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Soluciones práticas para niños que pegan

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La agresividad infantil es una respuesta emocional que se caracteriza por un sentimiento de insatisfacción, rabia y deseo de dañar a alguien o a algo. Bajo su apariencia de dulces angelitos, nuestros hijos, pueden ocultar, aunque nosotros no seamos conscientes de ello, todo un cúmulo de frustraciones. La forma que tienen los niños de manifestar su agresividad es diferente a cada edad.

Cuando son bebés se sienten obligados a plegarse a nuestras costumbres y exigencias, pero cuando son un poco más mayores… las cosas cambian. Los niños más agresivos suelen ser aquellos que durante su infancia padecieron la separación de los padres ya sea por fallecimiento, abandono… Para poner freno a la agresividad de nuestro hijo tendremos que poner en marcha un pequeño «plan de choque».

Soluciones prácticas para niños que pegan

1. Cuando ha mordido a alguien

En primer lugar si mordió a alguien o así mismo procederemos a curar rápidamente las heridas. Aunque parezca una tontería conviene tratar inmediatamente este tipo de lesiones pues las bacterias de la boca podrían terminar jugándonos una mala pasada.

Después, convendrá que le expliquemos con mucha calma que lo que ha hecho no está bien. Lo que no debemos hacer nunca es castigar al niño con amenazas o pegarle por su conducta agresiva. Si lo hiciésemos le estaríamos enviando mensajes contradictorios: «Mamá me dice que pegar está mal, pero en cambio bien que ella me ha dado tres azotes».

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2. Cuando ha pegado a alguien

– Aislarle. Una alternativa para conseguir mejorar la conducta del niño es intentar aislarle cuando se muestre agresivo. Podemos decirle, por ejemplo, que se quede en su cuarto o en una esquina del jardín o parque un buen rato. Así, mientras se aburre sin tele o sin juguetes, podrá pensar en lo mal que se ha comportado.

– Reforzar la conducta contraria elogiándole cada vez que sea agradable y correcto con los demás. Si la agresividad de nuestro hijo solo aparece cada vez que intenta conseguir una chuchería, debemos procurar mantenernos firmes. Por mucho que llore o grite, por mucho que se tire en al suelo o se ponga a patalear cada vez que vamos a la bollería no debemos ceder. Cuando se canse de gritar le haremos ver que con esa actitud no va a conseguir absolutamente nada.

– Hacerle poco caso. También debemos intentar no prestar mucha atención a sus arrebatos. En algunos casos, lo único que pretenden los niños es llamar la atención por lo que debemos hacerles ver que esta no es la mejor vía para conseguir sus propósitos.

Casos complejos

En el caso de que a pesar de nuestros esfuerzos la conducta de nuestro pequeño no mejore quizá sea conveniente que analicemos si puede haber algo en la dinámica familiar que no funcione: Un nuevo hermanito del que sienta celos, ausencias prolongadas de papá o mamá, imágenes de la televisión que le afecten demasiado…

Pensemos que a veces, los dibujos animados preferidos de nuestros hijos: Pokémon, Bola de Dragón… están cargadas de violencia.También es posible que la actitud de nuestro pequeño tenga un origen genético o, incluso, hereditario con lo que convendría que consultásemos a un especialista.

De todos modos, no nos angustiemos precipitadamente. Éstos suelen ser casos aislados por lo que debemos considerar antes otras posibilidades antes de angustiarnos innecesariamente pensando en esta opción.

6 consejos para niños que pegan

1. Si nuestro hijo nos pide las cosas de malos modos, no cumplamos lo que nos pide por mucho que grite, hasta que lo diga correctamente. Podemos decirle: «No te escucharé hasta que no me pidas correctamente lo que quieres. Tú sabes cómo hacerlo».

2. Podemos intentar enseñarle, a través de cuentos o de historias inventadas por nosotros mismos, el valor del respeto hacia los demás y hacia las otras opiniones. De esta forma iremos consiguiendo que nuestro pequeño vaya creciendo en flexibilidad y tolerancia.

3. Si nosotros le damos azotes cuando se porta mal o le mordemos de forma cariñosa lo más probable es que nuestro hijo termine por hacer lo mismo por pura imitación. Evitemos confundirle con mensajes contradictorios. «Pegar está mal» y papá y mamá tampoco lo tienen que hacer.

4. Una cosa es regañarle cuando pegue a un niño y otra diferente es avergonzarle en público. Cada vez que tengamos que ponerle «los puntos sobre las íes» debemos procurar hacerlo en privado. Quizá sea bueno, incluso, esperar a que lleguemos a casa. Así todos estaremos mucho más calmados y podremos afrontar el problema con más tranquilidad.

5. Una buena forma de luchar contra la agresividad es elogiar la conducta contraria. Si alabamos a nuestro hijo cada vez que se comporte de una forma agradable y correcta, es seguro que con tal de hacernos felices procurará comportarse cada vez mejor.

6. Si es fácil prever que está a punto de iniciarse una pelea, lo mejor es intentar distraerle cambiando de juego o de actividad. Así, lo más probable, es que termine olvidando del motivo de su disgusto.

Irene Gutiérrez
Asesoramiento: Teresa Artola. Doctora en Psicología y Orientadora familiar

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