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Voluntariado en la adolescencia: recibes más de lo que das

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Ser voluntario es una conjunción de variados motivos personales e incluso sociales que conforman una enorme oportunidad de crecer. Todos ellos comparten en alguna medida las ganas de comprometerse con un «otro» y la necesidad de dar solución a los problemas que aquejan a la sociedad actual.

El voluntariado significa un compromiso, llevar a la práctica un trabajo que demanda trabajo físico e intelectual sin fines de lucro, es decir, no remunerado. Se puede ser voluntario en una gran cantidad de ámbitos, los campos de acción son diversos y atraviesan lo social, lo religioso, el sector de la salud y espacios artísticos, entre muchos otros. Existen posibilidades infinitas de trabajo desinteresado, y este depende de la creatividad y de la disponibilidad de la persona que quiera ejercerlo.

Las satisfacciones del voluntariado en la adolescencia

Las satisfacciones del voluntariado en la adolescencia son innumerables: sentirse útil, encontrar un lugar en la sociedad, aprender de diferentes trabajos y experiencias de vida, valorar lo propio y lo diferente, encarar la vida desde múltiples realidades, romper rutinas diarias y aprender a sociabilizar con múltiples personas son algunos de los buenos motivos para pensar en ser voluntario.

Por otro lado, el pertenecer a este mundo desde jóvenes permite generar cualidades como independencia, responsabilidad, organización, fomentar el liderazgo, perder el miedo y la vergüenza de relacionarse con un gran número de personas. El voluntariado muchas veces es la solución a problemas como la inseguridad, la timidez, la arrogancia y la falta de humildad, entregándonos una visión del mundo en la que hay valores más importantes para construir y rescatar.

Son tantos los beneficios y satisfacciones que pueden alcanzar los jóvenes voluntarios en este tipo de actividad que, muchas veces más de lo que puedes ofrecerle a otro, es lo que ese otro te entrega. La posibilidad de experimentar una forma de sociabilización diferente mediada por el amor, por las simples ganas de ofrecer, entregar sin esperar nada a cambio, constituyen una experiencia de vida irrenunciable; el poder aprender a ponerse los zapatos de alguien más, muchas veces es la puerta de entrada a valorar nuestras vidas, agradecer lo que somos y aprender a ver a los demás de una manera diferente.

Como existe tanta necesidad de trabajo voluntario cada uno puede encontrar su espacio, muchas veces solo son necesarias las ganas y un poco de orientación para saber a qué lugares nos podemos acercar y concretar esta experiencia. Es importante darnos cuenta de que no estamos solos en el mundo, vivimos dentro de una sociedad que requiere de la preocupación, tanto individual como colectiva, para solucionar las diferencias existentes.

Voluntariado: recibes más de lo que das

«Te despiertas un buen día, lo ves todo al revés, miras atrás, ves tu camino, el que hicieron tus pies». ¡Un momento! Esa es la canción de Melocos y La Quinta Estación. Pero ¿no nos hemos saltado la primera estrofa? ¡Quizá nos venga mejor así! En este orden. Al fin y al cabo la primera parte es la que habla de un momento que «te cambia la vida» y eso es precisamente lo que provoca una experiencia de voluntariado en cualquier adolescente que se precie. Primero, de pronto, ven el camino que han recorrido y, a continuación, bien porque quieren tirar por otra vía, bien porque consideran que algo les falta, se suman a iniciativas tan «nutritivas» es un voluntariado.

La responsable de Voluntariado de la ONG Cooperación Internacional, Teresa Martín Aguado, sostiene, desde una sólida experiencia laboral en el sector, que muchos de los jóvenes que participan en actividades de este tipo «hablan incluso de un antes y un después». Sostiene además que este tipo de vivencias brindan a los jóvenes la oportunidad de «aportar su granito de arena en la lucha contra las múltiples injusticias sociales que hay en el mundo» y de colaborar muchas veces también para mejorar «entornos que les tocan de cerca».

En una entrevista publicada en la web de esta ONG (www.juventudsolidaria.org), el psiquiatra Jesús Poveda señala que «la adolescencia se caracteriza por ser una fase de la vida en la que uno busca identidad y compromiso». Se trata, por tanto, de una etapa en la que hay que hacer frente a numerosas situaciones de desigualdad. Por eso, los trabajos de voluntariado pueden ayudar a los jóvenes a tener un buen contacto con la realidad y generan en ellos la voluntad de convertirse en instrumentos de mejora para la sociedad.

A diario chocamos con cientos de situaciones injustas para las que, a priori, no parecemos tener solución. Quizá esta no se encuentre al alcance de nuestra mano pero siempre podemos recurrir a la profesionalidad de esos expertos que saben cómo solventar los distintos conflictos sociales por la vía de la solidaridad. En este sentido, Jesús Poveda sostiene, en esa misma entrevista, que «las crisis son necesarias para el crecimiento de las personas porque, en la mayoría de los casos, son oportunidades de desarrollo». «Casi todas las crisis se superan con otra cantidad de otra calidad», dice el psicólogo, que se refiere con esto al recurso de ver las cosas desde otra perspectiva para descubrir soluciones nuevas. Aspecto, por cierto, que es muy común en el voluntariado porque introduce siempre circunstancias novedosas, así como situaciones y problemas que no se dan en la vida diaria. De esta manera, se puede decir que hay un beneficio recíproco. Ayudar nos ayuda a superar crisis y a crecer como personas.

El colectivo más joven además aporta al voluntariado un aliciente importante. Así lo ve Teresa Aguado, que se refiere a los adolescentes como «inconformistas por naturaleza» y defiende que es precisamente esa característica la que provoca que los jóvenes aporten, al voluntariado en general y a los beneficiarios en concreto, «soluciones, tiempo, ilusión, optimismo y esfuerzo».
«Infancia y juventud», «Mayores y exclusión Social», «Enfermos y personas con discapacidad» y «Una sonrisa por Navidad» son algunos de los programas que Cooperación Internacional pone al alcance no solo de adultos sino también y, en especial, de los más jóvenes porque ellos son imprescindibles para lograr una sociedad más justa.

Isabel Martínez y Elisa García 

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