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Adicciones en adolescentes, cómo enseñarles a apostar por un estilo de vida sano

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Las adicciones en adolescentes se pueden prevenir con comunicación.

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Presión social, curiosidad, rebeldía, muchos son los motivos por los que un adolescente puede comenzar a beber o a fumar. Una decisión que, a la postre, se revela como una mala idea con múltiples consecuencias para la persona. Si en cualquier persona el consumo de alcohol o de un cigarrillo afecta a la salud, en el caso de los jóvenes, todavía por desarrollar, el efecto es todavía mayor.

Apostar por un estilo de vida más sano siempre es lo recomendable. Hacer entender a los adolescentes que el consumo de alcohol y tabaco es una mala idea y que siempre es mejor otro tipo de actividades es mejor, es la misión de todo padre. Rocío Molina Prado, psicóloga en el Centro de Atención a Drogodependientes de Arganzuela, ofrece estos consejos para conseguir este objetivo.

Normalización del consumo

Prado advierte que el principal problema en la actualidad es que en los últimos años se ha producido una tendencia a la normalización de estas sustancias en la población adolescente. De esta manera que, aparece un modelo de consumo juvenil como forma de relación social, ocio y realización personal.

El consumo en adolescentes nunca ha de ser visto como un rito de transición de la infancia a la etapa adulta, sino como un problema de salud pública que está llegando a niveles «epidémicos». La juventud es un periodo de la vida que presenta unas características específicas. Desde el punto de vista psicológico, se trata de una etapa con tendencia a la experimentación y minimización del peligro relacionada con una percepción de capacidad de control por encima de la realidad.

Algunos ejemplos que dan cuenta de que el consumo de alcohol es perjudicial en adolescente son los siguientes:

– Pérdida de peso.

– Hipertensión.

– Tos crónica.

– Ronquera.

– Alteraciones de la memoria a corto plazo.

– Elaboraciones inadecuadas de juicio.

– Absentismo escolar.

Programa del niño sano

Molina Prado propone el Programa del Niño Sano para frenar el consumo de estas sustancias en los adolescentes. Entre las acciones recomendadas se ubican las siguientes:

– Insistir en el peligro del fumador pasivo, ya que por un lado los niños que reciben el humo inspiran sustancias nocivas y por el otro ven al tabaco como un producto atractivo.

– Creación de ambiente de cercanía con el adolescente. Si los padres crean un entorno seguro en casa, en donde los pequeños se sientan seguros y confíen en sus padres se podrá hablar con mayor confianza de estos riesgos y en la enseñanza de estilos de vida más seguros.

– Apostar por estilos de vida más sanos desde la infancia, presencia del deporte durante los momentos de ocio. Una práctica con doble finalidad, por un lado se enseñan unas rutinas más sanas y por el otro se crea el vínculo comentado en el apartado anterior.

Damián Montero

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