Las nuevas tecnologías han traído nuevas formas de diversión. Un ejemplo son los videojuegos, productos que permiten a los más pequeños tomar el papel de protagonista en una aventura, emular a un deportista de élite o enfrentarse a intrincados puzles y enigmas. Sin embargo, hay que saber encontrar el equilibrio entre el ocio y el mal uso de estos artículos.
Aquellos padres que estén pensando en traer una videoconsola a casa deben tener en cuenta una serie de pautas antes de que este dispositivo cruce la puerta. Tips que ofrecen desde Pantallas Amigas, que ofrece un decálogo para que los progenitores puedan asegurar un buen uso de los videojuegos dentro del hogar.
Vigilar el contenido de los videojuegos
¿Cuáles son los primeros pasos a tener en cuenta a la hora de comprar un videojuego? Este decálogo lo deja claro, vigilar el contenido de este producto que va a utilizar el menor:
– Informarse del contenido del videojuego. Para poder identificar el juego adecuado para cada persona y edad existen multitud de medios, servicios y profesionales. La información paneuropea sobre videojuegos (PEGI) o el Entertainment Software Rating Board (ESRB) ayudan a determinar la edad mínima recomendada, y también especifican a través de iconos descriptores el tipo de contenido.
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– Elegir videojuegos que estimulen la creatividad o fomenten la lectura. Un videojuego no debe ser considerado como una herramienta para alcanzar la diversión, también debe ser un producto que asegure algunos beneficios a los más pequeños.
– Videojuegos en familia. Los videojuegos no deben ser una actividad que se disfrute a solas. Los más pequeños pueden compartir estos momentos con sus padres, hermanos, etc. Un tiempo para pasarlo bien de forma conjunta.
Videojuegos, compras y dinero
En la actualidad los videojuegos permiten acceder a compras online, por este motivo desde pantallas amigas recuerdan a los padres la importancia de cuidar que los niños no gasten más dinero de la cuenta a través de estos canales:
– Atención a gastos inesperados. Las compras integradas en algunos videojuegos pueden acarrear gastos excesivos. Un descuido, una mala interpretación de los avisos o simple ignorancia en ocasiones suponen cargos en la tarjeta de crédito asociada.
– Cuidado con lo «gratuito». Si bien hay que evitar gastar más de la cuenta, también hay que vigilar los contenidos «gratuitos». Existen multitud de estafas y malware que aprovechan la inocencia y ansiedad de menores de edad por conseguir avanzar en juegos de pago a través de trampas o parches. Asumir por hábito que no hay que pagar puede llevar a hackear juegos o elementos adicionales para no tener que comprarlos, exponiéndoles a todo tipo de riesgos como servicios SMS Premium, secuestro de cuentas, robo de datos personales o infecciones de virus y troyanos.
– Más cuidado con lo «gratuito». Algunos videojuegos se ofrecen con el atractivo de no tener coste pero, a cambio, amenazan la privacidad y crean vínculos con las redes sociales. Muchos de ellos solicitan autorización para acceder a los datos del dispositivo móvil u obligan a conectarlo con nuestros perfiles sociales para obtenerlos de ahí.
Privacidad y límites en los videojuegos
Otro punto importante en este decálogo es el de la imposición de límites en el uso de videojuegos. Desde la privacidad, hasta el tiempo de uso. Estos son los consejos que se ofrecen desde Pantallas Amigas:
– Vigilar las partidas online. Jugar online es equivalente a estar en una red social, compartiendo partidas con otras personas conectadas, conocidas o no. Por ello, es posible tener contacto con personas dañinas o exponerse a un ambiente tóxico y agresivo.
– Consola en un lugar visible. Para una mejor supervisión, hay que explorar las opciones de conectar los dispositivos a la televisión del salón. Una videoconsola puede seguir siendo un buen recurso para compartir. Poder ver a qué juegan y cómo posibilitará proporcionarles un contexto cuando sea necesario, y estar al lado facilitará que puedan preguntar acerca de aquello que estén viviendo por primera vez a través de ciertos videojuegos.
– Experiencia en compañía. Tras una selección a conciencia, no hay mejor verificación que la satisfacción práctica. Interesarse por los juegos, los progresos, cómo son vividos y qué están aportando resulta muy positivo; sobre todo si se trata de un juego online, en cuyo caso se podría tratar como si estuviera practicando un deporte.
– También hay que descansar. Los padres deben establecer reglas frente al juego excesivo y facilita su cumplimiento con alternativas atractivas. Fomenta que jueguen en una postura adecuada para evitar molestias, que no fuercen la vista y que descansen con frecuencia.
Damián Montero
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