La importancia de tener amigos ha sido explicada en no pocos estudios. El ser humano es social por naturaleza, esto quiere decir que no puede vivir sin la compañía de otros individuos. Las amistades son esa familia que uno elige y con la que se comparten grandes momentos. Sin embargo, en ocasiones los niños o adolescentes no cuentan con uno de estos grupos.
El hecho de que un niño no tenga su propio grupo de amigos ya es un síntoma de alerta. A menudo puede pensarse que este aislamiento se debe a un caso de acoso o por el rechazo que produce la personalidad del menor. Pero, ¿qué ocurre cuando es él mismo quien opta por esta forma de vida? ¿Qué pueden hacer los padres por ayudar a sus hijos y que desarrollen su vertiente social? Sobre este asunto trata Kenneth H Rubin en uno de sus trabajos para la Universidad de Maryland.
El origen del aislamiento
Rubin es claro en su planteamiento: detrás del aislamiento social en niños siempre se suele esconder un problema que lleva arrastrándose desde hace tiempo. En algunos casos esta decisión se produce ante una baja autoestima que recurre a evitar el contacto con otros individuos como método de protección. Es decir, el hijo piensa que será rechazado y por ello se encierra en su propio mundo.
En otros casos, el origen puede ser mucho más grave. Un ejemplo es que el niño presente síntomas de depresión, un grave trastorno que hace que el menor se aísle del resto del mundo. Otra causa que merece toda la atención por parte de los padres es la posibilidad de una fobia social que requiera, al igual que la depresión, la atención por parte de un especialista.
Desde el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos se define a la fobia social como un miedo fuerte a ser juzgado por otros y a sentir vergüenza. Este pánico puede ser tan grave como dificultar ir a la escuela, o llevar acabo las actividades de cada día que requieran contacto con otros niños.
Las personas que tienen fobia social tienen miedo de hacer cosas cotidianas delante de otros individuos. La mayoría de los pacientes con este problema saben que no deberían tener tanto miedo, pero no lo pueden controlar. Una sensación que empeora su situación, por lo que terminan evitando lugares o eventos donde creen que podrían verse obligados a hacer algo que les haga sentir vergüenza.
Tratamiento del aislamiento social
El tratamiento del aislamiento social supone el paso por varias etapas en los más pequeños. Distintos puntos que tienen como último objetivo hacer que el niño supere sus miedos y pueda fomentar su relación con otros individuos:
– Conocer por qué el niño siente esta vergüenza. ¿Por qué los el niño siente que hace algo mal, qué motiva estos sentimientos?
– Trabajar en el cambio de pensamiento. El niño debe aceptar cómo es, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Trabajar por cambiar éstas últimas y apostar fuerte por las primeras. Todos tenemos algo grande que ofrecer, hay que conseguir que los menores encuentren qué es.
– Pedir ayuda cuando se sienta flaquear. Las recaídas son inevitables, en estos momentos hay que dar apoyo a los niños e invitarlos a no dejarse llevar por estos malos pensamientos.
Damián Montero
Te puede interesar:
– Cómo aprender a ser sociable desde la cuna
– Educar en habilidades sociales: clave para tener éxito