La adolescencia es una de las etapas más duras en el desarrollo de toda persona. Estos años marcan la transición entre la niñez y la vida adulta, y son numerosos los cambios que se atraviesan. Un ejemplo de cómo se puede poner todo patas arribas para los jóvenes es la sensación de no pertenecer a un grupo de amigos, sintiendo el rechazo constante por otros compañeros.
Esta sensación puede dar lugar a otro tipo de problemas más serios. Un ejemplo es el trastorno límite de personalidad, que hace que una conducta del adolescente sea exacerbada por el entorno social en el que se mueve. O lo que es lo mismo, el joven reacciona de maneras muy emocionales ante los estímulos de su grupo de amigos, dando lugar a situaciones muy difíciles.
El dolor de la soledad
Como ya se ha dicho, en la adolescencia es común sentirse solo y alejado de la mayoría que marca el grupo social. En el caso de los jóvenes con trastorno límite de personalidad pueden darse situaciones más dolorosas, haciéndolos caer en una espiral de tristeza que se intensifica por culpa de este problema. Así lo explican desde el Hospital Sant Joan de Déu.
De esta forma, los adolescentes con trastorno límite de personalidad puede, llegado el caso sentir una rabia intensa y un sentimiento de vacío que dé lugar a la vergüenza y un rechazo de su imagen. Un círculo que se repite, ya que estas sensaciones alteran sus relaciones interpersonales, provocando al mismo tiempo una mayor lejanía de su grupo de amigos, intensificando las emociones antes comentadas.
Algo tan simple como una leve confrontación de ideas o una mala interpretación de un mensaje bastan para tomarse como prueba de abandono. La reacción de estos adolescentes suele ser tan rápida e intensa, aumentando la brecha con su círculo cercano y alejándolo todavía más de su propio entorno. Estas actitudes también se manifiestan en el seno familiar, foco de diversos problemas en esta etapa de la vida de los jóvenes por el sentimiento de rebeldía típico de estas edades.
Pero, ¿cómo distinguir este trastorno de la simple rebeldía adolescente? Los profesionales de este centro destacan las siguientes señales:
– Esfuerzos frenéticos para evitar el abandono, real o imaginario.
– Un patrón de relaciones inestables e intensas.
– Un autoestima inestable.
– Impulsividad peligrosa, como encuentros sexuales inseguros o abuso de sustancias.
– Inestabilidad emocional debido a una alta reactividad.
– Sensaciones crónicas de vacío.
– Dificultad para controlar la ira.
– Paranoia transitoria, relacionada con el estrés o síntomas de disociación grave.
Tratamiento del trastorno
Una vez identificadas estas actitudes, el Hospital Sant Joan de Déu aconseja acudir a un profesional para que pueda diagnosticar la presencia de este trastorno. Si finalmente se confirma el diagnóstico, debe ponerse en marcha el correspondiente tratamiento. Para ello existen distintas psicoterapias especializadas, en concreto se aconseja la terapia conductual dialéctica.
Este tratamiento implica se basa en dos puntos muy importantes: la necesidad de aceptación y el compromiso de cambio por parte del adolescente. En primer lugar, los sentimientos de un paciente deben ser validados o aceptados sin juicio por el joven sin que este se sienta menos que nadie. De esta forma, se reconocerá la presencia de los mismos para empezar a gestionarlos.
Tras este primer paso el adolescente debe empezar a sentirse aceptado una vez que sea capaz de evitar estas sensaciones en situaciones de confrontación o entornos que le generen sensación de vacío. Algo, que al mismo tiempo, contribuirá a la mejora de su autoestima ya que una mejor gestión de los sentimientos, favorecerá su inclusión social, favoreciendo actitudes más alegres en el futuro.
Damián Montero
Te puede interesar:
– Trucos para hablar con tus hijos adolescentes
– Relaciones entre padres y adolescentes