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El porqué de las mentiras infantiles: 5 causas para el engaño

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Educar a tus hijos ¿crees que es una labor tan sencilla que no requiere planificación alguna? Si cuando valoramos una determinada empresa o negocio no lo dejamos en manos de la improvisación, ¿por qué no hacemos lo mismo cuando emprendemos el «negocio» de educar a nuestros hijos?

Es importante tener en cuenta que para que se produzca una verdadera mentira debe de haber una intencionalidad moral, y ésta surge hacia los 7 años para ser más exactos. Se impone por tanto, a estas edades, sembrar hoy si queremos cosechar mañana. Recuérdale que cuando se gana la primera batalla, que se ha dicho la verdad a pesar de lo que en ocasiones cuesta, la segunda se consigue con más facilidad. Y ya no se vive a gusto con una mentira.

5 causas para el engaño: el porqué de las medidas infantiles

Es importante preguntarse el porqué de esa mentira o de ese engaño de nuestro hijo antes de actuar. Hay diferentes causas:

– Falta de autoestima: para mantener su seguridad, para quedar bien y que le admiren. Si este es el caso de nuestro hijo, es importante que valoremos mucho un pequeño esfuerzo y por ejemplo podrías corregirle diciéndole: «Creo que te has equivocado» o «vaya broma me has gastado, porque yo sé que tú sabes decir la verdad. Mi hijo siempre dice la verdad».

– Llamar nuestra atención: A veces el único fin es recibir cariño; estamos tan ocupados que simulan una enfermedad, una caída, una regañina de un profesor para que le hagamos caso. Nadie duda del cariño que tenemos a nuestros hijos, pero en ocasiones, el niño no lo percibe de una manera adecuada. Solución: estar más con él, elogiarle, hablarle de lo nuestro, estar pendiente de sus verdaderos logros y de sus preocupaciones. Piensa que hay niños más emotivos que otros, más sensibles. Por eso, es importante que estudies a tu hijo.

– Para escurrir el bulto: por ejemplo, ante la amenaza de un castigo o para evitar una situación desagradable. No hay que olvidar que nuestro hijo nunca debe salirse con la suya con esta artimaña. Frases como: «hijo, tú no eres así», «tú eres sincero» podrían deshacer esta actitud. Aquí es importante hacerle ver que aunque la mentira parece una liberación, una actitud hasta «inteligente», un medio incluso – con más edad – «piadoso», de construir la paz. Sin embargo, no es más que una cobardía, una mediocridad propia de personas que no saben querer verdaderamente, que no son del todo inteligentes, porque una mentira esclaviza y trae más, uno se siente peor por dentro y además, si se descubre el «pastel» el ridículo que hacemos es espantoso. Cuéntale lo bien que te sentiste el día que decidiste no decir ni una más ante una pillada quizás con 16 años. Qué vergüenza, qué mal te sientes, nunca compensa…

– Cuidado con nuestro ejemplo: ¿en qué hogar no se miente a alguna pesada que no te suelta cuando llama por teléfono? Recuerda: quizá te libres de ella con una mentira, pero estás causando una grave daño en la conciencia de tu hijo, que piensa: «Mentir es malo pero a veces conviene». No te extrañe que cuando tenga 15 años también emplee contigo esta táctica cuando quiera librarse de ti. No existe la mal llamada «mentira piadosa», debemos desterrar esta salida fácil. Por eso, frases como «Ven, vamos a comernos el chocolate… ahora que papá no nos ve»; «No le digas a mamá que he cenando en el salón, y sin bandeja, y que me he tomado 3 cervezas. Calladito, eh?» nunca son oportunas. Piensa que luego te mentirán a ti. Recuerda: tú mismo les enseñaste la manera de hacerlo.

– Fantasías propias de esta edad: no podemos calificarlas como mentiras, pues realmente resulta fundamental para su educación en la imaginación, los cuentos, y todo el maravilloso mundo inventado por un niño. Por eso, en ocasiones lo niños inventan porque no diferencian entre la realidad y la fantasía (sobre todo entre los 3 a 5 años): «Mi papá es piloto y conduce aviones» cuando realmente su padre trabaja en el aeropuerto pero en las oficinas centrales. Podemos explicar a nuestro hijo cual es el verdadero oficio del padre, que también ve los aviones, que está cerca de ellos pero que no los conduce. Así le enseñamos a decir la verdad sin estropearle bruscamente el cuento que se ha forjado en su mente.

Maite Mijancos. Asesora Familiar

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