Los casos graves de bullying aumentan cada año en España en un 20% anual, registrándose solo el año pasado, un total de 1.475 casos graves. Esta situación se ha producido en los últimos años en materia de prevención, formación y evolución de la mediación escolar, tal y como recoge el informe Mediación escolar como método de resolución del conflicto en las aulas elaborado por la Universidad Internacional de Valencia (VIU).
En dicho informe, elaborado por Antonia Martí Aras, profesora colaboradora del Máster Universitario en Psicopedagogía y experta en violencia adolescente, se expone la necesidad del uso de la mediación y de la existencia de equipos de convivencia que fomenten el aprendizaje y la resolución pacífica de la violencia en las aulas. Entendemos la mediación escolar como «un instrumento que promueve la resolución pacífica de conflictos dentro de los centros escolares y que se regula dentro del plan de convivencia de cada centro» tal y como indica la experta de la Universidad Internacional de Valencia.
En este sentido, y teniendo en cuenta el propósito más importante, la autora recalca que «ha aumentado notablemente el número de intervenciones en la población escolar dirigidas básicamente a modificar las conductas agresivas de los estudiantes y reconquistar la figura de autoridad del profesor». Además, apunta que el conflicto forma parte de la conducta humana y que nace de las situaciones en las que entran la oposición y contradicción, tanto de intereses como de necesidades, valores y deseos.
Es por ello que Antonia Martí propone algunas formas de abordar el conflicto: la superación, cuando existe voluntad para superarlo, la negación del problema, cuando se evita reconocer su existencia, la evitación, cuando conocemos su existencia pero no existe un deseo de afrontamiento, la acomodación, cuando reconocemos la existencia del problema pero no existe voluntad de dar respuesta al mismo, asentándose el problema y adaptándonos a él, y por último, la agresividad, cuando se da una respuesta violenta a combatir el problema.
Para ello, existen formas de abordarlo y diferentes posibilidades que permitirán la construcción de oportunidades de crecimiento personal y de cambio, «estaremos hablando de negociación cuando las personas implicadas en el conflicto son capaces de dialogar para llegar a un acuerdo» indica la experta. Otra forma de gestionar el conflicto es a través del arbitraje, es decir, «encomendar la búsqueda de soluciones a un tercero, llamado conciliador que ofrece propuestas de resolución», ha destacado la profesora de la Universidad Internacional de Valencia.
Por último, la situación actual indica que la mediación escolar no tiene cabida sin una formación específica que habilite a los mediadores en el desarrollo de un correcto proceso de resolución y la utilización de pautas específicas a seguir dentro del mismo y cuyos fines últimos a perseguir van a estar dirigidos a gestionar el conflicto de forma positiva y creativa, fomentar un clima de diálogo, tolerancia y cooperación en la comunidad escolar, prevenir la cronificación de problemas y la aparición de la violencia. A pesar que en los años 90 ya se empezaron a implementar programas de mediación escolar en algunas comunidades autónomas, los datos no son muy alentadores ya que en comunidades como Andalucía sólo se recurrió a la mediación escolar en menos del 2% de las conductas contrarias a la convivencia.
PERFIL DE LOS MENORES VÍCTIMAS DE BULLYING
Algunos estudios identifican una serie de características psicológicas o de actitud y comportamiento comunes en las víctimas del bullying. Pero, por desgracia, cualquier alumno puede convertirse en blanco de las burlas de un grupo de agresores, muchas veces sin otro motivo que el puro azar. No obstante, existen algunos factores que multiplican las posibilidades de sufrir acoso, tales como, sufrir alguna discapacidad física o psíquica, tener algún tipo de trastorno del aprendizaje, especialmente los problemas relacionados con el lenguaje oral porque son muy evidentes y fácil objeto de burlas, haber padecido acoso escolar con anterioridad o pertenecer a un grupo étnico, religioso, cultural o de orientación sexual minoritario.
Además, una vez ha comenzado el acoso, tener una personalidad introvertida o reservada o una mala comunicación con padres o profesores dificulta que los chicos denuncien las situaciones a tiempo, con el consiguiente peligro de que el acoso vaya más, agravándose sus consecuencias y complicando su resolución.