Desde que el bebé llegó a casa, los tres os habéis acostumbrado a dormir en el mismo cuarto, pero la situación no puede durar eternamente. Vosotros necesitáis intimidad y vuestro bebé ha de ir acostumbrándose a dormir solo.
A partir de los seis u ocho meses, ya es hora de que mudéis su cuna a otra habitación, a ser posible la más cercana a la vuestra. Si os parece algo prematuro, quizá podéis esperar un poco más, pero nunca retrasar el cambio más allá de su primer cumpleaños.
La educación de un niño no debe entenderse como una forma ordenada de hacerle ver lo dura que es la vida. Pero son muchos los padres que se agarran a este argumento para retrasar la salida del bebé de la habitación de los padres.
Lo cierto, sin embargo, es que este temprano esfuerzo -no se sabe si provoca más sufrimiento a los padres o a los bebés- es una medida necesaria, que no ha de ser necesariamente traumática. Será especialmente importante para iniciar la formación de nuestros hijos con buen pie y en el momento apropiado. Sacar al niño de la habitación cuando tiene sólo seis o siete meses es ciertamente duro, pero en ningún modo una crueldad.
El momento ideal para mudar al bebé a su habitación
Entre los seis y los doce meses, es el momento ideal para que acostumbréis al niño a dormir solo. Este será su primer paso en el desarrollo de su independencia y de su personalidad.
Romper el lazo con la madre es algo que debe ocurrir con naturalidad y sin traumas. Dormir separados ser un punto de apoyo para que ambos -madre e hijo- edifiquen su relación desde una perspectiva más rica que la pura y simple dependencia física. Obviamente, el bebé seguirá requiriendo a sus padres cuando duerma solo, pero la situación habrá cambiado.
Más intimidad para los padres
Pero no es esa la única razón. La tarea educativa ha de empezar siempre por lo más básico a la hora de imponer límites a la vida diaria. Ahora se trata de tener habitación propia y comenzar a respetar la intimidad que deben conservar entre sí sus padres, pero más adelante tendrá que aprender a comer con los cubiertos, a ir al baño,…
El bebé no es un intruso dentro de la habitación de los padres, pero su estancia no debe prolongarse más allá de los doce meses.
Hoy es el día
Como cada maestrillo tiene su librillo, serán los padres quienes decidan para cada hijo el momento oportuno para la mudanza. Pero ha de ser una decisión sin vuelta atrás. Para escoger el momento, habr que tener en consideración que el cambio no coincida con otros en su entorno, ni con una enfermedad, etc. Pero una vez decidido, habrá que actuar con firmeza, acompañado de un buen derroche de cariño.
Es esencial que el bebé no interprete la salida del cuarto de los papás como un abandono. Para evitarlo, es probable que durante las primeras noches tengáis que prestarle mucha más atención que antes. Querrá agua, mimos, consuelos,… en definitiva, que le demostréis que le queréis tanto o más que cuando dormía con vosotros. Mientras mayor sea, más recursos empleará para lograr que no os separéis de él.
Detalles que ayudan
Hay otros factores que pueden hacer el cambio menos traumático también, como acostarle con un poco de luz o con la puerta entreabierta, para que pueda oír de fondo vuestras voces si se despierta.
También es aconsejable que el traslado incluya su propia cuna y su mascota. Sería demasiado pedirle que, además de cambiarle de habitación, le obliguemos al mismo tiempo a mudar su cuna. En el caso de que todavía estuviera durmiendo en el moisés, conviene conservarlo durante la primera semana para que le de seguridad. Para ponerle en su cuna será mejor esperar a que ya esté habituado a su nuevo cuarto.
Lo ideal ser¡a que eligierais la habitación más cercana a la vuestra para trasladarle, con objeto de oírle si os llama pero, en cualquier caso, siempre podéis recurrir a un interfono.
Método para la transición de una habitación a otra
Ya antes de llevar a la práctica la decisión de trasladar al bebé a otra habitación, los padres deben asumir que se pueden acercar unas noches toledanas, si se ha esperado demasiado para hacer el cambio. Para evitar que estas sean más perturbadoras de lo necesario, lo más aconsejable será actuar con cierto método.
1. Será importante ir construyendo antes de esa fecha una rutina previa a la hora de acostarse: la cena a hora fija, el baño, el pijama, contarle un cuento… Debe ocupar la hora anterior al sueño con actividades tranquilas, sin apresuramientos.
2. Cuando llegue la primera noche en que vaya a dormir solo, no variéis un pice esa rutina, excepto en lo referente a hacerle compañía hasta que se duerma. Esta operación tienes que hacerla durante una temporada e, incluso, quizá os ve is obligados a repetirla varias veces por noche si el chiquillo se desvela.
3. Si esto ocurriera, la única fórmula mágica será la de derrochar con el bebé mucho cariño y paciencia para hacerle sentir que no está solo y que le queréis tanto o más que antes. En cualquier caso, lo mejor ser estar prevenidos y buscar un fin de semana, un puente o unas vacaciones para efectuar el cambio. Ser más descansado para todos.
Y si llora y llora
La separación puede causar en el bebé una cierta ansiedad que, si bien no debe preocuparos, si tendréis que atajar. La reacción causada por el traslado de habitación no ser demasiado animosa en ningún caso. Lo normal ser que el bebé proteste y emplee todos sus recursos para volver al lugar que ocupaba antes.
Si es algo mayor, intentar incluso levantarse y volver de nuevo a vuestro cuarto. Con mucha firmeza y todo el amor del mundo habr que hacerle volver a su habitación y acompa*arle hasta que concilie de nuevo el sueño.
Solo una fiebre alta o una enfermedad deben ser excusa v lida para que hagáis excepciones en vuestra determinación. Ser duro mantener la firmeza ante sus lloros y protestas, pero no debemos olvidar que, pese a ellos, él mismo ya reclama -por su propio desarrollo- una mayor autonomía.
Consejos para trasladar a tu bebé a su habitación
1. Firmeza. Una vez deis el primer paso, no permit is que ningún lloro o berrinche os haga ceder. Quizá tengais que pasar algún rato durmiendo en la silla de su habitación, pero siempre será mejor que ceder.
2. Crea una rutina en torno a la hora de dormir, precedida de actividades tranquilas.
3. No le amenaces nunca con dormir solo.
4. Derrocha imaginación para lograr que el bebé concilie el sueño mientras le habláis o le contáis cuentos o canciones.
5. Si las noches están siendo toledanas, y tanto el marido como la mujer trabajan, lo mejor es que se turnen para consolar y tranquilizar al niño.
6. ¡Animo! Aunque le cueste, él es el primero en necesitar esa autonomía que le estáis dando. Y mientras antes lo hagáis, más oportunidades le dais para orientarla dentro de su propio desarrollo.
Procura hacer del momento de acostarse un rato realmente agradable para el bebé, especialmente a partir del cambio. Podréis conseguirlo encontrando una fórmula -un cuento, un momento de confidencias y caricias, etc.- especialmente deseable para él. Si lográis encontrarla, es posible que él mismo, llegada la hora de dormir, tome la iniciativa de dirigirse a la cama.
María Moll
Asesoramiento: Beatriz Bengoechea. Orientadora familiar
Te puede interesar:
– Habitaciones infantiles: un espacio para soñar
– ¿Cuándo empezar a comprar las cosas necesarias para el bebé? Checklist
– Los muebles indispensables para la habitación de tu bebé
– Los principales gastos del bebé y trucos para ahorrar