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Anorexia: el problema de la falta de alimentación

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Las personas con anorexia y bulimia presentan unos condicionantes psicológicos y psiquiátricos previos que, en un entorno en que la delgadez es deseada, pueden llegar a desencadenar una anorexia o bulimia.

Nueve de cada diez afectados por la anorexia y la bulimia son mujeres que, víctimas de este trastorno, perciben ciertas partes de su cuerpo distorsionadas. Sobre todo, se ven abdomen, caderas, nalgas y muslos de un tamaño mucho mayor al real.

Comer sano

Según el doctor Fernando Villasmil, jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, «la mayoría de la población sufre trastornos en los hábitos alimentarios. No hay más que fijarse en el contenido de los carros de la compra a la salida de los supermercados: están repletos de alimentos adulterados».

A menudo, identificamos una dieta sana con una alimentación baja en grasas y calorías, pero los expertos insisten en que se debe comer de todo de una manera equilibrada, y, una vez más, consideran la dieta mediterránea como la estrella de la nutrición. A todos aquellos que puedan haberlo olvidado, pero sobre todo a los jóvenes, la especialista en Educación Nutricional Consuelo López Nomdedeu, dirige las siguientes recomendaciones:

– El agua es la bebida por excelencia.

-Todos los alimentos tienen lugar en la dieta.

– Si no se come con la familia, hay que dedicar un tiempo razonable a la comida y compartir este momento con los amigos, para que constituya un auténtico descanso.

– Una dieta equilibrada en la infancia y la juventud representa una inversión para el futuro y seguridad para el presente.-Comer bien no significa comer mucho ni caro.

– Recuperar la herencia gastronómica de nuestros mayores puede producir gratas sorpresas.

– España tiene una de las mejores despensas de Europa, no es necesario buscar soluciones extrañas para comer bien.

– Sobre los alimentos es necesario desarrollar un juicio crítico.

Aunque parezca mentira, la anorexia no es una enfermedad de ahora

– La anorexia existe desde antiguo. Ya en el mundo árabe existen referencias a esta enfermedad como, por ejemplo, la descripción de Avicena del caso del joven príncipe Hamadham, que se está muriendo por negarse a comer, preso de una intensa melancolía.

– Las conductas de purga se conocen desde tiempos remotos: en la civilización romana se utilizaba el vómito para vaciar el estómago y continuar comiendo descontroladamente.

– A pesar de que una joven de 19 años come cerca de un 12% menos que lo que comía a los 10 años, sus reservas grasas aumentan. En cambio, un joven de 19 años consume una quinta parte más de alimento y no engorda de forma proporcional, porque invierte esas calorías en la energía que necesita su aparato muscular.

– Más de la mitad de la población española de entre 14 y 24 años con residencia en ciudades de más de 50.000 habitantes -el sector con mayor prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria (TCA)- se confiesa interesada por las publicaciones relativas al peso y al adelgazamiento y sigue con atención la publicidad de productos adelgazantes. Además, el 35% se encuentra «a dieta» y el 45% realiza ejercicio físico para reducir el volumen corporal.

– Una de cada dos chicas españolas de 15 y 16 años piensan que pesan demasiado. Cada primavera, dos millones de jóvenes comienzan una dieta en España. Varios meses después, una parte de ellas sufrirán algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA).

Prevenir la anorexia en familia

En su artículo «Intervención psicosocial en trastornos de la conducta alimentaria», las hermanas Pilar y Patricia Casasús, sociólogas y psicólogas clínicas respectivamente destaca la importancia de la comunicación padres/hijos de cara a establecer las pautas preventivas de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Las dos especialistas proponen una serie de estrategias para estimular esta comunicación:

1. Expresión de sentimientos negativos. La expresión de sentimientos negativos no debe provocar rechazo ni deteriorar las relaciones familiares, sino que se debe invitar a los hijos a explicar lo que sienten y el motivo que lo provoca en primera persona. Así mismo, hay que plantear soluciones compartidas para evitar que se sientan igual en el futuro.

2. Fortalecimiento de la autoestima. En la medida en que esta es un factor de riesgo para el desarrollo de TCA, es conveniente fortalecerla tratando de magnificar el alcance de las pequeñas o grandes metas y de minimizar los errores o fracasos. También resulta recomendable evitar las comparaciones entre hermanos.

3. Escucha activa. Aprender a escuchar a quien nos habla y a ser tolerantes no significa que una familia tenga normas inconsistentes de educación. Entender las necesidades de los hijos y tratar de «negociar» con ellos es una habilidad que se aprende. Por el contrario, una familia que se basa en el castigo y la amenaza para conseguir sus objetivos, sólo consigue un ambiente de hostilidad, miedo, tristeza y un sentimiento de inferioridad.

4. Apoyo familiar. Si la persona se siente apoyada por sus padres y tiene autoestima suficiente, solucionará con más éxito los problemas que le surjan durante su socialización.

5. Mayor implicación en la educación alimentaria. Para ello, es recomendable que al menos se efectúe una comida al día en familia, intentando crear durante este rato un clima distendido y cordial, para que la experiencia agrade a los hijos.

6. Factores de vulnerabilidad. Los padres han de conocer estos factores (edad, sexo, obesidad previa, la práctica de ballet o determinados deportes, etc.), para ser capaces de adelantarse e informar a sus hijos sobre la naturaleza y los peligros de los prejuicios contra el cuerpo. Tampoco hay que transmitir la falsa idea de que el éxito va ligado a la belleza y ni propiciar la adopción de dietas, salvo prescripción facultativa.

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Doctor Villasmil, jefe de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla y responsable de la Unidad de Anorexia

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