El verano ya está aquí y con él las altas temperaturas. A los bebés de pocos meses les suele incomodar el excesivo calor. Para luchar contra el clima siempre podremos recurrir a algunos pequeños trucos que aliviarán a nuestro bebé.
Nada hay mejor que un ambiente cálido para disfrutar plenamente de nuestro bebé. Lejos de los molestos resfriados, el clima veraniego es ideal para que el niño juegue libre de las pesadas ropas propias del invierno. Pero, eso sí, recordemos que las altas temperaturas pueden ser peligrosas para un niño de tan corta edad.
Síntomas asociados al calor
Existen dos tipos de cuadros clínicos que pueden aparecer de la mano de las altas temperaturas. Uno es «el agotamiento por calor»: un trastorno benigno que se presenta bruscamente en niños expuestos puntualmente a un calor excesivo (cuando introducimos al niño en el coche y éste se encuentra muy caliente, por ejemplo).
El otro es el denominado «golpe de calor« que suele aparecer tras una exposición prolongada a una temperatura realmente elevada. En ambos casos, es necesario actuar rápidamente trasladando al niño a una habitación fresca o a la sombra, desnudándole y humedeciéndole la piel. Si el niño no reaccionase rápidamente lo mejor es acudir al centro de salud habitual para que controlen su temperatura, asi como su estado general.
Sentido común para protegerle en las horas de más calor
Una de las mejores formas de evitar éstos u otros trastornos similares es usando el sentido común. Así, por ejemplo, cuando paseemos a nuestro pequeño trataremos de evitar las horas en que el calor sea más fuerte.
Es cierto que los pediatras aconsejan las salidas diarias incluso en verano pero, eso sí, siempre y cuando éstas se produzcan lejos de los momentos del día más calurosos (aproximadamente entre las 13:00 y las 18:00 horas). Además, durante el paseo, ya sea por la mañana o a última hora de la tarde, protegeremos siempre al niño con una colcha fina de algodón y la correspondiente sombrilla del cochecito.
¡Ojo con el coche!
Otra de las situaciones más peligrosas que suelen presentarse en estas fechas son los traslados en coche. Un automóvil a pleno sol puede llegar a alcanzar temperaturas de hasta 40º.
Precisamente por ello, debemos intentar ventilar el coche antes de introducir al niño en él. Por otro lado, cada vez que tengamos que viajar, intentaremos que los trayectos sean lo más cortos posibles, sobre todo si no disponemos de aire acondicionado. Cuando los viajes sean inevitablemente largos procuraremos parar frecuentemente. Salir de madrugada puede ser una buena solución pero, por encima de todo, es imprescindible que intentemos evitar las horas punta del día.
Un buen modo de evitar que nuestro bebé se deshidrate, sobre todo si ya no le damos el pecho, es ofreciéndole biberones de agua de vez en cuando. En el caso de que el niño no tenga sed rechazará el biberón. En cambio, cuando se sienta acalorado, no dudará en beber cuanto necesite.
Bajo el sol, nunca
En cuanto a las exposiciones directas al sol, los dermatólogos suelen aconsejar evitarlas en los bebés. Los rayos del sol son tan dañinos para la delicada piel de nuestro pequeño que podría sufrir graves quemaduras casi sin darnos cuenta.
Para prevenir este tipo de riesgos es aconsejable proporcionar al niño el protector solar más adecuado aún cuando nuestro pequeño vaya estar a la sombra. Existen multitud de cremas en el mercado cuyo factor de protección se encuentra especialmente indicado para niños de tan corta edad.
Consejos para proteger a tu bebé del calor intenso
1. Intenta que la habitación de tu bebé se encuentre lo suficientemente fresca y ventilada en todo momento. Para conseguirlo, procuraremos airear el cuarto a primera hora de la mañana. Después, mantendremos su cuarto aislado bajando las persianas o su correspondiente toldo.
2. Una solución ideal para combatir el calor es el aire acondicionado. Si pensamos instalarlo en el cuarto del bebé, tengamos en cuenta que la temperatura ambiente nunca podrá estar por debajo de 1os 19 grados.
3. Aprovecha el buen tiempo para bañar a tu bebé con más frecuencia. Una bañerita de plástico, por ejemplo, puede ser una piscina ideal para el bebé, pues disfrutará de lo lindo chapoteando y jugando con sus muñecos preferidos dentro del agua.
4. Un buen truco para averiguar si el niño tiene o no calor es acariciarle la nuca. Si ésta se encuentra completamente sudada no cabe duda de que nuestro pequeño se encuentra acalorado y necesita, por tanto, que le desprendamos de algunas ropas.
5. Viste a tu bebé con tejidos naturales. Las prendas con mezcla o fibras impiden la correcta transpiración por lo que pueden llegar a provocar, incluso, molestas irritaciones.
A la hora de elegir el destino de vacaciones debemos pensar en nuestro bebé. En el caso de que aún sea muy pequeño optemos por lugares frescos como la montaña. Debemos tener en cuenta que proteger a un bebé de pocos meses de los calores de la costa es bastante difícil por mucho que se tomen ciertas precauciones.
¿Está mi bebé suficientemente hidratado?
Son muchas las madres con bebés lactantes que se preguntan si su niño se encuentra lo suficientemente hidratado con la leche que ingieren a lo largo del día. En el caso de que le estemos dando el pecho debemos tener en cuenta que, ante el calor, el organismo de la madre suele adaptarse de tal manera que la leche que produce se encuentra mucho más licuada.
Por ello, si el bebé ingiere cada una de sus tomas con total normalidad sería muy extraño que el niño manifestase síntomas de deshidratación. Eso no quiere decir que en un momento dado y si el niño ha estado sometido a un fuerte calor no le ofrezcamos un biberón de agua. Este recurso es igualmente válido para los pequeños alimentados habitualmente con biberón.
Marisol Nuevo Espín
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