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¿Cómo preparar unas Navidades que nos ayuden a mejorar?

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Y de pronto, cuando aún creíamos que esto acababa de empezar, ha llegado la Navidad. Ha sido sin darnos cuenta. En unas semanas, nuestro entorno se ha llenado hasta límites insospechados de empalagosas luces y de adornos cada vez más americanizados.

Y no somos nadie si no tenemos nuestra propia decoración, así que nos decidimos a sacar adelante una intrépida aventura, mucho más peligrosa que pescar truchas con lanza en un río plagado de cocodrilos: nos vamos a un centro comercial para comprar los adornos. Y claro, entre gritos de «niño, no te pierdas», el agotador estrés de las hordas compradoras presionando y la música atronadora, uno ya ni ve, ni siente, ni padece, ni recuerda el verdadero sentido de la Navidad.

Que no me voy a poner yo ahora en plan «Cuento de Navidad», no se trata de eso, sino solo de recordar un poco qué significa el Adviento, ese tiempo comprendido entre los cuatro domingos previos a la Nochebuena. Para los que somos creyentes, es un tiempo de preparación para la venida de Jesús. Para todos por igual, se nos abre una oportunidad para crecer como personas y ayudar a nuestros hijos a que también lo hagan.

Claro que todo esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Las ilusiones y promesas suelen ser grandes, pero es poca la energía para ponerlas en marcha. Y cuando el salón luce en su máximo esplendor, recién decorado el árbol y con el Belén en sitio preferencial, todo lo que nos sale son buenos propósitos. A ver cuántos superan el límite de un par de días*


Como esto pasa siempre, en casa ideamos un truco que da bastante buen resultado y que resulta muy visual para grandes y chicos. Consiste en identificar la preparación de la llegada de Jesús con el acondicionamiento «real» del pesebre en el que va a nacer.


El truco está en los papelitos: cada uno cada día tendrá que escribir un compromiso fácil de cumplir. A mí siempre me toca «no gritar«. Dice muy poco de mi paciencia… Nos ayudamos entre todos con estos compromisos: no ser protestón, ayudar más en las tareas de casa, ducharse sin que mamá lo tenga que pedir por enésima vez… cada uno en la casa sabe de qué pie cojea, y si no, ahí están los atentos hermanos para ayudar en la corrección fraterna, en el sentido más literal del termino.

Por la noche, cuando rezamos y repasamos el día, llega el momento clave de esta preparación navideña: cada uno revisa su compromiso y decide. Si lo ha hecho mal, todo sigue como estaba. Y su compromiso vuelve a la caja. Si lo ha hecho bien, puede quitar un poco de hojarasca del pesebre y meter un algodón. El objetivo es que el 24 toda la cunita esté llena de algodones y, con mucha ayuda desde arriba, todos los años se consigue.

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