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Enseñar matemáticas: un mundo de lógica

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Para enseñar matemáticas a un niño no hace falta ninguna regla de cálculo ni marearle con teoremas y explicaciones complicadas. En realidad, las matemáticas forman parte ya de su vida y de su experiencia: el mundo tiene un orden lógico, los objetos se diferencian o se parecen por su forma y medida… Poco a poco, y desde que los niños son muy pequeños podemos ir despertando su curiosidad racional y experimentando: las matemáticas son algo cotidiano.

Las matemáticas pueden ayudar al niño a crecer en un aspecto muy importante de su personalidad: el desarrollo de la capacidad de razonar y la adquisición de las estructuras lógicas del pensamiento. Un proceso, que si es armonioso, servirá de base para muchos otros aprendizajes en la vida. Para enseñar matemáticas, sólo hay que vivirlas; en todo lo que nos rodea podemos reconocer sus propiedades para clasificar, ordenar, relacionar…

Las matemáticas en la vida diaria

Para enseñar matemáticas y vivir la experiencia númerica no sirve de nada querer transmitir conocimientos superiores a la capacidad de cada hijo o enseñar temas abstractos. Vivir las matemáticas consiste en fijar la atención de los hijos en la relación espacial de los objetos, sus propiedades geométricas, líneas, superficies, distancias, tamaños… Vivir las matemáticas abre un nuevo horizonte a los niños; así es el descubrimiento del fascinante mundo de los números y sus leyes.

Cuantas más oportunidades demos de experimentar, observar y reflexionar sobre el mundo que le rodea, mejor será su aprendizaje. Los niños aprenden matemáticas de forma natural cuando realizan ciertas actividades, por ejemplo manipulativas, que se relacionan con los objetos y elementos de su entorno.

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Vocabulario claro para enseñar matemáticas

Los niños y niñas también necesitan ayuda para expresarse verbalmente, con un vocabulario propio, claro y adecuado que les ayude a vivir las matemáticas desde pequeños: «éste es más grande que aquel», «esta figura es un círculo», «pongo esto aquí, porque lo ordeno por colores»… Y todo ello puede realizarse como un juego, porque las matemáticas pueden tener un carácter lúdico, si se saben presentar de una forma divertida y estimulante, es decir, se puede enseñar matemáticas a través de la diversión.

Los padres tenemos la función de motivar, transmitir entusiasmo, organizar el material, coordinar, proponer, hacer preguntas y dejar actuar al niño sin dar esquemas rígidos. Sí, ayudamos e informamos pero siempre favoreciendo que nuestro hijo progrese en su propia autonomía y autoestima.

Unos materiales muy matemáticos

Para aprender matemáticas pueden servir todo tipo de materiales, que pueden colocarse en cubetas y éstas en un armario de estanterías accesibles al niño. Entre los materiales, pueden utilizarse botones de todos los tamaños formas y colores, pinzas de la ropa, de plástico o madera, con muelle o sin él, tapones de corcho o plástico, bigudís de plástico, tornillos de diferentes tamaños y roscas, cadenas con eslabones de distinta longitud y anchura, piezas de dominó, baraja de cartas, tubos de plástico, llaves de plástico de los bebés, dados, macarrones de plástico (de las cortinas), bolas de plástico, corcho, «porespán» o cristal, cuerdas y cordones de zapatos, persianas, pita o algodón, de diferente longitud y grosor, construcciones, piedras de la playa de diferentes tamaños, lentejas, garbanzos, judías y muchos otros objetos, todos ellos de distintos materiales, formas, tamaños, texturas y colores.

Tiempo para jugar a los números

Hoy día, tanto el padre como la madre realizan trabajos fuera del hogar. No hay duda de que los padres deben buscar un tiempo para dedicarlo a sus hijos. Y este tiempo es oro, hay que aprovecharlo al máximo: ¡y qué mejor que jugando con los hijos! La manipulación de objetos, el contacto directo con los diferentes materiales, la curiosidad que hace preguntas, la experimentación que busca respuestas, los descubrimientos o los inventos… son actividades inherentes al crecimiento de todo niño.

Pero a la vez, el niño deberá aprender a reflexionar, a encontrar relaciones, a construir asociaciones, a buscar resultados y comprobarlos y a verificarlos. Por ello necesita que su padre o madre le ayude, ya que puede ser el mejor compañero del juego.

Ordenadores, ¿sí o no?

Para las matemáticas y el aprendizaje de los niños, el uso de los ordenadores tiene una serie de ventajas para dar valor a las matemáticas en otras áreas de conocimiento:

– Realizan un proceso de autoaprendizaje cada vez más autónomo.
– Adquieren destrezas y habilidades relacionadas con la psicomotricidad fina y muy pronto desarrollan la concepción espacial más allá de un solo plano: trabajan en dos y tres dimensiones, se mueven entre el ratón y la pantalla, entre planos contrarios sin dificultad.
– Adquieren una alta comprensión del lenguaje iconográfico y visual. Esto les ayudará en gran medida al desarrollo de la posterior o simultánea comprensión lectora.
– El ordenador nunca pierde la paciencia, nunca se enfada, el niño puede equivocarse una y otra vez, relajándose y corregir él mismo su acción repitiéndola. Realizando tareas por ensayo y error crece su autoestima.

Es aconsejable poco tiempo, de 10 a 20 minutos según la edad y además es necesario que esté acompañado de los padres. Existen programas en el mercado que se adaptan a las edades de 3 a 8 años. 

Teresa Vidal Chillida. Coordinadora de Educación Infantil. Colegio Aura.. Institución Familiar de Educación

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