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Vacaciones de verano: consejos para evitar fricciones con tu pareja

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Durante las vacaciones de verano pasamos más tiempo juntos y esta unión también genera algunos cambios en la rutinas diarias que pueden repercutir la calidad de las relaciones de pareja. Como consecuencia pueden surgir fricciones que deterioren nuestro bienestar emocional, y como no, también nuestras deseadas vacaciones.

En los últimos años, el número de divorcios ha aumentado considerablemente en España. Los datos hablan por sí mismos, separaciones y divorcios aumentaron un 4,8% en los tres primeros meses de 2017, con respecto al mismo período del año anterior. Especialmente significativo parece la alta concentración de casos que se registran a la vuelta de las vacaciones de verano, el 28% de las demandas de divorcio de todo el año se presentan en los juzgados en el mes de septiembre.

Son varios los motivos que pueden estar incidiendo en estos datos tan llamativos: por ejemplo, el pasar más tiempo con la pareja, puede hacer surgir aquellas tensiones que se han ido acumulando durante el año y que ponen a prueba las habilidades de comunicación o de resolución de conflictos.

Es importante cuidar de la relación y ocuparnos de los problemas día a día. «Dejarlo todo para el verano pensando que pasar tiempo juntos aliviará las tensiones, solamente aumentará nuestro sentimiento de frustración y seguramente agrave los conflictos preexistentes», comenta Rocío Asperilla, psicóloga de Blua Sanitas.

Consejos para evitar fricciones con tu pareja en vacaciones

Salir de la rutina, el cambio de horarios y del estilo de vida, parece ser un obstáculo para muchas parejas que no encuentran en las vacaciones estivales el descanso que pretendían. De cara a empezar un nuevo periodo vacacional, el gabinete de psicología de Blua Sanitas propone algunas pautas para evitar fricciones y sacar el máximo partido a los días libres:

1. Escucha activa y mejora de la comunicación: busca momentos de diálogo para hablar con sinceridad y sin culpar al otro. Lo ideal es decir lo que uno necesita y no esperar a que las propuestas y soluciones surjan por sí solas. Dejar el peso en la otra persona para que entienda nuestras indirectas no es recomendable. Si quieres hacer algo, prueba a pedirlo de manera directa. Por ejemplo, si un miembro de la pareja quiere ir a comer con familiares o amigos, puede sugerirlo y proponerlo utilizando expresiones como «me gustaría*», «podríamos ir…», etc.

2. Planificarse: tener claras las obligaciones de cada uno y las actividades que se van a desarrollar cada día pueden prevenir muchas discusiones. Podemos utilizar un listado de tareas y responsabilidades para que cada miembro de la pareja considere sus quehaceres, también los niños si los hubiese, como sacar al perro, bajar la basura o llenar el depósito del coche… Además, seguir un planning diario puede ayudarnos a tener un mapa mental de horarios y necesidades: este día vamos a hacer snorkel, este otro al cine, etc. Por supuesto, los planes deben ser abiertos y estar sujetos a modificaciones en función de las necesidades o intereses de la pareja o la familia.

3. Generosidad: se trata de buscar un equilibrio entre los intereses de todos los miembros y saber ceder en algunas ocasiones. Tan peligroso es no ceder nunca, como ceder siempre. Para ello te puede ayudar trabajar la empatía, poniéndote en el lugar del otro para poder comprender mejor sus necesidades. También es recomendable negociar aquellos aspectos que sean más sensibles, intentando llegar a un resultado donde las dos partes salgáis ganando.

4. Independencia: aunque se viaje con niños, debemos tratar de buscar tiempo para uno mismo, para practicar nuestras aficiones, para ver a nuestros amigos, para equilibrar el tiempo que se pasa en la pareja con el tiempo que necesitamos para nosotros… Es recomendable que tengas un momento del día para ti, ya sea en verano o durante el resto del año, para poder respirar, preguntarte cómo estás, qué necesitas y disfrutar de tu presente. Estar con uno mismo es importante, es una manera de cuidarte y no tienes por qué sentirte culpable por necesitarlo.

Pablo Alarcón
Asesoramiento: Rocío Asperilla, psicóloga de Blua Sanitas

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