Ante la llegada de un nuevo hijo es habitual que se produzcan numerosas dudas y temores, aparte de las lógicas alegrías. ¿Cómo afecta a la rutina familiar el nuevo nacimiento de un bebé? Evidentemente, nos enfrentamos a unos momentos sumamente especiales que debemos tratar de convertir en un buen punto de partida para construir una relación feliz… O, por lo menos, lo más satisfactoria posible.
La vuelta a casa tras el parto significa el regreso a la normalidad, si es que realmente se le puede llamar así. Cuando nace un bebé, todo el orden familiar anterior se ve alterado de alguna manera: se acabaron las placenteras siestas de dos horas y, sobre todo, las salidas con los amigos en cualquier momento.
El recién nacido, que no conoce ni entiende de horarios mas que el que le imponen sus necesidades fisiológicas, llora cuando menos conviene, y requiere la presencia de su madre precisamente cuando ésta se encuentra ocupada en otros quehaceres más o menos importantes.
El agotamiento físico de los primeros meses
A todo ello suele unirse el agotamiento físico que sufre cualquier mujer tras el parto. Y es que, cuando se da a luz lo más habitual es sentirse cansada. En la mayoría de las ocasiones, esta sensación se debe a algo tan simple como al propio esfuerzo realizado durante el parto, la falta de reposo (debemos tener en cuenta que un parto equivale al esfuerzo realizado al correr un maratón de 40 kilómetros y… si nos solemos cansar simplemente con subir las escaleras de nuestra casa, ¿cómo no estar agotados tras haber corrido un interminable maratón?) o, por qué no, a los habituales cambios hormonales que se producen después del alumbramiento.
Así las cosas, antes que comencemos a desesperarnos es importante que intentemos organizarnos. Quizá la solución se encuentre en conseguir que alguien nos venga a echar una mano, aunque tengamos que recurrir a esa cuñada con la que no nos llevamos excesivamente bien y con la que, además, hemos tenido dos o tres palabras… O, simplemente, que comencemos a repartir unas cuantas tareas entre cada uno de los miembros de la familia, incluido nuestro marido… por mucho sea un perfecto inútil en lo que a la casa se refiere. Además, ¿qué podríamos salir perdiendo? ¿Una discusión con nuestra cuñada y unos cuantos platos rotos por nuestro marido? Pues, mejor así que no completamente agotadas.
La casa también volverá a la normalidad
En cualquier caso, debemos tratar de ser lo más flexibles que nos sea posible. Sobre todo durante los primeros días, no pretendamos que todo esté a la perfección, porque será prácticamente imposible que lo consigamos. Es más, si hiciésemos una encuesta entre las mujeres que acaban de dar a luz descubriríamos que el panorama habitual de sus queridos hogares durante los primeros meses suele ser más parecido al escenario de un frente de guerra que al de una casa normal.
Así, si tenemos que convivir con montones de ropa sin planchar o unos cuantos platos sucios atrasados no nos tiremos de los pelos, apoyémonos en las estadísticas, respiremos profundo y sonriamos. Y es que, lo normal hasta que el niño comience a tener un horario más estable, es que la casa tenga que quedar en un segundo plano. Poco a poco, todo volverá a la normalidad aunque eso ahora nos parezca una misión completamente imposible.
Un buen truco, que suele ofrecer excelentes resultados, es intentar aprovechar las horas de sueño del niño para hacer las tareas más imprescindibles o que, sencillamente, nos queden pendientes. Eso sí, hagámoslas rápido ya que estos breves remansos de paz no suelen durar más que dos o tres cortíííísimas horas.
El paseo diario del bebé
El paseo diario, por su lado, puede ser un momento ideal para la relajación. Sobre todo ahora que se acerca el buen tiempo, la posibilidad de olvidarnos durante un rato de la plancha y la comida, de salir al parque, caminar durante unos cuantos minutos al día, el sol… serán una fuente inagotable de energía. Además, esta pequeña rutina tan importante para el niño (es fundamental para nuestro hijo salir de casa y recibir la beneficiosa luz solar) nos permitirá ir creando por fin en nuestro pequeño una cierta regularidad en sus hábitos y horarios hasta ahora tan descontrolados.
Una opción a la que no debemos renunciar es a la colaboración de nuestros parientes y familiares más cercanos. Siempre que lo necesitemos y, por mucho que ellos se resistan, podemos delegar en ellos el cuidado y vigilancia del niño durante unas cuantas horas. Nuestro pequeño, sobre todo si coincide con cualquiera de sus siestas, no percibirá nuestra ausencia y nosotros, en cambio, podremos disponer de un tiempo precioso para nosotros mismos.
La colaboración de los hijos mayores
Del mismo modo, si tenemos hijos mayores siempre podremos solicitarles ayuda, sin sobrecargarles, en el cuidado del niño. Eso sí, preparémonos para escuchar todo tipo de excusas: Desde exámenes de última hora hasta inevitables citas imposibles de anular, todo serán problemas sobre todo si les pedimos colaboración durante el fin de semana. Así para evitar que se produzcan estampidas, podemos intentar organizar turnos o, simplemente, establecer las tareas de las que se encargará cada uno, ya se encuentren relacionadas con el pequeño o no.
Aunque nos cueste imponer esta disciplina, la distribución del trabajo nos permitirá andar más desahogados a lo largo de toda la jornada. Además, es bueno que la llegada de un nuevo hermanito implique a toda la familia, incluidos, los hermanos más mayores.
Otro bebé: consejos para sobrevivir a los primeros meses
1. Cuando estés con el bebé dedícale toda nuestra atención. Cada cosa debe tener su momento: los niños, nuestra mujer o esposo, las llamadas… Y es que, aunque parezca mentira nuestro pequeño es consciente de todo lo que le rodea, incluso, del nerviosismo o la dispersión de sus padres.
2. Si necesitas que alguien os ayude no lo dudemos ni un minuto, busquemos a quien nos pueda echar una mano. En ocasiones en mejor andar un poco «justos de dinero» que con los nervios completamente crispados.
3. Propongámosle a una amiga que también tenga niños pequeños establecer turnos para su cuidado. Así, un día a la semana podemos hacernos cargo de todos ellos con el fin de tener otro día completamente libre para nosotros.
4. Evitemos, siempre que nos sea posible, preocupaciones añadidas: Si estamos pendientes de hacer una reforma o mudanza, intentemos dejarlo para más adelante cuando el niño ya no nos necesite de una forma tan continuada.
5. Cuando el niño sea un poco más mayorcito quizá sea bueno que nos tomemos un pequeño descanso de fin de semana para disfrutar de nuestra propia compañía. Además, seguro que los abuelos o tíos están encantados de quedarse con el niño mientras nosotros pasamos unos días como si fuésemos simplemente «novios».
6. Si notamos que las cosas no funcionan y que nos sentimos especialmente cansadas acudamos al médico. Puede que simplemente se trate de cansancio pero también podría ser que padeciésemos de alguna carencia de carácter vitamínico.
7. En el caso de que tengamos hijos mayores puede que sea bueno que les solicitemos ayuda, sin sobrecargarles, en el cuidado del bebé. De este modo, podremos tener más tiempo para dedicarlo al resto de la familia.
Sobre todo cuando se produce la llegada de un bebé es bueno que hablemos con nuestro marido o mujer de nuestros sentimientos: Si estamos cansados, si tenemos algún tipo de carencia… Sólo así es posible construir una relación realmente feliz.
Marisol Nuevo Espín
Te puede interesar:
– Alta del recién nacido, qué debes saber antes de llevar a tu pequeño a casa tras el parto
– Los principales problemas en la piel de los bebés