Las personas nunca dejan de aprender. Crecer significa interiorizar nuevas lecciones, algo a lo que no escapan siquiera generaciones como los adolescentes. Un ejemplo es la enseñanza de valores en estas edades, un tema que merece la pena recordar, en especial si tenemos en cuenta que a estas edades la incertidumbre puede confundir a los hijos, haciéndolos olvidar la importancia de determinados aspectos de su infancia.
Un ejemplo es la honestidad. Algunos adolescentes, llevados por el sentimiento de encajar y el deseo de desarrollar las mismas actividades que sus compañeros mienten a sus padres para poder participar en eventos que no son buenos para su edad. ¿Cómo volver a educar a los jóvenes en estos valores? El doctor José Martínez Costa ofrece una serie de consejos al respecto.
Qué significa ser honesto
Entre las definiciones que ofrece la Real Academia de la Lengua Española, RAE, la honestidad se relaciona con ser razonable o justo. ¿Cómo se aplica esto en los adolescentes? Tratando a sus amigos, padres, familiares y otros conocidos desde el respeto y sin tratar de sacar un beneficio a través de la mentira. Por ello, el primer paso debe ser trabajar en su empatía.
Si se aprecian algunas mentiras, o comentarios relacionados con una burla hacia un compañero, los padres deben hacer reflexionar sobre cómo se sentirán ellos en caso contrario. Ser una persona recta y honesta con los propios valores ahorrará problemas a largo plazo. En cambio, la mentira y las dobles caras pueden conllevar distintas consecuencias negativas.
En este punto, los padres deben servir de ejemplo. Una referencia en la que los hijos adolescentes puedan tomar nota a pesar de que en su círculo de conocidos vean otra cosa. Si los padres se comportan de forma honesta y tienen consecuencias positivas gracias a ello los jóvenes entenderán que este camino repercute de forma más positiva en su día a día.
Importancia de los valores en adolescentes
Tener valores es importante para cualquier persona. En el caso de los adolescentes se hace más evidente debido a la etapa de incertidumbre que supone esta edad. En estos momentos los hijos no saben a ciencia cierta quiénes son. Gracias a estas enseñanzas, tendrán una referencia a través de la que guiar su vida. Un camino al que aferrarse para no perder el norte.
De esta manera construirán su propia personalidad y podrán responder a una pregunta tan importante para cualquiera como es: «¿Quién soy?» Por supuesto, siempre es mejor responder a esta cuestión diciendo «soy una buena persona». De ahí la importancia de inculcar buenos valores a lo largo de toda la vida en los hijos, desde su infancia hasta la adolescencia.
Los valores también son necesarios tener guías sobre cómo reaccionar a situaciones difíciles. De esta forma se traducen como un grupo de reglas y guías para los eventos que encuentra un individuo a lo largo de su vida. Tener un conocimiento de aquello que realmente es importante ayuda a la hora de tomar mejores decisiones.
Damián Montero
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