El bullying o acoso escolar es una problemática de grave incidencia hoy día, un fenómeno que preocupa a la comunidad educativa, familias, poderes públicos y sociedad en general. Por este motivo, se desarrollan diferentes programas de prevención en los centros educativos, destinados, principalmente, a la resolución de conflictos y el desarrollo de la inteligencia emocional, entre otros; auspiciados por diferentes organizaciones y los poderes públicos.
Estos programas han demostrado sobradamente su eficacia en aquellos centros donde se ha llevado a cabo su implementación, ya que numerosos estudios han acreditado que el trabajo en edades tempranas contribuye poderosamente en la reducción de los índices de violencia y un aumento significativo de la convivencia entre los escolares. Es en estas edades el momento ideal para transmitir adecuados modelos de comportamiento y gestión de las emociones, que les ayudarán enormemente en el desarrollo de su etapa evolutiva, tanto intelectual como conductualmente.
Siendo, por el contrario, más difíciles las intervenciones en edades de las etapas de secundaria, ya que el proceso de autodescubrimiento y definición del espacio en los propios adolescentes complican las intervenciones y la resolución de los conflictos que les afectan.
Contra el acoso, aprendizaje de buenas conductas
Efectivamente, actuar de forma rigurosa y sistemática en los ciclos educativos de primaria facilita el desarrollo de los menores y el aprendizaje de buenas conductas, lo que se refleja en una auténtica cultura de la paz instalada en los centros.
Estos métodos tienen resultados de éxito, especialmente cuando trabajamos con los niños pequeños valores como la empatía y el respeto hacia los demás, interiorizándolos de forma tan sorprendente que terminan utilizándolos de forma natural en sus juegos y relaciones con los compañeros.
Al interiorizar tan fuertemente estos valores, difícilmente harán caso omiso a una situación de injusticia y mucho menos de maltrato u hostigamiento hacia un igual, ya que se opondrán directamente y defenderán a la víctima; reduciéndose así y drásticamente los índices de acoso escolar y más específicamente el fenómeno de los observadores o testigos pasivos del bullying.
Ahora bien, los métodos actuales se plantean principalmente en torno a la esfera de la prevención, en una clara intención de la evitación de conflictos en el futuro.
Hace falta algo más que prevención contra el acoso escolar
Sin embargo, los modelos de intervención, en casos de indicios, sospechas, o evidencias manifiestas de un caso de bullying, quedan reducidos y circunscritos únicamente a lo previsto en los protocolos educativos contra el acoso escolar; protocolos que generan muchas dudas en su aplicación y si verdaderamente se consideran una respuesta eficaz como instrumentos y herramientas de protección y actuación frente al acoso escolar.
En este sentido, no podemos olvidar que todas las manifestaciones del acoso escolar, ya sean mediante agresiones físicas, intimidaciones, manipulaciones psicológicas, insultos y ofensas de toda clase se inician durante las primeras aproximaciones que realiza el agresor hacia «su potencial víctima», convirtiéndose posteriormente en situaciones de acoso sostenido de forma continua y prolongada en el tiempo.
Estas aproximaciones que tienen un objetivo muy claro, conseguir algo a cambio del menor víctima, quien reacciona, en la mayor parte de los cosas, con mirada huidiza, agachando la cabeza o de forma tardía con una alta carga de agresividad o impulsividad; todo ello denota nerviosismo, bloqueo o parálisis y una conclusión muy clara: la víctima se ha desequilibrado emocionalmente y el agresor ha conseguido lo que busca.
A partir de ese momento, sólo es cuestión de tiempo para que los ataques se intensifiquen y recrudezcan, ante la falta de respuesta e inacción de la víctima.
Recursos de la víctima contra el acoso escolar
Por ello, se antoja necesario y fundamental dotar al menor víctima de recursos, herramientas o instrumentos de afrontamiento en estas situaciones de hostigamiento o de bullying, especialmente en los momentos iniciales del proceso de acoso escolar, en los que el acosador comienza con pequeñas indirectas y comentarios insultantes.
Utilizar determinados recursos como la ironía, humor positivo, sarcasmo, efecto sorpresa y creatividad demuestra un control de la situación, combinadamente junto con el lenguaje gestual, corporal…. lanzando un mensaje evidente: el menor responde de forma amable, objetiva y calmada y descolocando al agresor.
En cualquier caso, tales técnicas o estrategias sólo tendrán plena eficacia y coherencia teniendo en cuenta la propia personalidad del menor afectado, ya que del mismo modo que ninguna persona es igual a otra, un menor tampoco lo es; por lo que habrá que adaptar las diferentes herramientas a cada caso concreto y particular; y lo que es más importante aún, este trabajo deberá ser integral y multidisciplinar incorporando a los referentes del niño; esto es, su familia, amigos íntimos y esfera más cercana. Sólo de esta manera, el menor no se sentirá solo y con mayores garantían de afrontar el problema con éxito.
Por el contrario, si los ataques se llevan prolongando excesivamente en el tiempo es recomendable el traslado del menor a otro centro educativo, ya que la situación de violencia se ha enquistado y lo importante en ese momento es recuperar al menor y su autoestima.
Ricardo Lombardero Calzón. Abogado, mediador y coach. Cofundador de Lomber Soluciones Cyberbullying
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