A partir de los 8 años, los niños ya pueden empezar a distinguir entre el bien y el mal. Conviene plantear una educación de la justicia que destaque ciertas normas en los juegos, en la convivencia familiar y en el colegio. Estas normas deben mostrar con claridad lo que es justo y lo que no.
No se trata de que comprendan con profundidad los motivos -de lo que aún no son capaces-, sino más bien de ayudarles a adquirir los hábitos con cariño, comprensión y exigencia, y de procurar que vayan distinguiendo lo justo de lo injusto.
Por eso, es importante reconocer lo bien hecho y hacerles reflexionar si han actuado mal para que sean conscientes de que su conducta no ha sido justa. Todo lo anterior es una preparación para que más adelante valoren los derechos y deberes que toda persona tiene.
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También perciben lo que es «injusto» por la sensación de rebelión interior que las situaciones injustas les provocan.
Conviene aprovechar estas situaciones (el haber sufrido una injusticia) y ayudarles a reflexionar: «¿Por qué está mal lo que te han hecho? Tú, en situaciones parecidas, ¿cómo has actuado?». Esta reflexión es importante y debe llevar al juicio de situaciones, a saber ponerse en el lugar del otro, a la comprensión y al perdón, más que a la venganza.
12 ideas para trabajar el concepto de justicia con los niños
1. Establecer un acuerdo con un hermano y luego cumplirlo.
2. Conocer, aceptar y respetar las reglas de los juegos.
3. Respetar la propiedad ajena: no quitar, no romper, pedir permiso para usar lo que es de otro, etc.
4. Respetar necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los hermanos, el silencio en momentos de estudio o trabajo, escuchar al que habla, llamar a la puerta, no interrumpir una conversación, etc.
5. Explicarle lo que es justo e injusto y el porqué.
6. Ayudarle a reflexionar ante hechos injustos (sufridos o cometidos).
7. Enseñarle a pedir perdón y a rectificar (a reparar la injusticia).
8. Ayudarle a considerar la diferencia de condiciones y circunstancias de distintas personas.
9. Enseñarle a ponerse en el lugar del otro.
10. Devolver lo prestado en buen estado.
11. Dar las gracias cuando se nos ayuda.
12. Respetar las normas de convivencia familiar: horarios, encargos, etc.
Educación para la justicia
La justicia exige dar a cada uno lo suyo y la generosidad pone el acento en dar más de lo que la justicia reclama. No son virtudes contrapuestas: la justicia es el cimiento de la generosidad, sin condición y la generosidad es el perfeccionamiento de la justicia.
Para enseñar a los niños a reflexionar entre el bien y el mal debemos empezar por enseñarles el equilibrio que existe entre el valor de la generosidad y la justicia.
La generosidad es una de las virtudes que más perfecciona a la persona, ya que está muy relacionada con el amor y la justicia, y necesita de la responsabilidad y la fortaleza para ponerse en ejercicio. La justicia es el cimiento que permite y facilita la convivencia, la base donde se asienta un valor que la trasciende y que va más lejos del mero respeto a los derechos: la generosidad. Ésta es la disposición firme y estable de la voluntad para dar todo lo que se puede, aun sobrepasando la medida de lo justo.
En el marco de estas dos virtudes sociales se pueden considerar los demás valores humanos que han de presidir la relación entre las personas, como son la aceptación y respeto de los otros, la tolerancia, la comprensión y la apertura, la amabilidad, la cortesía y el agradecimiento, el compañerismo y la amistad, el espíritu de servicio, la colaboración, la ayuda y la solidaridad.
Marisol Nuevo Espín
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