La formación de la personalidad es un proceso que abarca varios años y en donde entran en juego numerosos factores. Tanto la genética como la influencia externa explican cómo a la larga es una persona. Entender este camino permitirá conseguir los mejores resultados en el proceso de crianza de los más pequeños, consiguiendo que se conviertan en adultos ejemplares.
¿Qué diferencia a una persona envidiosa de otra generosa? ¿Cuál es el camino que se sigue hasta completar los rasgos de cada individuo? El Síndrome de Solomon explica la aparición de ciertos comportamientos partiendo del complejo de inferioridad que surge de la comparación con otros niños.
Sentimiento de inferioridad
El Síndrome de Solomon trata de explicar la envidia partiendo de una escasa autoestima y de un sentimiento de inferioridad. Aquellos que desarrollan este punto de vista se fijan en el éxito de otras personas, y en lugar de entender que ellos también pueden conseguirlo, creen que los logros del resto se deben a una injusticia. En definitiva, lo que lograron es por mero azar.
Desde la Federación de Enseñanza Feuso se indica que en ocasiones el Síndrome de Solomon es resultado de la presión que se ejerce sobre los niños. Muchos padres ponen altas expectativas sobre sus hijos y éstos sienten que deben cumplir con ellas. Cuando ven que no pueden y que otros sí lo consiguen generan un sentimiento de envidia hacia ellos.
La presencia del Síndrome de Solomon, por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de confianza. Los niños creen que su valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente los valore, otorgando demasiada importancia a lo que los demás opinen de nosotros. Por otro lado también se evidencia una educación en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos.
Estos son algunos rasgos de los niños con esta personalidad:
– Tener baja autoestima.
– Ser inseguros y tener poca confianza en sí mismos.
– Ser tímidos y muy complacientes con los demás.
– Ser dependientes.
– Infravalorarse y sobrevalorar a los demás.
– Ser indecisos y pedir demasiados consejos a las personas de su entorno.
Superar el Síndrome de Solomon
Lo primero es reconocer que existe un problema y hacer comprender a los niños que el éxito del resto no es culpa suya. Los padres deben hacerles ver que son válidos y pueden obtener las metas que se propongan, siempre que trabajen para ello. La meta es reducir este complejo de inferioridad.
También hay hablar con ellos para que entiendan que no ocurre nada por nadar contracorriente y terminar cumpliendo unos objetivos distintos a los del resto.
Hay que intentar explotar aquellos rasgos propios y evitar que el resto marque el camino a seguir. Hay que educar para reconocer las estupendas oportunidades de realizar algo que se ajuste a los rasgos de su personalidad en lugar de seguir un itinerario distinto por obligación.
Damián Montero
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