Para desarrollar una buena inteligencia emocional es necesario aprender a distinguir los diferentes tipos de emociones. Según Goleman, existen dos, las primarias, que forman parte de nuestro ADN, y las secundarias, que dependen del aprendizaje de cada individuo.
Las emociones son parte esencial de los seres humanos. Se presentan en casi todas las situaciones de nuestro día a día desde que somos bebés e, incluso, desde que estamos en el vientre materno. Aprender a reconocerlas es necesario para un sano desarrollo de nuestra inteligencia emocional.
Begoña Ibarrola, psicóloga y experta en Educación Emocional, hace una clasificación de las emociones en dos tipos, de acuerdo al modelo de Daniel Goleman. Por un lado, están las emociones primarias, que forman parte de nuestro código genético y se presentan de igual manera en todos los seres humanos; y, por otro lado, las secundarias. Estas últimas son aprendidas a lo largo de la vida.
Las emociones primarias
«Las emociones primarias son aquellas que compartimos con todos los seres humanos del planeta, vivan donde vivan, sin importar la cultura que tengan», afirma Ibarrola. Son emociones que comienzan a expresarse desde que el bebé está en el útero, sin necesidad de ser aprendidas.
Son seis las emociones primarias:
– La alegría: una de las emociones más deseadas. Las personas suelen esforzarse por experimentarla, pues es una de las manifestaciones de la felicidad. Es exteriorizada mediante expresiones faciales como la sonrisa, un lenguaje corporal relajado y un tono de voz optimista y placentero.
– La tristeza: este es un tipo de emoción transitoria que suele manifestarse con sentimientos de dolor, apatía y decepción, además de expresiones físicas como el llanto, el aislamiento o el silencio. La severidad de la tristeza depende de su causa y de la forma en la que el individuo la maneja. En el caso de prolongarse, puede derivar a una depresión.
– El enfado: es una emoción que se caracteriza por sentimientos de hostilidad, frustración y antagonismo hacia otros. Suele ser considerada como negativa, pero puede tener aspectos positivos como motivarnos a actuar y encontrar soluciones a las cosas que nos molestan. Sin embargo, de no ser controlada, puede convertirse en agresión, abuso o violencia.
– El miedo: una emoción poderosa, ya que constituye un mecanismo de supervivencia. Forma parte de la respuesta del cuerpo ante una señal de amenaza o peligro. Algunas de las maneras en las que se expresa esta emoción son intentos de huir, y reacciones físicas como una aceleración en la respiración y los latidos del corazón.
– La sorpresa: es una emoción que suele ser breve y que genera una respuesta de susto, en la que se libera adrenalina, ante algo inesperado. Tiene efectos importantes en el comportamiento humano, pues las personas tienden a notar y recordar más los eventos e informaciones sorpresivas.
– El asco: constituye una reacción ante alimentos, personas u objetos que puedan ser dañinos o trasmitir enfermedades. También puede ser experimentado en el ámbito moral, cuando percibirnos comportamientos que consideramos malos o inmorales.
Este tipo de emociones no solo son comunes a todos los individuos, sino que se expresan de la misma forma, con los mismos gestos, el mismo tono de voz y la misma postura corporal. La risa, por ejemplo, es una manifestación de la alegría que es comprendida en todo el mundo. Lo mismo ocurre con el llanto para expresar la tristeza.
Las emociones secundarias
Las emociones secundarias, a diferencia de las primarias, son aprendidas a lo largo de la vida y no tienen por qué ser comunes a todas las personas. Estas suelen constituir una mezcla entre dos o más emociones.
Ibarrola da un ejemplo al referirse a los celos. «Son una mezcla entre amor y miedo. Se tiene miedo a perder el amor de un ser querido por la aparición de una tercera persona. Si no existiera miedo, no habría celos. Si no hubiera amor, tampoco». Algunas de las emociones secundarias más importantes son la envidia, la culpa, la vergüenza, el desprecio, el orgullo, el entusiasmo y el placer.
Las emociones secundarias son sociales, pues se aprenden a partir de nuestra interacción con la sociedad en la vivimos. Por esta razón, hay emociones que no existen en algunas tradiciones, como asegura Ibarrola. «Hay culturas en el Amazonas en las que no se siente envidia, porque no hay sentido de pertenencia. Si todo es de todos, no hay necesidad de envidiar lo que tiene el otro».
Este tipo de emociones, también, se expresan de forma distinta dependiendo de la sociedad a la que se pertenece. Muchas veces, ni siquiera son expresadas debido a que constituyen un estigma social.
Isabel López Vasquez
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