No se puede estar de acuerdo siempre. En muchas ocasiones las discrepancias de puntos de vista pueden dar lugar a roces en la pareja y éstos a su vez derivar en discusiones que lejos de solucionar la situación, la agravan. Pero estos momentos tan tensos no solo afectan al matrimonio, también a los hijos que se convierten en espectadores de estas broncas.
Si bien poner las discrepancias entre los miembros de un matrimonio son inevitables, saber sobrellevar estas situaciones es lo que diferencia entre alcanzar un punto en común o enrarecer el ambiente. Además, evitar que la cosa se desmadre también ayuda a prevenir distintos problemas de salid en los hijos tal y como destaca el estudio publicado en Diario de psicología infantil y psiquiatría.
Problemas de comportamiento
Tal y como se indica en este trabajo, el primer efecto que tiene la exposición continuada a discusiones por parte de los niños son los problemas de comportamiento. No hay que olvidar que los padres son el espejo en el que se miran los hijos y del que toman buena nota sobre lo que es aceptado o no. Si ven que los adultos resuelven sus discrepancias a voces, entenderán que este es el camino adecuado.
Un comportamiento que se repetirán en otros entornos sociales como el colegio, o a la hora de jugar con sus compañeros. Sin embargo, éste no es el único problema derivado de la exposición a las discusiones. Los autores de este trabajo también destacan que la constante tensión que se vive en el hogar puede llegar a alterar el sueño de los niños, lo que hace que la calidad de su descanso se empobrezca.
Por un lado, una escasa calidad del sueño hace que el rendimiento académico decaiga y que el rendimiento en toda actividad decaiga. Por otro lado también se genera una constante ansiedad en los pequeños que provoca una menor atención durante las jornadas escolares o las horas de estudio.
Hablar en pareja
Como se ha dicho, las discrepancias en pareja son inevitables hay que saber cómo dialogar para evitar estos problemas:
– Hay temas que no se hablan delante de los niños. Siempre es mejor elegir la privacidad si el tema es susceptible de subir la tensión.
– Mantener la calma. Nunca hay que dejarse llevar por los nervios, si el diálogo empieza a ponerse tenso lo mejor es parar y respirar antes de decir algo de lo que arrepentirse.
– La razón es relativa. Nunca es bueno imponer un punto de vista por mucha razón que uno piense que tiene, hay que saber escuchar los motivos de la otra persona y llegar a un punto en común.
– Recordar lo que os enamoró. Si bien no todo puede ser bueno, hay que recordar estos aspectos también. No centrarse en lo malo y pensar que la otra persona tiene mucho que ofrecernos.
Damián Montero
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