Poco a poco el verano se va terminando. En algo más de un mes los más pequeños regresarán a las aulas y retomarán sus responsabilidades escolares. Sin embargo esto no quiere decir que las jornadas de vacaciones que restan no puedan ser aprovechadas. Son muchas las actividades que pueden realizarse en estos días y en las los más pequeños pueden aprender valiosas lecciones.
Un ejemplo es la mejora de la dieta en los más pequeños de la casa. Tal y como indican en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona el verano puede convertirse en la época perfecta para mejorar el menú de los niños e introducir alimentos con tantos beneficios como las frutas y las hortalizas.
Frutas de temporada
La primera ventaja que ofrece el verano para la introducción de estos alimentos es la cantidad de frutas de temporada que llega a los hogares. El catálogo es muy amplio y son varias las ventajas que ofrece:
– Melón, mango y kiwi. Todas ellas son fuente de vitamina C y son un gran antioxidante para el organismo.
– Fresas. Contienen magnesio y vitamina C.
– Sandía. Con su 90% de agua es una fruta para mantenerse hidratado.
– Melocotón. Fuente de vitamina A y aporte de potasio, también ayuda a mantener la actividad intestinal.
– Nectarina. Fuente de potasio y flavonoides, que protegen el organismo de los daños producidos por sustancias o elementos oxidantes como los rayos ultravioleta o la contaminación del ambiente.
-Pera. Fuente de vitamina C y vitamina K.
Introducirlas de forma original
Todas las frutas presentadas pueden ser introducidas de muchas formas en el día a día de los más pequeños. Lo mejor es ser original y presentarlas de manera atractiva a los niños para que puedan conocer su sabor y aceptarlas como un elemento habitual dentro de su dieta.
Un buen ejemplo es presentarlas como un postre divertido tras las comidas. Una buena idea es una macedonia de frutas ya que la presencia de tantos colores llamativos despertará el deseo de los más pequeños. Estas frutas también pueden aprovecharse para la elaboración de platos principales que terminen por convertirse en unas cenas ligeras que faciliten la digestión en las calurosas noches de verano, un ejemplo es la sopa fría de melón.
Las frutas también pueden introducirse en las dietas de los más pequeños a través de las meriendas y desayunos en forma de zumos. Otra alternativa es aprovechar las visitas a playas, piscinas o cualquier otro traslado en familia en donde se pueda servir un tentempié con verduras (zanahorias cortadas en tiras) o una fiambrera con macedonia para calmar el apetito.
Aquellas familias que quieran introducir una mayor cantidad de verduras y hortalizas en los más pequeños pueden aprovechar recetas veraniegas como por ejemplo gazpachos y salmorejo o cremas calabacín.
Damián Montero
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