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Los niños empiezan a preocuparse por su aspecto en torno a los 2 años

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Hacia los dos años de edad los niños empiezan a preocuparse por su aspecto.

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Todos somos conscientes de que cuando ponemos un pie en la calle, multitud de miradas se centran en nuestro aspecto y actitud. Conocidos y extraños realizan varios juicios sobre cómo vestimos, el peinado que hemos elegido o el comportamiento que mostramos. A partir de esta información, elaboran una idea sobre nuestra persona, una visión que a todos gusta cuidar.

Pero, ¿se extiende esta preocupación a los niños? ¿Los más pequeños de la casa piensan en su propia reputación e imagen, o tienen la mente centrada en otros aspectos? La respuesta es sí, incluso los menores tienden a cuidar la visión que otros tienen sobre ellos mismos con el fin de conseguir una evaluación lo más positiva posible por parte de quienes los rodean.

Preocupación en torno a los dos años

Estas conclusiones se han alcanzado a partir del estudio elaborado por la Universidad Emory en donde se congregaron a un total de 144 niños de entre 14 y 24 meses. Todos estos pequeños fueron sometidos a un total de cuatro experimentos. La primera de esta prueba consistía en manipular los botones de un mando a distancia para manejar a un robot, los investigadores debían permanecer observando a los pequeños o fingir leer una revista.

Cuando observaban a los niños, éstos mostraban más reticencia a manipular los botones del mando a distancia. Por el contrario, cuando si los investigadores apartaban la mirada, sentían menos vergüenza para operar con esta dispositivo. En la segunda prueba, fueron dos aparatos los que se concedieron, uno calificado como «positivo» y otro como «negativo» y por tanto con una fama de prohibido.

Los resultados de este segundo experimento mostraron que cuando los niños eran observados, pulsaban en mayor medida los botones del mando a distancia «positivo», mientras que cuando los responsables del estudio aparaban sus miradas, los menores tendían a manipular el «negativo». Es decir, los menores buscaban mostrar una actitud correcta delante de sus observadores.

Una muestra de que los menores, a estas edades, están atentos a su alrededor y persiguen demostrar al resto que son buenos. Es decir, se preocupan por su reputación. En el tercer experimento, se ofrecieron dos mandos a distancia, pero en esta ocasión no se calificó de ninguna manera a los dispositivos, haciendo que los pequeños no tuvieran ningún cargo de conciencia por ello.

En el último experimento, dos investigadores se sentaron uno frente a otro mientras observaban al niño o le daban la espalda mientras presionaba el mando a distancia. Cuando la respuesta de los adultos era positiva, los más pequeños tenían un menor miedo para manipular este dispositivo.

Autoestima en niños

Como se ha comprobado en esta investigación, la autoestima es una de las preocupaciones de los niños, incluso en sus etapas más tempranas. Reforzar este sentimiento en los más pequeños brindará una gran seguridad para su día a día y le brindará una gran seguridad a la hora de encarar sus metas. Desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, se ofrecen los siguientes consejos para este fin:

– Aceptar al niño tal como es, con sus cualidades y sus defectos, conozca lo que hace bien, tenga a mano una lista de sus cualidades y no dude en recordárselas, también en presencia de los demás.

– Ofrecer al niño pensamientos positivos, ya sea de palabra, con gestos o emociones.

– Dedicar tiempo al niño, sólo para él, una atención exclusiva, sin dar lecciones ni corregir sus actos, hablando con él de manera positiva, para que sólo él lo oiga.

– Reconocer su esfuerzo, aunque él no lo haga o lo rechace.

– Reconocer también sus gustos e intereses.

– Reconocer su capacidad para pensar y proponer soluciones a los problemas, procurando no intervenir en el razonamiento y evitando solucionarle sus propios problemas, es decir, evitando la sobreprotección.

– Contar con él para las tareas diarias, con intención de que la invitación sea otra oportunidad para el éxito.

– La comparación con otros que hacen las cosas mejor o el sarcasmo o la broma gratuita no ayudan más que a reducir la autoestima.

– No dejar de ser realista, hay actos que son para felicitar y otros para corregir.

– Enseñar y educar a los niños en el respeto por los demás, fomente la cooperación y la colaboración más que la competición.

Damián Montero

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