Cuántas cosas hay que enseñar a los más pequeños de la casa. No solo las básicas: aprender a hablar, a leer, a escribir, hay muchas otras destrezas que deben ser inculcadas a los hijos. Pero no hay que pensar en ellas como unas lecciones similares a las que los niños tienen en la escuela, estos procesos no significan aburrimiento, sino que pueden ser muy divertidos con tan solo proponérselo.
Un ejemplo de cómo se puede disfrutar aprendiendo y enseñando es el juego. A través de estas actividades se pueden enseñar varias habilidades a los más pequeños de la casa, como por ejemplo, el orden. La pedagoga Celia Rodríguez ofrece estos consejos para conseguir que este proceso se convierta en algo ameno donde niños y padres puedan convertir importantes momentos.
Aprender a ser ordenados a través del juego
Jugar puede convertirse en una actividad a través de la que aprender a ser ordenados si se utiliza bien. Estos son algunos consejos para ello:
– Recurrir a una canción. ¿A quién no le gusta un buen ritmo? Muchas son las canciones que pueden servir para interiorizar la lección del orden. Escoge una, cántala con tu hijo y al llegar el momento de recoger, recordad las lecciones con este tono.
– Incluir el orden como una parte más del juego. Un juego significa seguir instrucciones, haz que recoger los juguetes y dejarlo todo como estaba sea un punto más.
– No permitir jugar con un juguete nuevo hasta que no se recoja lo anterior. ¿Ya se ha acabado la diversión a través de un juguete? Genial, se puede cambiar un muñeco por una pelota, pero antes el niño debe recoger. Se le puede explicar que si no lo hace, es posible que después no encuentren lo que buscan.
– Hacerlos sentir como líderes de un importante papel. Los niños deben sentirse como los responsables de una gran tarea: mantener en orden su propia habitación.
Otros beneficios del juego para ser ordenados
Como hemos dicho el juego puede ser una gran elección a la hora de enseñar habilidades y desarrollar otras. Estos son otros de los beneficios relacionados con estas actividades:
– Fomenta la autoestima. Con el juego compartido padres e hijos interactúan de un modo único, algo que les aporta seguridad.
– Hace vivir situaciones positivas de apego y seguridad, lo que facilita el intercambio de experiencias y le aporta tranquilidad
– Estimula las habilidades sociales y emocionales. La familia es el primer entorno donde el niño desarrolla una imagen de sí mismo y del mundo en el que vive. Estas interacciones que se dan en el juego familiar mejoran las relaciones sociales y ayudan a explorar estas habilidades.
– Favorece el control emocional. Con estos juegos los niños aprenden a influir en otros y también a regular y controlar sus emociones. También empiezan a reconocer las señales afectivas y a interpretar las emociones ajenas.
– Fomenta la creatividad y el éxito escolar. El ambiente que se crea con el juego hace posible que el niño se relacione de una forma creativa con el mundo. Su imaginación se favorece y su capacidad de razonar.
– Jugar en familia ayuda a mejorar la competencia social.
– Favorece la atención del niño. La interacción con sus progenitores en el juego aumenta la capacidad de concentración del pequeño.
– Potencia la actividad infantil. Compartir tiempo de juego con los hijos convierte las experiencias pasivas en activas y placenteras y elimina los sentimientos negativos asociadas a las primeras.
– Promueve la felicidad infantil. De hecho, está demostrado que los padres que se implican bastante en el juego de sus hijos tienen muchas más probabilidades de criar niños felices.
Damián Montero
Asesoramiento: Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora deEduca y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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