La importancia de dormir bien es sabida por todos. Descansar por las noches y dedicar al sueño las horas recomendadas por los especialistas es muy importante para recargar las pilas y afrontar los retos del día a día. Pero no solo para tener las baterías listas, otros beneficios también se relacionan con cumplir con este horario, por ejemplo un menor estrés y una rebaja en la ansiedad.
Ahora, un estudio realizado por la Universidad de Washington en St. Louis, y publicado en la revista Annals of Neurology, destaca la importancia del descanso para prevenir a largo plazo la demencia. Descansar es muy importante a lo largo de la vida y a largo plazo puede suponer la diferencia entre una buena vejez mental o el desarrollo de algunos problemas como el Alzhéimer.
Producción de beta-amiloide
En esta investigación se monitorizó a 8 individuos de entre 30 y 60 años. Ninguno de ellos presentaba problemas de salud o alteraciones en su sueño. Durante el tiempo que duró este trabajo, fueron expuestos a tres escenarios distintos: noche normal de descanso, sin uso de fármacos para dormir, permanecer despiertos toda la noche, o bien un sueño provocado por un medicamento contra los trastornos del sueño.
Cada uno de los participantes fueron analizados durante 36 horas, y cada 2 horas les era extraída una muestra del líquido cefalorraquídeo en el que está sumergido el cerebro, y de la médula espinal. El objetivo era detectar la presencia de la proteína beta amiloide, relacionada con la aparición del Alzhéimer, y el cansancio en los pacientes. Seis meses después se repitieron las pruebas, en esta ocasión la mitad de los sujetos participaron en todos los escenarios.
Los resultados de la investigación mostraron que aquellos individuos con mayor problema para conciliar el sueño presentaban entre un 25 y un 30% más de posibilidades de desarrollar la proteína beta amiloide, lo que a largo paso supondría una mayor posibilidad de sufrir demencia. De hecho, en los casos donde los pacientes no habían dormido nada, se presentaban los mismos niveles de esta proteína que en personas que tenían predisposición genética para desarrollar Alzhéimer.
De esta forma los investigadores ponen sobre la mesa la importancia del descanso, no solo en adultos, sino desde niños. Crear buenos hábitos de sueño contribuye a la larga a mantener lejos una larga serie de problemas como los mencionados en esta investigación.
Beneficios del descanso
Esta investigación sólo aporta un motivo más para fomentar una higiene de sueño entre los más pequeños. Desde la Fundación Española del Corazón se dan otros tantos beneficios comprobados de dormir:
– Incrementa la creatividad.
Cuando el cerebro está descansado y la producción de hormonas está equilibrada, la memoria funciona a la perfección. Eso hace que la imaginación sea más potente y nosotros, más creativos.
– Ayuda a mantener un buen peso.
La falta de sueño hace que los adipocitos (células grasas) liberen menos leptina, la hormona supresora del apetito. El insomnio provoca, además, que el estómago libere más grelina (la hormona del apetito). Ambas acciones hacen que dormir poco se asocie a la obesidad.
– Mejora la salud.
Nuestro sistema inmunitario emplea el tiempo de sueño para regenerarse, lo que le permite luchar con eficacia contra contra las toxinas y los gémenes que de forma continua nos amenazan. Con un sistema inmunitario débil tenemos muchas menos posibilidades de superar con éxito las infecciones.
– Mejora la memoria.
Dormir fortalece las conexiones neuronales. Durante la fase REM del sueño, el hipocampo, el almacén de nuestra memoria, se restaura, transformando la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. En la Universiad de Hafi (Israel) lo han corroborado con los resultados de un estudio que afirma que una siesta de 90 minutos a media tarde ayuda a fijar los recuerdos y la destreza.
– Protege el corazón.
Un reciente estudio publicado en el European Heart Journal afirma que los insomnes tienen tres veces más posibilidades de sufrir una insuficiencia cardíaca que los que duermen a pierna suelta. El insomnio aumenta los niveles en sangre de las hormonas del estrés, lo que aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. Otros estudios también ligan el insomnio a tener el colesterol más alto.
– Reduce la depresión.
Cuando dormimos, el cuerpo se relaja y eso facilita la producción de melanina y serotonina. Estas hormonas contrarrestan los efectos de las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol) y nos ayudan a ser más felices y emocionalmente más fuertes. La falta de sueño provoca, por el contrario, una liberación aumentada y sostenida de las hormonas del estrés.
Damián Montero
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