Aprender a aprender incluye una serie de destrezas que requieren la reflexión y la toma de conciencia de los propios procesos de aprendizaje, que se convierten en objeto del conocimiento y, además, hay que aprender a ejecutarlos adecuadamente.
Conocer los procesos mentales implicados en el aprendizaje, es decir, cómo se aprende nos puede ayudar a integrar conocimientos de forma más eficaz. Cuanta más información posea el estudiante sobre su propio proceso de aprendizaje más partido y rendimiento podrá sacar a sus horas de estudio.
Respecto a las actitudes y valores, la motivación y la confianza son cruciales para la adquisición de esta competencia. Ambas se potencian desde el planteamiento de metas realistas a corto, medio y largo plazo.
Para aprender a aprender es fundamental ir alcanzando las metas y eso aumenta la percepción de auto-eficacia y la confianza, y con ello se elevan los objetivos de aprendizaje de forma progresiva. Las personas deben ser capaces de apoyarse en experiencias vitales y de aprendizaje previas con el fin de utilizar y aplicar los nuevos conocimientos y capacidades en otros contextos, como los de la vida privada y profesional, la educación y la formación.
8 ejercicios para aprender a aprender y hacer en casa
1. Asegurar que el niño o adolescente entiende el cómo, por qué y para qué ha de hacer algo, antes de hacerlo. Le apetezca o no realizarlo.
2. Acostumbra a tus hijos a correr con las consecuencias de sus actos. Tanto de su actuar equivocado como acertado.
3. Antes de hacer algo ayudarle a pensar que lograrlo depende de él y que solo ha de centrarse en lo que él puede incidir: en lo que le compete hacer. Sin preocuparse por si harán o no los demás lo que a ellos corresponda.
4. Pensar que todo se puede lograr si se pone los medios que requiere. Es decir, necesitarlo, acertar con el modo de hacerlo y poner el esfuerzo que exige.
5. Buscar algo que el niño vea difícil lograr (subir a un monte, pescar un pez en un lago, estar diez minutos estudiando, lavar los platos…), y enseñarle paso a paso cómo puede.
– Empezar por algo muy atractivo para él si el niño se cree muy incapaz. Convencerle de que necesita y le conviene ser mayor, ser capaz de aquello difícil y lograrlo. Después acompañarle en la preparación de los materiales.
– Describirle el esfuerzo que pondrá y la satisfacción de la meta que alcanzará. Junto a él, poner nosotros, al mismo tiempo que él, el esfuerzo que le indicamos y es necesario. Hasta lograrlo con él.
– Después, felicitarle demostrándole la seguridad que teníamos en que lo lograría porque quería hacerlo, le convenía, lo necesitaba, puso el esfuerzo y por eso fue capaz. Demostrarle que sabíamos que lo conseguiría porque era capaz, pero que se convirtió de verdad en capaz, cuando él lo hizo. Como él mismo ha podido comprobar.
6. Confiar en él ante cosas cada vez más difíciles a su edad. Que exijan cada vez mayor responsabilidad. Por ejemplo, poniendo en sus manos un jarrón delicado para que lo traslade insistiéndole en lo difícil de la operación y la responsabilidad que tiene en sus manos. Esperar que se rompa y demostrarle. si así es, que no pasa nada, porque fue un accidente, pero fue capaz de correr con una responsabilidad que a otro hubiera bloqueado. Si no lo rompe aprenderá que es capaz de correr el riesgo y ser capaz de no romperlo porque en realidad necesitaba no hacerlo y puso los medios para lograrlo al ir con cuidado. Empezar siempre desde lo más fácil a lo más difícil.
7. Repetirle ante los obstáculos esta secuencia: «Si quieres, si tienes necesidad, si pones esfuerzo… entonces puedes».
8. Decirle que los logros ambiciosos, le harán más feliz que los mediocres. Que las grandes metas no están al alcance de todas las personas porque no encuentran los medios para llevarlas a cabo, pero sí de personas como él, porque sabe exactamente cómo, por qué y para qué lograrla. Que es valioso, capaz, por como ya es, sin tener que esperar a ser de otra manera.
Conchita Requero
Asesoramiento: María Campo Martínez. Directora de Escuelas Infantiles Kimba
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