Siempre es mejor afrontar un problema con optimismo que con pesimismo. Ver el lado bueno a todo es un mecanismo que impide que las personas se suman en la tristeza que conlleva afrontar los episodios más duros de la vida. Y además también permite mantener un estado óptimo de salud a las personas al mantener alejadas varias enfermedades tal y como destaca el estudio publicado en American Journal of Epidemiology.
Un trabajo que sigue otro iniciado en 1976 donde se quiso comprobar cómo el optimismo podía relacionarse con un buen estado de salud. Para ello se realizaron dos nuevas tandas de encuestas durante los años 2004 y 2008 cuyos resultados se compararon con las tasas de mortalidad registradas en 2006 y 2012.
Reducción del riesgo de mortalidad
Un total de 70.000 participantes se unieron a esta nueva tanda del estudio realizada en los años antes mencionados. En esta encuesta se debía mostrar el acuerdo o discrepancia con afirmaciones como «en los momentos de incertidumbre siempre espero lo mejor». Quienes mostraron una mayor concordancia con las máximas optimistas también registraron un menor riesgo de mortalidad.
En concreto, el riesgo de mortalidad se reducía en hasta un 30% en los participantes que conformaban el 25% más optimista de la muestra de este estudio. Un resultado que abre las puertas a posibles intervenciones futuras con actividades tan sencillas como que los pacientes escriban en un papel aquellas características que conforman lo mejor de ellos mismos con la finalidad de sacar su lado más optimista.
Un aviso también para que los padres trabajen en el optimismo dentro de la familia para introducir estas características en la personalidad de los más pequeños con la finalidad de que les ayude en su futuro. Una persona que ve la vida con alegría y sabe sobreponerse a los reveses tiene menos posibilidades de desarrollar problemas como la depresión.
Trabajar el optimismo en casa
Ante los beneficios que tiene el optimismo en el estado de salud de las personas, se hace evidente la necesidad de trabajar en el desarrollo de esta característica. Estos son algunos consejos para ello:
– Gestionar sus actitudes pesimistas. ¿Qué situaciones hacen aparecer una actitud pesimista? Descubrirlas y trabajar por ponerle freno desde un inicio ayudará a prevenirlas de raíz y empezar a cambiar el prisma hacia una perspectiva más optimista.
– Alimentar el optimismo. Si el niño muestra una actitud optimista, los padres deben recompensar este comportamiento para asegurarse de que los más pequeños lo vuelvan a repetir en el futuro.
– Ayudar a que se conozca. Todos tenemos virtudes y defectos, pero a menudo las primeras se olvidan en detrimento de los segundos. Los padres deben ayudar a que sus hijos conozcan aquello que los hace especiales y únicos.
– Ser el mejor ejemplo. Los padres son el espejo en donde se miran los más pequeños. Si los niños observan un comportamiento optimista, lo copiarán e interiorizarán como una característica propia que añadir a su personalidad.
Damián Montero
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