Afortunadamente la capacidad lectora de un niño no depende del azar, sino de las funciones y habilidades básicas que subyacen a esa función tan sofisticada que es leer. Nosotros, como padres, podemos hacer mucho por desarrollarlas adecuadamente.
Leer es una de las actividades más divertidas que podemos hacer a lo largo de nuestra vida. Sí, también es una actividad fundamental para el aprendizaje, pero cuando pienso en el futuro de nuestros hijos, siempre me gusta poner en el acento en la «diversión» más que en la «obligación». Leer es divertido siempre y cuando resulte sencillo y eficaz. Pero desgraciadamente no siempre es así. Hay niños a los que les cuesta el aprendizaje de la lectura y muchos otros que nunca llegan a leer de manera fluida.
Coordinación ocular
Resulta evidente que dos de esas funciones fundamentales son el equilibrio (base de la lateralidad hemisférica) y la coordinación ocular. Tenemos que darnos cuenta de que los seres humanos hemos desarrollado nuestra visión para leer letra de ¡2 milímetros¡ Por eso la visión, no sólo la agudeza visual de cada ojo, sino también la coordinación entre los dos, tiene que ser óptima.
¿Cómo podemos desarrollar el equilibrio y la coordinación viso-motora?
Jugando, naturalmente. Jugando a hacer gimnasia, jugando a hacer «croquetas y volteretas» y jugando a arrastrarse y gatear. Estas dos últimas funciones han demostrado tener una importancia vital en el desarrollo de una buena coordinación ocular. Especialmente durante el gateo se dan una serie de procesos fundamentales para la coordinación de los ojos con las dos manos y de los ojos entre sí.
La mayor parte de los niños realizan de manera absolutamente espontánea los juegos que te vamos a proponer. Es como si un «imperativo genético» (en términos de Glenn Doman») obligara a los niños a hacer aquellas actividades que van a contribuir a su desarrollo neurológico. Sin embargo, realizar estos juegos de manera sistemática, más allá de lo que los niños lo hacen espontáneamente, puede contribuir a un desarrollo más fácil de futuras habilidades.
Desarrollo motor
En todos estos juegos debemos tener muy en cuenta el desarrollo motor del niño. Es decir, no todos los niños están capacitados o en el momento óptimo para realizar todos estos juegos, y por tanto tendremos que ir adaptándonos a su nivel evolutivo.
Así por ejemplo, una vez que un niño ha comenzado a andar y domina esta función, resulta muy difícil conseguir que se vuelva a desplazar arrastrándose o gateando. Acaba de adquirir una nueva forma de transporte y no volverá a formas anteriores hasta que no la tenga completamente dominada, casi hasta que no esté corriendo. Por eso, entre los 18 y los 30 meses lo mejor es dedicarse al desarrollo del equilibrio.
No es necesario dedicar mucho tiempo a cada actividad, es preferible hacerlos una o dos veces al día, muy poquito tiempo en lugar de hacer una sola sesión muy larga y que él se canse. Recuerda que todos estos juegos deben hacerse siempre con tu supervisión y asegurándote de que no hay ningún peligro. También es importante recordar que todas las actividades de equilibrio deben ser realizadas siempre en ambas direcciones (de derecha a izquierda) para asegurarnos que damos la información completa al cerebro.
A partir de los 3 años
Hasta los tres años, más o menos, será difícil que vuelva a arrastrarse. El arrastre le ayudará a desarrollar una mejor coordinación global y una respiración profunda, lo que podrá dar un empujón a su lenguaje hablado. Como tenemos todo el cuerpo en contacto con la superficie resulta muy cansado, por lo que es importante realizar sesiones muy cortas, sobre una superficie lisa y con un calzado con mucha goma para que le resulte fácil empujar con él.
Los primeros días es posible que veas que cuando jugáis a arrastraros no alterna brazo izquierdo con pierna derecha y viceversa, sino que tira de los dos brazos simultáneamente y deja las piernas estiradas, es normal al principio.
Ejercicios para facilitar el camino hacia la lectura
1. Desarrollar el equilibrio. Además de usar todos los «artilugios» que hay en los parques (columpios, tobogán, sube y baja) podréis hacer croquetas (rodar) sobre la cama, hacerle girar -muy suavemente- sobre una silla giratoria, incluso hacerles girar sobres sí mismos, bien tumbados en el suelo y girando sobre su ombligo, o bien de pie, dando vueltas en una y otra dirección.
2. Gatear de nuevo. Pasados aproximadamente 18 meses desde que tu hijo comenzó a andar no le costará volver a ponerse «a cuatro patas» y utilizar el gateo como un juego. Lo hará recorriendo distancias cortas y siempre con un objetivo claro: coger la pelota, alcanzarte a ti o cualquier otro juego que tú le propongas, pero podréis repetirlo muchas veces a lo largo del día (de 5 a 10).
3. Cambiar la mirada. Si quieres centrar un poco más su atención puedes poner una pegatina de un color en una mano y de otro color en la otra e ir «marcándole» que color quiere mirar (cambiando de uno al otro alternativamente). Para «entrenar» los cambios de enfoque desde la corta a la larga distancia (como tendrá que hacer años más tarde al copiar de la pizarra) puedes pedirle que cambie la mirada de las manos a un dibujo o un objeto que tu hayas puesto en la distancia.
4. Patrón cruzado. A partir de los 3 años este ejercicio de arrastre es muy estimulador. Ejercitándolo boca arriba y boca abajo de manera «estática», es decir, sin moverse del sitio, deslizando sobre la superficie un brazo y la pierna contraria con la mirada fija en la mano que está moviendo y luego cambiando la posición de los miembros y la cabeza.
Marisol Nuevo Espín
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