Afortunadamente son muchas las familias que están compartiendo las dificultades de su día a día en las redes sociales y en los medios de comunicación. Hemos pasado del ostracismo, del silencio, del tapar, del no-se-entere-nadie, a dejar al descubierto una realidad que duele y alivia a partes iguales cuando se pasa por el tamiz de la normalización.
A la vez que se visibilizan las dificultades de las familias que luchan con sus niños con los cada vez más frecuentes problemas del neurodesarrollo (TEA, TDH etc.) o Síndrome de Down, o incluso el maldito cáncer que nos rodea, aparecen nuevos modelos de maternidad para los que no estábamos preparadas. Esas madres metidas en la vorágine de su día a día parecía que optaban por dos cosas: anclarse en el victimismo o sacar el coraje que las empuja a seguir navegando. Aunque te confieso que, por esta dedicación mía a buscar historias, cada vez descubro más un término medio que me reconforta.
Dicen los psicólogos que lo primero que surge es una hondonada en la que se instala el duelo, el proceso de aceptar lo que nos pasa, pero sin duda ha de durar el menor tiempo posible. Después, llega la aceptación y el yo-puedo.
El coraje te sale en mayor o menor medida en forma de superpoder. O eso parece.
Me decía una madre de un niño que lleva varios años luchando contra la leucemia que se negaba a aceptar que la gente le dijera que estaba hecha de una pasta especial. “Todas tenemos lo mismo dentro, yo no soy de una pasta diferente”, explicaba. Ese pensamiento se quedó ahí y hoy ha aflorado después de entrevistar para Hablar en familia a Viviana Fernández Pico.
Viviana ha escrito “Te dibujaré una armadura”, con la dura y deliciosa historia de su hijo Otto. A los once años le han diagnosticado autismo después de un peregrinar por médicos, tratamientos, rechazos en escuelas sin ninguna sensibilidad, apartheid de los padres que no querían compartir cumpleaños o parque con el niño raro. Viviana cuenta que es un libro de aceptación, y me encanta cuando dice que no quiere ser la “pobre madre de Otto”. Explica que somos padres y madres que deben aceptar la condición de sus hijos sin ser incompatible la lucha, pero que no pueden ir por la vida con la nube negra en la cabeza.
Viviana recuerda que “nuestros hijos son más que niños con autismo, y nosotros somos más que los padres de un niño con autismo”. Se puede ser feliz a pesar de un diagnóstico, y entre el victimismo y el coraje sin medida, hay una gran cantidad de matices para pararse a disfrutar toda una vida en familia llena de momentos maravillosos que, de otra manera, perderemos para siempre.
Laura OTÓN. Hablar en familia. Cadena COPE
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