo demanda y porque incluso los políticos han empezado a tomar nota de esta necesidad. Mientras que algunos países tienen bien organizados sus horarios laborales y el reparto de tareas domésticas, a nosotros nos queda mucho camino por recorrer. Pero la mejor forma de empezar es con una buena radiografía que nos ayude a tomar conciencia y concienciar a todos los actores implicados.

Las horas de trabajo efectivo para conciliar

¿Trabajamos más que otros países? ¿Rendimos menos? ¿O el problema radica en que pasamos más horas fuera de casa aunque nuestro tiempo efectivo sea el mismo? Lo cierto es que los elementos culturales influyen decisivamente en este aspecto y la importancia que se le da al tiempo de comida varía en función de la latitud. Para que las horas que pasamos fuera de casa se asemejen a las que pasan otros países del entorno necesitamos un importante cambio de actitud respecto a la gestión de tiempos.

Este cambio ya se está produciendo. En ocasiones de manera natural, en otras involuntaria. La crisis económica ha reducido el dinero disponible para la comida diaria y cada vez son más los empleados que se decantan por llevar el almuerzo, lo que reduce el tiempo dedicado a comer. En cuanto a los comercios y otras entidades con horario ampliado, los turnos están sustituyendo cada vez más a la jornada partida porque pocas empresas cierran a la hora de comer. Pero no se puede limitar el debate a si el tiempo dedicado a la comida debe durar dos horas, una o media y si es necesario parar a media mañana para un largo café.

Detrás de esta cuestión hay una de más calado que consiste en constatar cómo se mide la productividad en el trabajo. Si se trata solo de horas de presencia, si se valora el trabajo por objetivos y si, en función del tipo de puesto, se pueden flexibilizar horarios. Hay empleos que requieren de unas horas de presencia determinadas en el puesto: trabajos de cara al público, cuidado de personas, turnos en Sanidad, profesores… Aunque se mida la productividad, estos trabajadores tienen que estar en su puesto de trabajo en tiempos estipulados y es muy escasa la flexibilidad. Sin embargo, otros muchos empleos sí permiten soluciones de conciliación como un margen de horario para la entrada y la salida, un banco de horas para recuperar en otro momento o la posibilidad de días determinados de teletrabajo.

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El problema del Prime Time

La televisión marca, en buena medida, el ritmo de nuestro día a día. Y este es, sin duda, uno de los grandes retos para mejorar los horarios laborales y la conciliación. En España, el Prime Time, es decir, la hora de máxima audiencia, es extraordinariamente tardía. Los programas de entretenimiento tras los informativos no arrancan hasta las 22:00 o 22:30 y suelen alargarse más allá de la medianoche. Eso provoca que los españoles duerman menos y rindan peor al día siguiente.

Pero, ¿qué ganaríamos con un adelanto del Prime Time? Para la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), es un elemento crucial porque llevaría a la sociedad a demandar que el tiempo de ocio comenzara antes. El cambio en la programación televisiva tendría que empezar con el telediario de la hora de comer, que ya marca la división entre mañana y tarde y, por tanto, retrasa la hora de salida. España está haciendo esfuerzos en este terreno pero desde Arhoe reconocen que es uno de los aspectos más complicados. Han obtenido cierto grado de respuesta por parte de la televisión pública pero el resto de las cadenas siguen presas de sus índices de audiencia y no se animan a dar el primer paso en el necesario cambio de tendencia.

Comprar a cualquier hora

Una de las quejas más habituales cuando se aborda el problema de la conciliación es que si se elabora una legislación que establezca de manera coercitiva un horario para los empleos, se perderá en libertad de horarios comerciales. Efectivamente, quienes trabajan en estos empleos también desean conciliar, de modo que la ampliación de horarios es contraria a los presupuestos de conciliación. Sin embargo, la experiencia de otros países más avanzados en esta materia demuestra que existen posibilidades como los turnos, que permiten evitar que una persona pase fuera de casa por trabajo demasiadas horas.

Los turnos pueden ser un sistema útil para conciliar. No hay que pensar en el proceso de conciliación como exclusivo de las familias, que suelen demandar turnos intensivos de mañana. Para muchas personas, un turno de tarde puede ser cómodo para compaginarlo con otras labores. Muchos jóvenes demandan trabajos de tarde para poder estudiar por la mañana. Incluso algunos padres prefieren el turno de noche porque les facilita la vida familiar

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¿Todos los trabajos se pueden conciliar?

Cada trabajo tiene su grado de flexibilización. Hay formas de buscar cómo conciliar trabajos que requieren horarios no habituales pero también hay trabajos que no se prestan en absoluto a la conciliación. 

Hay un sinfín de trabajos que permanecerían inalterados ante cualquier legislación que limitase el horario de salida: hostelería, sanidad, periodismo, servicios en las ciudades como limpieza o recogida de basuras, transporte, servicios de guardia en diferentes puestos, comercios con tiempo de apertura ampliado… Son labores imprescindibles para la sociedad, pero esta puede hacer poco por su conciliación, que depende prácticamente en exclusiva de su situación personal.

Ayudar a las familias para que concilien ¿les beneficia o les perjudica?

Esta es una denuncia habitual del equipo de Nuria Chinchilla, una de las grandes expertas en España en materia de conciliación. Mientras no haya una conciencia clara de que la conciliación es para todos los trabajadores, no solo para los que tienen hijos u otras personas a su cargo, se producirá un fenómeno de discriminación en las empresas.

La tendencia está cambiando poco a poco porque cada vez son más los empleados que solicitan tener tiempo personal para aquello que deseen, independientemente de que se trate del cuidado de niños. Pero, para Chinchilla, el daño que han producido leyes de supuesta protección de la familia como la que permite la reducción de jornada, ha provocado la estigmatización paulatina de los padres trabajadores. Si las empresas estableciesen horarios laborales compatibles con otras actividades para todos los empleados, las familias no tendrían que recurrir a la reducción de horas y los trabajadores sin hijos verían también mejorar el equilibrio de sus vidas.

La conciliación, ¿es igual en hombres y mujeres?

Aunque se han producido enormes avances en el terreno del reparto de tareas domésticas, los estudios siguen demostrando que las mujeres dedican más tiempo a las labores de cuidado del hogar y de la familia sin entrar a valorar si la situación es impuesta o deseada, lo cierto es que se produce una disparidad en el mercado laboral: son preferentemente las mujeres las que solicitan vías para conciliar.

La mayoría de estas mujeres elige esta opción de mutuo acuerdo con el resto de la familia. Pero el hecho de que algunas sigan optando por obligación muestra que se genera un techo en el crecimiento profesional de la mujer derivado de las diferencias en expectativas que las empresas tienen entre hombres y mujeres.

El huso horario para mejorar en conciliación

Este punto es de crucial importancia en el caso de España que, por razones históricas, vive en un huso horario distinto del que le corresponde, lo que provoca amaneceres más tardíos y anocheceres que invitan a postergar la hora de la cena y de dormir. Evidentemente, de nada serviría este cambio sin la necesaria adaptación de costumbres, pero Esther Jiménez, gerente del Centro Internacional de Trabajo y Familia IESE Business y experta en la materia, considera que sería «el primer paso para un cambio ordenado».  Permitiría incidir en «los ritmos circadianos de sueño y comidas que siguen al sol».

Las obsesiones de la sociedad

Uno de los problemas de fondo que subyace en el camino hacia la conciliación radica en el concepto de desarrollo moderno, que pasa por índices de consumo cada vez más elevados que suponen aumentos constantes del gasto. Como cada vez se trabaja más con la intención, no siempre real, de ganar más, se ha producido una cierta devaluación del valor del trabajo y eso nos lleva a una espiral peligrosa en la que estamos inmersos. No es fácil salir de esta tendencia pero plantearse esta cuestión es clave para entender el problema de la conciliación.

El largo camino para la concienciación

El problema de la conciliación de la vida laboral y personal, que no solo familiar, está claramente sobre el tapete. En España, es uno de los pocos puntos de acuerdo de los diferentes partidos políticos, que de un modo u otro, con propuestas más o menos concretas, incluyen esta cuestión en sus programas.

La conciencia política demuestra que hay una verdadera conciencia social. Ahora bien, además de los numerosos condicionantes que impiden la plena puesta en marcha de los cambios, hay otros factores añadidos que escapan a nuestro control. Una parte de la sociedad está tan acostumbrada a los horarios tradicionales españoles que le resulta difícil modificarlos.

Hay otros elementos que entran en juego y que no son fácilmente transformables, como la incidencia de las altas temperaturas en verano y el ajuste de los horarios en algunas zonas del sur de España o el valor crucial que tiene la comida desde el punto de vista socializador y que extiende el tiempo dedicado al almuerzo. También hay costumbres difíciles de cambiar, como el gusto por disfrutar de las últimas horas del día.

El cambio legislativo: hacia una ley laboral de tiempos y flexibilidad horaria

Hay modelos que están funcionando como el de Holanda que así lo demuestran. Eso no significa que una ley resuelva todos los problemas que hemos detallado. Pero sí se conseguirá que un importante porcentaje de la población vea mejorada su calidad de vida.

María Solano Altaba

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