Como adultos, debemos entender que todas las emociones, incluso las negativas, tienen un valor y una enseñanza. Por ello, debemos utilizar nuestras propias emociones como una oportunidad para enseñar a nuestros hijos a gestionar las suyas y desarrollar su inteligencia emocional.
Las emociones son sensaciones y sentimientos que se desarrollan en nuestro interior todos los días. Como adultos, hemos aprendido a gestionarlas, aunque no siempre de manera correcta. Sin embargo, si queremos que nuestros hijos desarrollen una inteligencia emocional sana, tenemos que enseñarles a expresarlas y controlarlas de la mejor forma posible.
Existe un amplio abanico de emociones. Aunque algunas nos hagan sentir mejor que otras, todas aportan algo a nuestra vida y personalidad. La inteligencia emocional consiste en aprender a gestionar aquellas emociones con las que es más difícil lidiar, como la ira y la tristeza.
«Identificarlas, en primer lugar, para gestionarlas después es la base del aprendizaje emocional para los niños. Podemos comenzar a enseñar a los niños a ponerle nombre a las emociones desde los tres años aproximadamente. Y uno de los mejores métodos para transmitir las claves de la gestión emocional a nuestros hijos es a través del ejemplo», indica Begoña Ibarrola, psicóloga y experta en educación emocional.
Gestión emocional para familias
Con la intención de proteger a nuestros hijos, los adultos tendemos a ocultar aquellos acontecimientos que sabemos que pueden hacer daño a los niños. Una de las cosas que más escondemos son nuestras emociones.
Existe la creencia de que siempre hay que aparentar ser fuertes para aparecer ante nuestros hijos como superhéroes que todo lo pueden. Pero insistir en esto hace que perdamos una grandiosa oportunidad para enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones. A veces, la vulnerabilidad es mucho más valiosa que cualquier fortaleza.
En este sentido, no hay que reprimir las emociones negativas, sino darles el valor que se merecen y la pertinente cabida dentro de nuestro día a día. En lugar de disimular lo que sentimos para evitar que nuestros hijos se entristezcan o enfaden junto a nosotros, debemos tomar estos momentos como «una ocasión maravillosa para compartir con ellos una emoción», asegura Ibarrola.
Los niños aprenden mucho a través del ejemplo, al imitar a figuras modelo como los padres. Por eso, debemos utilizar situaciones como la muerte de un familiar para mostrar a nuestros hijos cómo lidiar con la tristeza, por ejemplo. La psicóloga Begoña Ibarrola afirma que «en circunstancias como éstas, es natural que estemos emocionalmente afectados. No hay motivo alguno para ocultar esto a los hijos, sino que debemos compartirlo con ellos y enseñarles estrategias para salir de la tristeza u otras emociones difíciles».
5 consejos ayudar a nuestros hijos a gestionar emociones
La inteligencia emocional se adquiere, es decir, se puede aprender y enseñar. Incluso hay expertos que hablan de coeficiente emocional como medida de las habilidades emocionales. Estos son los consejos que nos aporta Begoña Ibarrola para enseñar a nuestros hijos a gestionar las emociones:
1. Ayúdale a expresar y hablar de sus emociones. Poner en voz alta las emociones es una forma de que tu hijo aprenda a reconocerlas. Anímalo a que te cuente lo que siente e intenten juntos descubrir cuál es la fuente de esa emoción.
2. Reconoce las emociones de los demás. Para desarrollar la inteligencia emocional, tus hijos deben practicar la empatía. Ahí reside parte de la importancia de no ocultar nuestras propias emociones a nuestros hijos. Mediante la práctica, los niños podrán identificar las expresiones faciales, el lenguaje corporal y otros rasgos que le permitan interactuar mejor con otras personas y construir relaciones profundas y beneficiosas.
3. Un método para cada uno. Cada niño es diferente, y expresa y maneja sus emociones de forma distinta. Es importante que identifiquemos qué es lo mejor para nuestros hijos a la hora de gestionar emociones negativas: escuchar música, colorear, ir a un lugar tranquilo, etc.
4. Emociones y aprendizaje. Como mencionamos anteriormente, cada emoción aporta algo en la vida de una persona. Discute con tus hijos para descubrir juntos qué aprendieron tras haber experimentado cierta emoción.
5. Escribe y crea historias. Junto a tus hijos, anímate a escribir historias que reflejen como diferentes personajes manejan sus emociones. A veces resulta más fácil para los niños comprender las emociones a través de las experiencias de los protagonistas del cuento. Recuerda estas historias a tus hijos cuando observes que le cuesta manejar una situación emocional.
A través de consejos sencillos como estos y sirviendo como ejemplo a nuestros hijos podremos orientarlos en la gestión de sus emociones y guiarlos para que lidien con ellas de forma acertada, en el caso que sean negativas. Porque, al fin y al cabo, como menciona Ibarrola, «es muy fácil entrar en una emoción, por eso lo que hay que enseñarles es a salir de ella».
Isabel López Vasquez
Asesoramiento: Begoña Ibarrola, psicóloga y escritora
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