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Disgrafia, cuando la mala letra tiene altera las notas

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La disgrafia, el trastorno de escritura que afecta a la caligrafia.

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La dislexia es uno de los trastornos más habituales en la lectura. Pero, ¿existe una situación parecida a la hora de escribir? La respuesta es sí y su nombre es disgrafia Un problema que hace que los niños no puedan expresarse de forma correcta a la hora de redactar caracteres en un papel y conjugar letras. ¿Por qué no es tan conocida? Porque la mayoría de padres confunde esta situación con una mala caligrafía.

Si bien la mala letra puede resolverse con práctica, en este caso hay un trastorno que debe ser tratado de forma más profunda. Desde Psicopedia se dan las pautas necesarias para reconocer estas situaciones y poner en marcha los mecanismos necesarios para que la la disgrafia pueda ser tratada de forma efectiva.

Definición de disgrafia

Desde Psicopedia se define la disgrafia como «el trastorno de la escritura que afecta a la forma o al contenido y la manifiestan niños que no presentan problemas intelectuales, neurológicos, sensoriales, motores, afectivos o sociales.» Se pueden diferenciar dos síntomas a la hora de reconocer la presencia de este problema:

– Los primeros, denominados signos secundarios globales. Entre ellos podemos encontrar la postura inadecuada, soporte incorrecto del lápiz, bolígrafo, etc., mala presión del mismo o velocidad de escritura excesivamente rápida o lenta.

– Los segundos son los síntomas específicos, ponen su atención en elementos del propio grafismo como gran tamaño de las letras, letras inclinadas, deformes, excesivo espaciado entre letras o muy apiñadas, enlaces indebidos entre grafemas, letras irreconocibles y, en definitiva, texto de difícil comprensión.

El diagnóstico de la disgrafía debe tener en cuenta también el factor edad, dado que este trastorno no empieza a manifestarse hasta después de haber iniciado el período de aprendizaje (después de los 6-7 años). Determinar la presencia de este trastorno en edades previas puede llevar a errores y al inicio de un tratamiento que dificulte más de lo que ayude.

Tratamiento de la disgrafia

Si se determina la presencia de este trastorno en los niños, será necesario poner en marcha los mecanismos para tratarlo. Un proceso que conlleva los siguientes puntos y que se enfoca en unos campos determinados:

– Procesos motores. El tratamiento de la disgrafia conlleva la necesidad de conseguir la independencia brazo-hombro, antebrazo-brazo, etc., acabando con la independencia de los dedos, antes de proceder a la reeducación de los procesos motores.

Las posibles actividades se centrarán en realizar círculos con el brazo a distintos ritmos; lanzamientos de objetos (canasta, diana…); flexión y extensión de la muñeca, botar una pelota, ensartar bolas u objetos, trabajar con plastilina o un punzón, etc.

– Procesos morfosintácticos. El objetivo es enseñar al niño a construir frases sintácticamente correctas. Este tratamiento puede empezar por frases simple (sujeto-predicado), aumentando progresivamente la complejidad.

– Procesos léxicos. Aquí el objetivo se centra en enseñar el vocabulario ortográfico básico, reglas de correspondencia fonema-grafema y habilidades fonológicas de segmentación. Es conveniente realizar actividades con grupos reducidos de palabras.

Damián Montero

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