Los trastornos de conducta se caracterizan por ser trastornos que incluyen graves dificultades para el autocontrol del comportamiento y las emociones mantenidos en el tiempo. Suelen ser muy disruptivos en su medio, y tienen como característica principal que suelen violar los derechos de los demás (agresiones, destrucción de la propiedad…) como consecuencia generalmente de no regular emociones como la ira.
Las personas con trastorno de conducta presentan grandes conflictos con las normas o la autoridad. En la comunidad científica se conocen como «trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta». Y la definición que da el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V es: «Patrón de comportamiento persistente y repetitivo, donde se violan los derechos básicos de los demás o importantes normas sociales, incluyendo además comportamientos agresivos que causan daño físico, amenazas, crueldad, comportamientos no agresivos que causan pérdidas o daños a la propiedad, fraudes, robos, y violaciones graves de normas».
Actitudes de comportamiento pueden alertar a los padres
Existen muchas conductas cuya gravedad varia dependiendo de en qué medio se desarrollan, es decir, si es solo en casa, si es en dos lugares (casa y colegio) o si está más generalizado. Y tambien con qué frecuencia y desde cuanto hace que se presentan, así como la alteración que esto supone en su medio (el colegio nos llama para temas de conducta, o en casa es muy difícil gestionarle, no atiende a normas, explota con ira frecuentemente, se mete en líos, etc…)
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Las conductas que pueden alertar son, si al menos manifiesta 3 o más, las siguientes, durante al menos un año de duración y con frecuencia.
– Conductas desafiantes con la figura de autoridad.
– Presentan crueldad física hacia personas y animales.
– Suelen presentar frialdad y baja empatía en ocasiones.
– A menudo acosa, amenaza e intimida a otros.
– Ha destruido intencionadamente la propiedad de alguien.
– Incumple las normas.
– Peleas y mal comportamiento recurrente en el colegio.
– Enfrentamientos con adultos o iguales con componentes agresivos físicos o verbales.
– Les atrae saltarse las normas, y lo suelen hacer.
– Suele estar metido en «líos».
– Perdida de la calma con facilidad llegando a respuestas excesivas de ira y rabia, e incluso violencia.
– Pueden verse envueltos en peleas, en conductas «delictivas» de robos, agresiones sexuales, o en contacto con abuso de sustancias toxicas.
– Presenta problemas en el colegio con compañeros, con profesores,
– Presenta conducta desafiante, búsqueda de saltarse las normas de manera frecuente.
– Suele presentar carácter irritable con facilidad o enfadarse por todo.
– Puede molestar a los demás deliberadamente.
– A veces presenta frialdad, o falta de empatía.
Detección precoz en la infancia
Los cuadros de trastorno de conducta comienzan en la infancia desde preescolar apareciendo los primeros síntomas entorno a los 4-6 años, y se puede extender su detección hasta la adolescencia.
La detección precoz es importante para su correcta intervención. Si hay presencia de síntomas que puedan alertar a la familia de que se puede estar formando un cuadro de trastorno de la conducta, cuanto antes se acuda a un profesional, se detecte y se ponga tratamiento. De esta manera y con atención global, medica si fuese necesario, psicológica, educativa y orientación familiar, existiría un equipo global en todos los contextos del niño que favorecerían su evolución y su pronóstico.
El diagnóstico de un trastorno de conducta en adolescentes
En el caso de los niños, muchas veces, la mayoría no saben lo que les sucede, y la demanda viene o bien por parte del colegio o de la familia. En estos casos los factores predisponentes pueden ser ambientales, genéticos y temperamentales, pero con educación, pautas de orientación familiar, terapia, y ayuda médica si fuese necesario la evolución será muy favorable.
En estos casos suele tener mucha efectividad en temas de conducta la orientación a familias para introducir pautas educativas en casa y que en casa sea donde se produzcan cambios que refuercen lo aprendido en las sesiones de terapia.
Los adolescentes, generalmente, no suelen sentir o reconocer que les sucede algo, la demanda en este caso parte casi siempre de la familia, en la que la convivencia resulta muy complicada y en ocasiones extrema.
En el caso del adolescente, muchas veces «el mundo está contra él», se rebelan frente a lo que sus familias les dicen, e incluso viven como un ataque personal el ir a un psicólogo, generalmente se ponga tratamiento. De esta manera y con atención global, médica si fuese necesario, psicológica, educativa y orientación familiar, existiría un equipo global en todos los contextos del niño que favorecerían su evolución y su pronóstico.
Terapéuticamente se aborda con acompañamiento familiar y con sesiones de terapia con el adolescente, conductual para que puedan ver con claridad las consecuencias de sus acciones de una manera que puedan comprender, emocional para que aprendan a detectar la intensidad de sus emociones y la regulación interna, mindfulness para bajar la elevada reactividad que tienen interior y los impulsos, charlas para mejorar las habilidades comunicativas y la capacidad de expresarse asertivamente, tratar la autoestima y la seguridad, a nivel medico valorar por un especialista si es necesario un apoyo farmacológico, a nivel escolar tratar el tema con el centro y coordinar la intervención sobre todo en fases iniciales. Y muy importante orientar a la familia, para que conozca y aprenda estrategias de comunicación, y pautas de relación nuevas y saludables con su hijo.
Los trastornos de conducta están asociados a otras patologías
En algunos casos si, y es importante realizar un diagnóstico diferencial y ver si el cuadro que diagnosticamos en un caso de conducta o existe otro tipo de trastorno del estado de ánimo, o un trastorno de ansiedad o de personalidad.
El diagnóstico diferencial por la similitud en muchas ocasiones de conductas que se perciben clínicamente es con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, TDAH, impulsividad, negativista desafiante, con trastornos depresivos, bipolares y del estado de ánimo, con trastornos por abuso de sustancias, con discapacidad intelectual, con trastornos de ansiedad social o limite, trastornos explosivo intermitente, trastornos del lenguaje, trastorno del espectro autista, otro tipo de trastornos por medicación, abuso de sustancias o síndrome de abstinencia.Los estudios señalan que entre un 20 y un 40% de niños con TDAH sufrirán además un trastorno de conducta,
Los trastornos de conducta más habituales
La mayor prevalencia sucede en el «trastorno negativista desafiante» (irritabilidad, ira, enfados, resentimientos, mal humor, desafía las normas, molesta a los demás deliberadamente), y después en el «trastorno de conducta» (cuadros de agresión a los demás, además de perder calma con facilidad, tener ira descontrolada, saltarse las normas, meterse en peleas, tener problemas de relación con iguales y con la autoridad…).
Ana Asensio. Psicóloga
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