El hombre necesita ser corregido. Hay cosas que uno hace sin darse cuenta y otras, dándose cuenta. Una persona no corregida es una persona no valorada. Si queremos que alguien fracase rotundamente como persona, lo único que hay que hacer es no corregirle; ni en lo personal, ni en lo profesional.
Ahora bien, el acto de corregir debe ser dirigido por la prudencia. No se puede estar todo el día sermoneando, advirtiendo, censurando a una persona. El que cae en esa actitud logra fastidiar bastante la convivencia de los que le rodean y generalmente obtiene poco resultado.
Por el contrario, quien sabe decir las cosas, dosificándolas y en el momento adecuado, da con la clave para que su advertencia sea tenida en cuenta en otras ocasiones. Quien corrige sin ton ni son, es ineficaz, se desautoriza, no consigue que mejoren quienes le rodean y en ocasiones los hace enfadar.
El prestigio de una persona está directamente relacionado con el manejo que hace de la autoridad y ésta incide en el caso que le van a hacer, en la eficacia que va a tener las correcciones que haga.
Una persona con autoridad es una persona que sabe callar oportunamente. Es importante saber que cada uno de nosotros tiene sus momentos receptivos, y que cada cosa requiere su tiempo.
No es bueno precipitarse. Las ideas tienen que estar pensadas, ponderadas: las razones que demuestran las cosas objetivamente son capaces de mover la voluntad ajena. Hay también que cuidar mucho el sitio donde se dicen. O sea, para que una corrección sea oportuna, hay que saber cuándo decirla y dónde decirla.
Corregir de esta forma lleva a la serenidad y a la calma, y ya sabemos que la serenidad genera serenidad y los nervios, nervios. Es costoso, pero en el fondo estamos eligiendo el ambiente que tiene que haber en nuestra casa.
Correcciones pocas, en su momento y procurando vivir nosotros lo que corregimos: esa sí que es una buena forma de demostrarse que está uno buscando la eficacia. Si no pensamos al corregir, luego diremos que cuando digo algo a los niños, es como si oyeran llover. Pues piensa. Tiene solución.
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