La Navidad se suele confundir con una incesante cantidad de regalos. Tener un pequeño detalle con las personas especiales no está mal, sin embargo se puede malinterpretar el verdadero significado de estas fiestas. La realidad es que siempre es mejor ofrecer tiempo en familia que artículos materiales, un recordatorio que realiza la Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria, AEPap.
Un consejo que resumen con una sola frase «más juego y menos juguetes«. Un lema que muchos padres deberían interiorizar en esta Navidad para recordar que tras un año en donde el tiempo con sus hijos suele escasear, ahora es el momento de aprovechar el tiempo libre que ofrecen las vacaciones para afianzar el tiempo con sus los más pequeños y trabajar en este sentido.
Transmitir valores
Como ya se ha dicho, la Navidad es una época para aprovechar en familia y disfrutar del tiempo en compañía de los seres queridos. Sin embargo, en los últimos años el consumismo ha provocado que muchos hogares hayan dado una mayor importancia a los regalos materiales.
Hay que recordar que el ser humano es social por naturaleza. Desde muy pequeños se valora de forma muy positiva el tiempo en compañía de otros semejantes. El contacto físico y emocional es muy importante a la hora de desarrollarse, ¿por qué no convertir esto en el verdadero regalo?
Por ello desde AEPap se recomiendan las siguientes acciones esta Navidad:
– Que los propósitos para el año nuevo incluyan disponer de un poco más de nuestro tiempo para jugar con los hijos.
– Jugar con los hijos desde que son pequeños. Esos «juegos en el regazo» en que el encuentro cara a cara y la risa del final favorecen el apego y proporcionan al bebé seguridad.
– Que cada jornada incluya un rato para disfrutar en familia, rodar por el suelo, gatear o cabalgar. También para leer juntos, imaginar historias, practicar juegos de todas clases.
– Dejar que vuele imaginación con ellos, y sirviendo de modelo
– Recuperar los juegos de mesa compartidos. Todos son interesantes para favorecer el desarrollo de capacidades mentales: memoria, lógica, visión espacial. Y además, con ellos aprenderán a aceptar reglas, a esperar el turno, a encajar derrotas o a disfrutar de esas pequeñas victorias. Los clásicos (oca, parchís, naipes, damas, ajedrez…) y los modernos (monopoly, de preguntas, de dibujar y acertar…).
Damián Montero
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