La creciente necesidad que experimentan los jóvenes de sobreexponer su vida personal se puede relacionar con una necesidad de aprobación permanente. Si esa aprobación se obtiene, los jóvenes se vuelven narcisistas, pero si no se alcanza, la frustración retorna bajos niveles de autoestima.
La psicóloga Elena Villa dice que con las redes sociales «se da a conocer una falsa identidad porque lo que muestran solo refleja aspectos positivos de la vida del usuario». Por eso, con las redes sociales el joven ve dañada la imagen que tiene de sí mismo, pues, como asegura Elena Villa «la retroalimentación informativa que los jóvenes reciben de las redes cobra para ellos un papel muy importante».
Por eso, de entre los problemas más sonados que se desprenden del empleo poco acertado de las redes sociales y las tecnologías destaca el relacionado con los trastornos alimenticios, tales como la anorexia y la bulimia.
El factor visual del escaparate psicológico
Así, encontramos perfiles que fomentan hábitos de alimentación inadecuados y otros que promueven el uso de la imagen como un recurso. Los usuarios suben fotografías de manera incesante y ese exhibicionismo repercute de alguna manera en los trastornos de alimentación.
Al agregar el factor visual, se acentúa el componente de la comparación. Hay que tener en cuenta que los adolescentes están construyendo su identidad y el progresivo descubrimiento que están haciendo de su cuerpo se deja modular por la sociedad, que expresa su parecer en Internet. Por eso las consecuencias de ese descubrimiento pueden ser mejores o peores según la aceptación que hayan tenido las imágenes que el menor haya difundido a través de sus perfiles en las redes sociales.
El proceso de formación de la personalidad se caracteriza por una fuerte sensibilidad a la presión social y la crítica así como por el interés exacerbado de gustar a los demás. Todas estas circunstancias son objeto de modulación de las redes sociales.
Amigos por todas partes
En cualquier red social hay que comenzar por enseñar a nuestros hijos a conservar su privacidad. Si en sus perfiles no selecciona la opción «privatizar» o «cuenta privada», cualquier usuario de esa misma red social podrá visualizar y descargar los contenidos que vaya publicando de forma periódica, ya sean vídeos, textos o imágenes. Por eso es importante enseñar al menor a no subir contenido comprometido y a elegir bien a sus amigos. Debemos transmitirle la importancia de no hablar con desconocidos porque cualquiera puede generar con relativa facilidad un perfil falso en una red social.
Los adolescentes pueden confundir la amistad real con la recepción de una solicitud de amistad, que no es más que una petición a conectar a través de las redes sociales. Cuando la solicitud se acepta, quien la haya enviado pasa a formar parte de la lista de amigos o contactos del usuario receptor de la invitación. Se crea así una falsa ilusión de amistad y eso puede ser especialmente peligroso para los adolescentes.
Los amigos no son meros conocidos
En España según un informe que maneja educaweb.com, el 83 por ciento de los adolescentes utilizan redes sociales. Un alto número se conecta a diario. Diversos estudios ponen de manifiesto que los adolescentes se sienten aislados, incomunicados e incompletos si no tienen acceso a las redes y en estos datos se basa Villa para asegurar que la red social debe ser una herramienta para complementar el proceso de relación social, nunca para sustituirlo. Considera que es importante que los padres conozcan bien el funcionamiento de las distintas redes sociales que los niños tienen a su alcance para poder hacerles conscientes de los riesgos que tiene la difusión de información.
Aunque sabe que el diálogo es a veces complicado porque los adolescentes son reacios a compartir su intimidad, Elena Villa aconseja conversar con ellos y poner límites claros.
Adivinar los límites
Conviene enseñar a los menores a detectar los casos de ciberbullying o acoso de su grupo de iguales a través de las redes sociales, ya que muchas veces los adolescentes utilizan fotos o vídeos para burlarse de otro menor. Esa chanza se extiende como la pólvora pues no hay que olvidar que las redes sociales son tremendos amplificadores.
Los niños tienen que saber distinguir también los posibles casos de cibergrooming, protagonizados por adultos que tratan de obtener imágenes de menores con contenido sexual. Ante estos peligros hay que enseñarles cómo actuar y pedir ayuda pero lo más importante es la prevención. Los jóvenes deben ser responsables y cuidadosos. Tienen que ser conscientes de que en cualquier momento se puede perder el control de la información que circula por la red.
No conviene por estas cosas que los jóvenes confíen plenamente en sus contactos. Por otro lado, hay que tener cuidado con la dependencia que genera el uso excesivo de las redes sociales, porque puede restar tiempo al estudio y a las relaciones interpersonales En definitiva, como dice Elena Villa, las redes sociales deben sumar y nunca restar y en ningún caso pueden ser la vía de seguimiento de una vida en directo.
Elisa García Faya
Asesoramiento: Elena Villa, psicóloga
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