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Consecuencias de la falta de límites a los niños: ¿hace lo que quiere?

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Los niños necesitan que sus padres les pongan límites para poder convivir socialmente y tener relaciones sociales, pero al mismo tiempo debemos hacer sentir a nuestros hijos que confiamos en que vayan a ser capaces de llevar a cabo la norma para que los límites sean realmente efectivos. 

Poner normas y límites a los niños no forma parte de un estilo autoritario de educación, los niños necesitan de esos límites para saber cómo actuar y para obtener el reconocimiento por haberse esforzado por conseguir los objetivos marcados.

La permisividad como estilo educativo que no aplica ni normas ni límites puede entenderse como una falta de responsablidad por parte de los padres porque tiene consecuencias negativas en los niños.

¿Por qué hace lo que quiere?

Cuando los niños empiezan a tener más autonomía y, a la vez, más criterio para saber lo que les gusta o no, y lo que quieren lograr es cuando más necesitan que los padres les pongamos límites. Es natural que los niños pretendan conseguir lo que desean en el momento y es justo en este instante cuando los padres debemos enseñarles que uno de los principales límites reside en que lo que piden no es quizás lo que les conviene, y que es necesario tener paciencia para alcanzar su objetivo.

Por lo tanto, el límite está en el modo en el que tratan de lograrlo. Generalmente, responden con conductas poco adecuadas (rabietas, gritos, exigencias verbales…) que hay que frenar, es decir, no permitir y, a su vez, enseñarles a actuar correctamente ante estas situaciones.

Es importante también hacerles conscientes del otro, y que deben tener en cuenta al prójimo. Es decir, transmitirles que existen ciertas normas de convivencia social y respeto. El modo que puede resultar más sencillo para transmitir estas normas es por medio del juego y la interacción con sus iguales y con la familia. Ya tienen edad para adquirir ciertas responsabilidades y tareas en el hogar que les hagan entender el sistema de normas en el que están creciendo, y la importancia que tiene llevarlas a cabo, así como el esfuerzo que supone lograrlas.

Premiar su esfuerzo y reconocer el logro es fundamental

Cuando se está enseñando una norma es muy importante valorar siempre el esfuerzo que han hecho por lograrla. Una vez que lo han conseguido también hay que reconocer el logro. Este reconocimiento, siempre social, les ayudará a apreciar la importancia que tiene para nosotros el que lo lleven a cabo y lo beneficioso que es para ellos mismos.

Pero una vez que se ha enseñado y el niño ha logrado realizarla, ya no es necesario premiar constantemente su consecución, puesto que hay que enseñarles que su tarea es aplicar esa norma. La recompensa está implícita en la aplicación de la norma.

Para aplicar las normas con éxito es necesario:
– Explicarlas de forma clara, concreta y con calma.
– Exigir obediencia en pocas cosas: no es recomendable aplicar muchas normas a la vez. No serán capaces de aprenderlas todas a un mismo tiempo y los padres estarán constantemente exigiendo y pidiendo algo que no pueden realizar.
– Tratar de motivarles para que obedezcan y apliquen la norma a la primera: para ello es necesario explicarles las necesidades de obedecer y las ventajas que supone para ellos llevar a cabo esa norma.
– Reconocer su esfuerzo para que tiendan a repetirlo.
– Enseñarles que cumplir o no las normas tienen consecuencias diferentes.

Consecuencias de la falta de límites en la educación de los hijos

– Inseguridad: un niño sin límites no sabe lo que puede o no hacer, y necesita saberlo para desenvolverse en la vida.

Baja autoestima: la propia inseguridad les hará tener un concepto bajo de ellos mismos.

– Falta de autocontrol: los límites marcan también los límites de uno mismo y enseñan la responsabilidad de nuestras conductas. Deben aprender a negarse desde chiquitines.

– Desprotección: el que un adulto le marque límites y se esfuerce en explicárselo es porque se preocupa por él y quiere protegerle. Si no existen, se sienten desprotegidos.

– Dificultades en sus relaciones sociales: si no conocen los límites será muy probable que sobrepasen la barrera del respeto hacia el otro y no logren buenas relaciones.

Trucos para enseñar límites y normas con eficacia

– Tenemos que respaldar nuestras palabras con nuestros actos. Si decimos «ordena tu cuarto después de jugar» y después somos los padres los que ordenamos la habitación, los niños reciben un mensaje poco claro sobre cuáles son nuestras normas.

– Cuando dejamos pasar malas conductas, estamos diciendo en realidad que son aceptables. No actuar es poner límites por omisión, ya que nuestra pasividad transmite un mensaje sobre las normas.

– La paciencia es algo que debéis ejercer continuamente con vuestros hijos siempre, pero más a estas edades. Necesitáis mucha paciencia para lograr que los niños asimilen las normas, paciencia que debe ir acompañada de cariño.

¿Recompensáis siempre a vuestro hijo cada vez que ha obedecido?

Proponeros alabarle, aplaudirle y en algún caso, ofrecerle un caramelo o una chuchería, cada vez que ha obedecido, aunque le haya costado. De este modo, reforzaremos la conducta y fortaleceremos su voluntad. Si sólo nos dedicamos a señalar lo que está mal hecho, se corre el peligro de fomentar en el niño la inseguridad en su obrar.

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Carmen Martínez. Directora de Centros Educativos Kimba

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