La memoria es una de las funciones cognitivas más importantes y la que, probablemente, más preocupación crea cuando empezamos a notar en ella los primeros fallos o despistes. Hay olvidos que consideramos benignos, que son los cotidianos, que en principio son normales y le pueden ocurrir a cualquiera.
Olvidos cotidianos y deterioro cognitivo
Lo primero que sucede y la persona tienda a notar es que le falta la memoria sobre hechos recientes, no recuerda los nombres, no encuentra las cosas, las deja olvidadas, tiene sensación de tener «la palabra en la punta de la lengua…». Solo indican una patología si son muy frecuentes o si son olvidos determinados, como no recordar la casa donde se vive o perderse en un recorrido habitual.
¿Cuándo preocuparse por el deterioro cognitivo?
Debemos distinguir entre lo que se considera normal y las señales de alarma. Estas son algunas de las señales de alarma a las que debemos estar atentos:
1. Cuando no se recuerda el nombre de personas muy cercanas, como familiares.
2. Cuando no se consigue aprender una acción nueva como, por ejemplo, hacer funcionar un mando nuevo de televisión, aunque sea muy simple.
3. Cuando el problema de la palabra en la punta de la lengua se repite tan a menudo que se hace difícil comunicarse con los demás.
4. Cuando nos despistamos tanto que nos desorientamos.
5. Cuando perdemos objetos en casa, o los ponemos en sitios poco frecuentes, o incluso nos quejamos de que nos los cambian de sitio, que nos los esconden… Ahí sí que puede haber detrás un deterioro cognitivo.
¿Cómo prevenir el deterioro cognitivo en la vejez?
En primer lugar, evitar los factores de riesgo que alteran el cerebro: la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto, el sedentarismo, la obesidad… Van a producir trastornos en la sustancia blanca del cerebro y van a provocar problemas de atención y de memoria. Se recomienda tomar la tensión al menos cada seis meses, seguir los controles y tomar la medicación que le indiquen. De igual manera, hay que hacerse al menos una analítica de sangre anual, con el objetivo de medir niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa y control de colesterol en sangre y la diabetes.Y se recomienda llevar a cabo un examen ocular y de agudeza auditiva una vez al año. Dentro de los llamados «factores protectores», también se encuentra se encuentra el ejercicio físico regular, evitar el sedentarismo y por tanto la inactividad y la obesidad.
En segundo lugar, aumentar la reserva cerebral haciendo ejercicios de estimulación cognitiva o gimnasia cerebral y memoria (pasatiempos, sudokus, sopas de letras…). Los juegos de mesa, como las cartas o el dominó, hacer pasatiempos (sopa de letras, encontrar diferencias, unir puntos, etc.) y el dibujo libre constituyen un ejercicio positivo de estimulación cognitiva. Hay webs online, públicas y gratuitas, dónde poder descargar cuadernos de ejercicios de estimulación cognitiva en el domicilio y juegos interactivos para ejercitar la memoria e incrementar el rendimiento cognitivo del paciente.
En tercer lugar, llevar una vida sana, con una alimentación saludable, hipocalórica, rica en antioxidantes (vitaminas A, C y E), fibra y rica en ácidos grasos «esenciales» como el omega 3, 6: como los presentes en el aceite de oliva, aguacate*, en las semillas (girasol, soja, maíz…), nueces y margarinas, y pescados grasos (sardina, caballa, salmón,*)En nuestra dieta deben estar presentes de manera abundante frutas, verduras, hortalizas, cereales integrales, legumbres…También es importante que incluyamos los frutos secos (mejor crudos): nueces, avellanas, almendras…Se recomienda no abandonar las actividades diarias habituales, mantener los hobbies y actividades de ocio. Hay que evitar el aislamiento, acudir a actividades culturales (cine, teatro, exposiciones, museos, etc.), y participar activamente en reuniones sociales.
La prevención es la solución.
Blanca Álvarez Crespo. Neuropsicóloga clínica de Psicólogos Pozuelo
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