Además de las diferencias biológicas, esas que notamos a primera vista, también nos damos cuenta de que hombres y mujeres presentamos psicologías diferentes en muchos aspectos. ¿De quién es más propio darle vueltas a un tema en la cabeza una y otra vez? ¿Y de quién quejarse desoladamente cuando está enfermo?
Antes de quedar con unos amigos a tomar algo lo más habitual es que un hombre se pone unos vaqueros, la primera camiseta que huela a limpio y su par de zapatos. Una mujer se pone un vestido, se da cuenta que hace fresco y va a necesitar medias, por lo que cambia de modelo; así que se pone vaqueros. Se decide por una camiseta, unos zapatos bonitos y elige un jersey de tacto suave, pero que no combina con la camiseta; así que se cambia de camiseta. Se mira al espejo, se maquilla, se deja el pelo suelto, y al subir al coche se mira al espejo una última vez y se hace una coleta.
Estas descripciones estereotípicas hablan sobre las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres. Y es que no solo nuestros cerebros son diferentes, también lo son nuestros procesos racionales y emocionales. Estas diferencias psicológicas, si bien tienen influencias sociales y biológicas, son independientes de ambos factores.
Diferencias entre la psicología masculina y la femenina
De hecho, hay hombres que piensan como mujeres y mujeres que piensan como hombres. Esta característica es independiente de la atracción sexual y es independiente del sexo con el que te identifiques. Esto hace que hombres, muy masculinos sean metrosexuales y que mujeres muy femeninas no tengan ningún interés en arreglarse. Es habitual, también, que una persona con psicología femenina busque una pareja con psicología masculina y viceversa.
La psicología masculina es práctica, funcional y repara poco en lo social. Con un objetivo en mente, deja de lado cuestiones externas y sensibilidades emotivas. La psicología femenina es más sentimental y social. Busca tener todas las cartas sobre la mesa y, si bien las mujeres también tienen algo en mente, buscan ser empáticas, calcular las percepciones sociales y tener en cuenta a todos a los que concierne. Esta es la explicación por la que ellas suelen querer limpiar la casa a fondo antes de tener visitas, arreglarse antes de salir de casa o comunicar algo difícil.
Asimismo, podríamos definir la psicología femenina como más cauta. Teniendo en cuenta todas las variables, suele considerar de importancia, tanto las posibilidades negativas, como las positivas. La psicología masculina, por lo contrario, toma decisiones de mayor riesgo y mide si lo positivo es superior a lo negativo.
Así manejamos las emociones negativas hombres y mujeres
En cuanto a las emociones negativas, la psicología femenina maneja su agresividad de manera diferente que la masculina. Vuelca hacia dentro su enfado y su agresividad, consumiendo internamente los percances del día a día hasta que cruza un determinado umbral. Entonces, algo que quizás sea mucho más insignificante que muchas otras cosas acumuladas, hace que grite, llore o se enfade de manera desproporcionada para esa última gota. Esto se debe a que esta externalización no solo refleja ese último enfado, sino todo lo acumulado hasta entonces.
Por el contrario, la psicología masculina externaliza su agresividad y enfado instantáneamente. Se queja sin filtro, expresa su enfado físicamente con facilidad pero, sin duda alguna, lo último que hace es interiorizarlo. Un perfecto ejemplo se observa frente a la enfermedad. Ante una gripe, una personalidad femenina se toma una pastilla y sigue con su día. Se traga su incomodidad y hace lo que tiene que hacer. Una personalidad masculina, por el contrario, pone cara de circunstancia, y parece estar en su lecho de muerte ante cualquier interacción que tenga ese día.
La psicología masculina es muy directa y de relaciones sencillas. En principio funcionan por causas y consecuencias simples. Tengo un problema, lo comunico. Tengo hambre, como. Si no eres mi enemigo, somos amigos. La psicología femenina es más compleja y siempre está teniedo un gran número de variables en cuenta. Si no eres mi enemigo, eso no nos hace amigos. Si tengo un problema, antes de comunicarlo tengo que considerar cual es la manera más adecuada de hacerlo. Si tengo hambre, tengo que valorar qué y cuándo voy a comer, si debo comer ahora cuando he quedado a comer más tarde, si ya he comido algo de lo que me arrepiento y lo mejor será no comer entre comidas.
La psique masculina dice lo que piensa y le cuesta entender que, a veces, la otra persona no busca la verdad directa, sino una aprobación o escuchar lo que quiere oír. La femenina busca no herir y, por el contrario, ofrecer apoyo social a los demás. Por este motivo, las personas con psicología femenina ofrecen muchos cumplidos, ayudan y se disculpan con frecuencia, incluso por cosas que no son su culpa.
Diferente percepción de los problemas
La psicología masculina busca resolver problemas. Cuando alguien les cuenta algo, inmediatamente ofrecen una solución. Muchas veces la psicología femenina lo que busca no es una respuesta de acción, sino sencillamente comunicar su situación. Esta percepción diferente de los problemas puede llevar a conflictos donde una persona de psicología masculina espera que una persona con psicología femenina le ofrezca una solución que no recibe, o donde una persona de psicología femenina recibe un consejo frustrante cuando todo lo que buscaba era apoyo.
Las mujeres que interiorizan su enfado y sus dificultades; están más predispuestas a deprimirse. Por otra parte, suelen pensar las cosas múltiples veces. En ocasiones, esto puede ser una gran ventaja, pero otras veces puede ocasionar espirales de negativismo.
La psicología femenina concede gran valor al elemento social en su vida. Las relaciones juegan un papel de enorme relevancia, por lo que, cuando algo no va bien, es común que les afecte mucho más que a aquellos con psicología masculina. Las personas con psicología femenina le dan tanta importancia al lado personal y social que suelen percibir este factor como primordial. Les es mucho más razonable pensar que el motivo detrás de las cosas se debe a factores personales que a factores externos. Como consecuencia, la probabilidad de que se consideren personalmente responsables y culpables es más alta.
Dra Maite J. Balda. Psicóloga y doctora en Neurociencias Cognitivas
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