Por Nélida Pérez. Doctora en Psicopedagogía y directora del Taller de las emociones, de CEU San Pablo
La felicidad es entendida como un estado de satisfacción frente a la vida, es un concepto subjetivo, esto quiere decir que la felicidad puede ser diferente para cada persona. Los sujetos que mejores resultados obtienen en los test de felicidad son aquellos que puntúan alto en motivación y optimismo.
La inteligencia emocional nos facilita mantener un equilibrio interno, que a su vez nos ayuda a responder a las exigencias del entorno (trabajo, familia, relaciones…) de una manera más adecuada, obteniendo beneficios de las situaciones. Otro aspecto importante para la felicidad es las relaciones con los demás, ya que las personas somos seres sociales, necesitamos de la aceptación y el contacto con nuestros iguales.
Está comprobado que las personas con mayor empatía gozan de más y mejores relaciones, que influye a su vez en los niveles de felicidad»
La inteligencia emocional nos ayuda a desarrollar la empatía, que nos ofrece la posibilidad de ponerse en el lugar del otro, de «leer» sus emociones y entenderlo de mejor manera.
Y tal y como apunta el hombre más feliz del mundo según la neurociencia, Mattiew Ricard, la felicidad verdadera se encuentra en la bondad, en el dar y en la gratitud, que generan emociones positivas, acciones que han demostrado que nos sólo nos hace más felices sino también más sanos y armónicos con los que nos rodean.
¿Quién toma realmente las decisiones? ¿La mente o el corazón?
Sin duda el corazón, entendido como la mente emocional, según las investigaciones del mencionado Antonio Damasio, tal y como explica en su libro El error de Descartes. Según Damasio, cuando tenemos que tomar decisiones, «las sensaciones y los sentimientos provocan cambios fisiológicos en el organismo (…) que marcan como buenos, malos o neutrales los resultados previstos de una acción».
Es decir, nuestras decisiones vienen condicionadas por un «marcador somático», que a menudo actúa de forma inconsciente. Este marcador permite agilizar el proceso de toma de decisiones, «al integrar y recapitular los deseos, impulsos instintivos y las experiencias pasadas de la persona». Es decir, lo que por lo común llamamos «corazonadas». Pascal ya decía «El corazón tiene razones que la razón desconoce» ¿Qué más se puede decir?
Te puede interesar:
– Vivir en familia nos hace más felices, según Harvard
– 10 claves para ser una madre feliz