Ninguna convivencia es perfecta. El día a día trae pequeños rifirrafes que pueden hacer que nos digamos cosas que no deseamos o que hagamos cosas de las que después no arrepintamos. Ni siquiera los más grandes de la casa se libran de ello y, en ocasiones, tienen actitudes que hacen que se sientan culpables.
¿Cómo gestionar las sensaciones más duras? ¿Qué hace cuando el sentimiento de culpa aparece? La educación emocional tiene la respuesta a ambas, unas enseñanzas que nunca son tarde para aprender. Por ello, desde el portal Inteligenciaemocional.org se brindan una serie de consejos para que los padres puedan añadir esta habilidad al, ya de por sí, largo currículum que tienen.
Los padres que esperan demasiado
¿Qué padre no desea ver a su hijo triunfar en la vida? La respuesta es que pocos. Cuando un pequeño se pone a trabajar en alguna tarea, los mayores quieren ver el mejor de los resultados, algo que no siempre sucede. Si no se obtiene la excelencia, es posible que se recrimine a los niños que no hicieron todo lo que tenían en sus manos. En definitiva, aplican un excesivo perfeccionismo.
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¿Cuál es la clave en estas situaciones? Nada como el control de las emociones. Incluso, cuando los hijos no cumplen con sus objetivos, los padres deben mantener la calma y no perder los estribos. Sin transigir demasiado, los adultos deben aceptar que ya nada puede hacerse y que por mucho que se enfaden no van a cambiar. En todo caso, deben animar a sus hijos a hacerlo mejor en el futuro.
Tal y como indican desde el Colegio Sagrado Corazón de Sevilla, estas son algunas consecuencias derivadas de perder el control:
– Que padres y madres tomen medidas más graves para responder.
– Proposición de objetivos a muy corto plazo e imposibles de cumplir.
Actividades para controlar las emociones
Desde el mismo Colegio Sagrado Corazón de Sevilla se proponen estos consejos para el control emocional:
– Aprender a analizar las situaciones que desencadenan las respuestas de ansiedad.
– Descubrir las señales de ansiedad y aprender a identificarlas anticipando las respuestas.
– Analizar de qué forma los pensamientos contribuyen en la pérdida de papeles.
– Desarrollar de forma cotidiana actividades (preferiblemente físicas y sociales) donde se alivien o descarguen las tensiones diarias.
Damián Montero
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