La salud de los más pequeños es una preocupación de todo padre. Basta escuchar un tosido o ver un color de piel distinto para que salten las alarmas. Por ello el deseo de muchos progenitores es saber cómo proceder ante los distintos problemas que puedan presentar los niños, desde un constipado hasta otros asuntos como la intolerancia a la lactosa que hace que los menores tengan problemas a la hora de consumir uno de los productos básicos en su dieta.
¿Qué quiere decir que un niño tenga intolerancia a la lactosa? ¿Es para siempre? ¿Existen alternativas a estos artículos? Ante tantas dudas para los padres, la Asociación Española de Pediatría, AEP, ha elaborado un compendio en donde recopila varias informaciones de gran importancia para los padres que sientan dudas ante la situación por la que atraviesan sus hijos.
¿Qué es la intolerancia a lactosa?
Lo primero que se pregunta un padre cuando se le notifica que su hijo presenta esta intolerancia es de qué tipo de problema se está hablando. Este problema se traduce en la incapacidad para digerir bien la lactosa, el azúcar natural de la leche. Se debe a la falta de una enzima del intestino llamada lactasa.
La lactosa no digerida es fermentada por la flora intestinal, produciendo gas y sustancias que vuelven las heces más ácidas y líquidas. Es importancia no confundirla con la alergia a las proteínas de la leche de vaca, en la que el mecanismo y el componente de la leche implicados son diferentes.
Los padres deben distinguir entre si el problema es generado por un problema de salud o no. En el primer caso se hablará de intolerancia secundaria. Estos casos son comunes en algunas gastroenteritis, por lo que suele ser algo transitorio que se normaliza en poco tiempo. Sin embargo esta incapacidad para digerir la lactosa puede acompañar a enfermedades crónicas como la celiaquía.
Aunque lo más común es la intolerancia primaria a la lactosa, debida a la pérdida progresiva de la lactasa intestinal después de los primeros años de vida. Europa es el continente donde es menos frecuente y aun así se encuentra en más del 20% de la población. Eso no quiere decir que todos los afectados vayan a tener síntomas, pues depende de su grado de tolerancia y de la cantidad de lactosa que consuman. Aunque la intolerancia primaria suele llamarse intolerancia a la lactosa del adulto, lo cierto es que los síntomas pueden aparecer ya a partir de los 5 años de edad o incluso antes.
Tratamiento y futuro para la intolerancia a la lactosa
Desde AEP recomiendan que el primer paso para tratar la intolerancia a la lactosa sea la exclusión de la leche y de los productos elaborados principalmente con leche sin fermentar. En el caso de los productos fermentados, como el yogur o el queso, la tolerancia suele ser mejor ya que contienen poca lactosa y proporcionan bacterias capaces de digerirla.
En el caso de la intolerancia causada por enfermedades pasajeras como la gastroenteritis, esta suele desaparecer al mismo tiempo que la afección. De igual forma ocurre cuando aparece por una alteración en la mucosa del intestino. Estas situaciones suelen remediarse con el paso de un tiempo en el que se recomienda la abstinencia de este tipo de productos.
Para aquellos en donde la intolerancia esté vinculada a enfermedades crónicas y en donde los síntomas sea muy fuerte será necesario eliminar por completo la lactosa de la dieta. Ello implica revisar la composición de productos de bollería o panadería, embutidos y los alimentos procesados. También hay que recordar que este elemento puede encontrarse en medicamentos, sobre todo en los comprimidos.
Damián Montero
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