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6 claves para evitar peleas con la comida en familia

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Cuando en una familia la comida se convierte en una herramienta para generar estrés o ansiedad, esto perturba y afecta negativamente al ritmo familiar. Dado que la comida es una constante en nuestras vidas, el que haya peleas por la comida equivale a decir que en la familia se vive un conflicto sin fin. Sin embargo, hay formas de detener estas batallas con tus hijos y de lograr disfrutar de la comida y de las comidas en familia.

6 claves para evitar una batalla en las comidas familiares

Algunos datos actuales, extraídos y adaptados de las publicaciones de Ellyn Satter, un importante nutricionista infantil, pueden arrojar algo de luz y ayudarte a decidir qué es lo más adecuado para sentarse a la mesa para comer juntos en familia.

1. El reparto de responsabilidades a la hora de alimentar a bebés y niños

– El padre y la madre son responsables de qué come el niño, de cuándo lo come y de dónde lo come.
– El niño es responsable de cuánta cantidad come o, incluso, de si se come o no lo que tiene en el plato.

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2. Los niños tienen un barómetro incorporado para medir el hambre y la sensación de estar llenos

– El hambre puede conseguir que el niño se emocione ante la perspectiva de una comida porque el cuerpo le está reclamando urgentemente su dosis de energía. Sin embargo, no ingerir la suficiente cantidad de comida puede hacer que el hambre se convierta en una carga insoportable.
– La sensación de saciedad puede hacer que el cuerpo se sienta tranquilo y relajado por haber ingerido suficiente comida para satisfacer las necesidades del organismo. Sin embargo, seguir comiendo más allá de los límites de la saciedad puede resultar incómodo.

3. La mesa familiar se supone que está compuesta por un grupo de personas que comparten una comida común. Los bebés pueden sentarse a la mesa familiar desde que tienen 8-12 meses y comer la comida que está tomando el resto de la familia. Hacerles a los bebés y a los niños pequeños platos especiales que sean distintos de la comida que está compartiendo el resto de la familia puede resultar estresante. En su lugar, es mejor adaptar lo que están comiendo los demás a las necesidades del niño (aplastar las verduras y las patatas con un tenedor, cortar la carne en trocitos pequeños, etc.).

4. Los niños pueden aprender a portarse bien en la mesa desde que son muy pequeños; más o menos, desde que tienen 24 meses (2 años). Las familias no tienen por qué aguantar a un niño que continuamente se está quejando, está llorando, es antipático y huraño o le da por montar numeritos.

– Para detener de raíz esta conducta, háblale con claridad y severidad y dile: «estás quejándote y lloriqueando: basta ya» y, a continuación, ignora al niño. Normalmente con esto es suficiente para conseguir que el niño pare y se porte bien. Si el niño no para en 5-10 segundos, dile que se vaya de la mesa y no le permitas volver hasta que no cambie de actitud.
– Por cierto: no dejes que el niño, al irse, se lleve comida de la mesa. No se trata de ser cruel con el niño: se trata de enseñarle que él/ella es una persona importante en la familia y que su comportamiento está afectando negativamente al resto de personas que están sentadas a la mesa. Es importante que hables con tu hijo más tarde sobre lo que ha pasado, utilizando un vocabulario que sea adecuado para su edad. No bajes la guardia y sigue haciendo respetar esta regla. De este modo, el niño acabará cumpliendo la norma y podrá incorporarse a la mesa y disfrutar de una comida en familia.

5. Las comidas y los aperitivos estructurados son importantes para que los niños establezcan una relación sana y saludable con la comida. Tener una rutina a la que el niño puede aferrarse les permite saber con mayor certeza cuánto deben comer, porque saben a qué hora es la siguiente comida.

6. Comer a la vez que el niño es extremadamente importante. Los niños adquieren habilidades sociales mientras están interactuando con los padres. Dado que comer es una actividad social, los niños tienen que aprender a comportarse cuando hay comida de por medio, a interaccionar con los demás mientras comen juntos y a asimilar las críticas constructivas que les hagan sus padres cuando pongan en práctica estas habilidades.

Deanna Marie Mason, experta en educación y salud familiar. Autora del blog Dr. Deanna Marie Mason. Paternidad proactiva

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