Europa vive un invierno demográfico en la actualidad. Muchos son los motivos que han propiciado el descenso de la maternidad, el envejecimiento de la población y en algunas ocasiones incluso se hace difícil el relevo generacional. Por ello muchos son los organismos que se dedican a analizar la situación y tratar de dar con la solución a esta problemática.
Entre ellos el Instituto de Política Familiar, IPF, que analiza la evolución demográfica en España y en Europa. Un contexto en el que si bien ha crecido la población, ha sido gracias a la llegada de población inmigrante, sin embargo se confirma el envejecimiento de los nacidos dentro de este continente en los últimos años y el descenso de los individuos menores de 15 años.
Continente envejecido
Los datos que ofrece el IPF revelan que se han perdido más de 23 millones de jóvenes en los últimos 35 años y apenas representan en la actualidad el 15,6% de la población. En el lado contrario de la mesa 1 de cada 5 europeos (19,2% de la población) es mayor de 65 años, superando los 97,7 millones de personas.
Esto se traduce en que la población mayor de 80 años alcanza los 25 millones de personas, y representa ya el 5,1% de la población. Cada día en Europa hay 433 nuevos individuos menores de 15 años. Por el contrario, hay 4.766 nuevas personas mayores de 65 años. En definitiva, ya hay 18 millones más de personas mayores de 65 años que personas menores de 15 años.
Atendiendo al caso de España, este país es junto a Italia el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida (83,5 años frente a los 83,4 de los vecinos de continente). Algo que junto al descenso en la natalidad ha provocado el envejecimiento de la población.
Si se mantiene esta tendencia en 2050 la población europea estará muy envejecida. Las estimaciones son que por cada 2 personas mayores habrá 1 joven. Casi 1 de cada 3 personas (el 28,5% de la población) será mayor de 65 años (150,6 millones).
Cómo cambiar este futuro
IPF señala las siguientes propuestas para conseguir revertir la situación y hacer que el valor de la familia vuelva a tener importancia, permitiendo reflotar la natalidad en Europa:
– Impulsar los derechos de la familia.
– Incorporar la «perspectiva de familia» a la hora de legislar. Los gobiernos deben tener en cuenta que apostar por la familia no es un gasto, es una inversión.
– Redescubrir el concepto de familia y reconocerla como base y el fundamento de la vertebración social.
– Recuperar la importancia y funciones sociales que cumple la familia. Un núcleo de transmisión de valores como solidaridad, empatía y educador.
– Considerar la familia y la maternidad como pilares indispensables de la sociedad.
– Implantar una verdadera y eficaz política integral de apoyo a la familia. Medidas articuladas y globales que abarque todos los aspectos que atañen directa o indirectamente a la familia tales como aspectos sociales, jurídicos, institucionales, administrativos, económicos, fiscales o de medios de comunicación.
Damián Montero
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