Muchos factores influyen en el éxito escolar de los niños. Pero sin duda, uno de los más importantes es la concentración. Da igual cuántas horas se inviertan en una jornada de estudio si los sentidos están puestos en otro lugar. Muchas son las técnicas que ayudan a que un niño aumente su atención y pueda sacar el máximo partido a las jornadas de preparación.
Entre el catálogo de técnicas que hay para mejorar la concentración hay que añadir otra: el ejercicio. Así lo demuestra el estudio realizado por la Universidad de Jaén y que ahora publica la revista Research in Developmental Disabilities que suma el beneficio del aumento de la atención a los que ya se conocen de la práctica habitual de estas rutinas físicas.
Planificación de la actividad física
Este estudio recopiló información de 16 grupos de estudiantes desde enero del 2000 al mismo mes del 2017. En todos estos casos se analizó el grado de ejercicio que realizaban estos alumnos. Los resultados demostraron que en aquellos casos en los que el individuo realizaba ejercicio durante unos 20-30 minutos a una intensidad de entre el 40-75% mostraban mejores niveles de concentración.
Los investigadores destacan que estos resultados se relacionan con el hecho de que durante la práctica de ejercicio se activa el «factor neurotrófico«, proteína que favorece la supervivencia de las neuronas impulsando el crecimiento del hipocampo. De esta forma se incentiva la liberación de dopamina, neurotransmisor que favorece la conexión entre las células cerebrales.
Un descubrimiento que tiene especial relevancia para los estudiantes con Trastorno de Déficit de Atención, TDAH, al poder mejorarse los niveles de concentración a través del ejercicio. Por este motivo, los responsables de esta investigación instan a los padres de estos niños a planificar la actividad física de sus hijos para, de este modo, poder mejorar esta capacidad de una forma que ofrezca más beneficios a los más pequeños.
Beneficios del ejercicio
Como ya se ha dicho, la práctica de ejercicio en los más pequeños ofrece distintos beneficios a los más pequeños. Estos son algunos de los más reseñables:
– Creación de hábitos y adaptación a unas reglas, algo que podrá trasladar a su día a día.
– Mejora de su socialización y habilidades en este terreno al interactuar con otros.
– Mejora de su coordinación y habilidades motoras.
– Prevención de los problemas de salud relacionados con el sedentarismo y el sobrepeso.
– Mejora del descanso al llegar cansados al final del día.
– Si se practican en familia, estas actividades permiten el afianzamiento del vínculo entre padres e hijos.
Damián Montero
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