La atención es un proceso mental por el cual seleccionamos entre los diferentes estímulos que nos llegan continuamente. Todos sabemos por experiencia que nuestra capacidad de atención es limitada y que quedan muchas preguntas abiertas: ¿a cuántos aspectos de la realidad somos capaces de atender a la vez en un momento dado? ¿Cuántos procesos pueden darse simultáneamente? ¿Cómo influye la práctica en la realización de una tarea? ¿Existen tareas que requieren más atención que otras?
Efectivamente, unas tareas exigen más atención que otras, pero con la práctica continuada y constante, pueden llegar a ejecutarse de forma automática. Cuando esto ocurre no se necesita prestarles atención. Al comenzar cualquier aprendizaje, siempre ponemos toda nuestra concentración; pero con el paso del tiempo y la práctica continuada e intensiva, esa tarea que nos resultaba difícil la realizamos de forma automática, de manera que centramos nuestra atención en otra tarea a la par que somos capaces de ejecutar la primera sin darnos cuenta.
Valgan como ejemplos tocar un instrumento o conducir un vehículo: el conductor con experiencia puede realizar esta actividad sin necesidad de prestar demasiada atención a cambiar de marcha o a pisar un pedal. Esto hace posible que pueda mantener una conversación a la par, por ejemplo. De la misma manera, el músico centra su concentración en expresarse mediante el instrumento que toca, y no se fija en coordinar los dedos y manos, ni en su colocación adecuada, aunque detecta inmediatamente el más mínimo «fallo».
Características de los procesos de atención
Los misterios de la atención se desvelan al conocer las principales características de los dos principales tipos de procesos que regulan la atención y que se pueden resumir en:
Procesos controlados
– Son lentos
– Consumen muchos recursos de atención
– Son procesos conscientes
– Se trata de rutinas aprendidas
Procesos automáticos
– Son rápidos
– Consumen poca atención
– Son procesos, por lo general, inconscientes
– Ocurren de manera intencionada
Tipos de atención
Generalmente, la atención puede considerarse como sinónimo de concentración y esfuerzo. La atención es un proceso selectivo. Cuando se atiende a un aspecto del ambiente, generalmente se deja de atender a otros aspectos del mismo.
Los psicólogos estudiosos de la atención han distinguido entre dos tipos de atención: la atención selectiva y la atención dividida.
Atención selectiva. Según diversos estudiosos, en el primer caso, el de la atención selectiva, los seres humanos procesan la información de manera serial (eso significa que procesan un elemento de información en cada ocasión, uno detrás de otro), aunque disponen de un «almacén» de memoria donde se mantiene la información sensorial durante un breve periodo de tiempo.
El proceso se desarrollaría del siguiente modo: los estímulos llegan vía sensorial hasta el almacén de procesamiento de la información. Pero existe un filtro selectivo que intercepta la información no deseada y deja pasar únicamente la información que va a ser procesada. Hay un almacén situado entre los sentidos y el filtro que retiene durante un espacio de tiempo la información no analizada para que pueda ser atendida posteriormente. Según estos expertos, la información atendida se convierte en información consciente y llega a formar parte del sistema de memoria a largo plazo.
Atención dividida. En el segundo caso, lo que se llama atención dividida, tiene que ver con la capacidad y los recursos disponibles para atender a más de un estímulo a la vez. A medida que se ejecuta repetidamente una tarea, ésta va haciéndose más automática reduciéndose así los recursos de atención que hay que poner, y podrán ocuparse así en un segundo trabajo.
Por otro lado, para muchos psicólogos, atención y consciencia son una misma cosa; es decir, somos conscientes de aquellas cosas a las que atendemos. Varios estudios han demostrado que somos capaces de percibir estímulos subliminales, es decir, los estímulos que se encuentran por debajo del umbral sensorial pueden influir en el reconocimiento de otros estímulos que se presentan posteriormente. En definitiva, podemos decir que la capacidad para atender a dos tareas a la vez depende de la práctica.
Marisol Nuevo Espín
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